Después de las elecciones, de su calificación y de la asignación de posiciones, la confrontación sigue. Claro, me refiero al ámbito estatal y no al federal.
Aun cuando hasta el momento y a una semana de haber tomado posesión del cargo, la presidenta Claudia Sheinbaum no ha enviado un mensaje de reconciliación al país y, particularmente a la oposición, también que no ha habido choques más allá del tema de la reforma judicial.
Quejumbres
En Querétaro, por el contrario, los enfrentamientos comenzaron el primer día (y antes) de la legislatura y de las nuevas administraciones municipales. Hubo de todo: pleitos por cuestiones nimias e intranscendentales para la ciudadanía y el desarrollo de la comunidad, al igual que confrontas generadas por el ejercicio del poder. Tal cual.
Vivimos una especie de ánimo por la revancha de un lado y de arrebatar o trepar rápidamente, por el otro. Como si en el imponer su voluntad o, por el contrario, en “demostrar” que “los otros” no tienen razón, les fuera la vida.
Los choques comenzaron el mismísimo día en que se instaló la nueva legislatura del estado. El presidente decano (Antonio Zapata, del PAN) decidió decretar receso por espacio de varios días, con la finalidad (legal) de conciliar posiciones pero que en realidad era para “ganar tiempo” a fin de tratar de convencer a las dos diputadas del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que en la votación se sumaran al bloque del PAN-PRI-Movimiento Ciudadano.
Al final solo convencieron a una, así que la presidencia la ganó el otro bloque, el de Morena-PT-PVEM.
En el municipio de Querétaro también vivimos elementos similares: una regidora de Movimiento Ciudadano “quejándose” amargamente de que no le habían otorgado una de las oficinas más grandes en el Centro Cívico (sede del gobierno municipal).
Otro regidor, metido en el lamento y la “denuncia” porque no lo invitaron al “festejo” que organizó el nuevo alcalde (del PAN) por su toma de posesión.
Y claro que también hubo quejumbres del panismo, particularmente mediante el reclamo a los legisladores de Morena de no hacer gestiones para conseguir recursos económicos del gobierno federal para ejecución de obras en la entidad.
Lamentablemente es lo que hay.
Para conciliar
Aunque parezca una exageración, en este tipo de confrontaciones mucho tiene que ver la postura que hasta ahora ha asumido la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo.
En los seis primeros días que han transcurrido de su administración no ha emitido un solo pronunciamiento convocando a la reconciliación nacional, y por supuesto que tampoco ha dado la mano a la oposición representada en el Poder Legislativo.
Habrá quienes piensen que al contar con una mayoría abrumadora que le alcanza hasta para votar reformas constitucionales (que requieren la mayoría calificada), el bloque formado por Morena-PT-PVEM no tiene necesidad alguna de “tender la mano” a la disminuida oposición mexicana.
Recordemos que a lo largo de los seis años del gobierno que encabezó López Obrador, nunca sostuvo una reunión con sus opositores. Nunca. Para él y para su ejercicio gubernamental no existieron, a menos que fuera para cargarles todos los males habidos y por haber, pero solo para eso.
Cierto es que apenas ha cumplido una semana en el poder federal, pero cierto también lo es que si la presidenta mexicana no pone freno a la confrontación y da paso a la reconciliación; si no provoca que disminuya la polarización que por seis años ha vivido el país y pone el ejemplo de la convivencia política, continuará la “guerra de guerrillas” en las entidades y en los municipios.
¿Y ahora?
Por supuesto que la pregunta es clara: ¿De qué sirve a la ciudadanía o cómo abona a la obra pública y a los planes sociales el hecho de que se confronten por cualquier cosa?
Por eso es más que razonable en estos tiempos que la ciudadanía, alejada de los pleitos baratos de los partidos políticos, brinque a la palestra nacional y tome las riendas de la conducción del país.
O si no, ¿qué hacemos?
Juan José Arreola de Dios
Periodista / Comunicación Política
Twitter (X): @juanjosearreola
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