ENTREVISTA: JOSÉ ANTONIO GURREA C./LALUPA.MX
FOTOS; RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX
Persistente, tolerante, resistente, es como se define Braulio Guerra, presidente del Poder Judicial en Querétaro, quien revela que le encantaría poseer el don de la ubicuidad para poder “disfrutar muchas cosas a la vez”. Destaca su admiración por Napoleón Bonaparte, un personaje con claroscuros que más allá de su liderazgo en las batallas, “construyó todo el sistema jurídico que conocemos después de Roma”. Subraya la tristeza que le causó la muerte de su mamá, “un motor, un empuje, una inspiración”. Y enfatiza que le urge ser abuelo “para durarle más” a su nieto.
Al comparecer “En el Confesionario” de LaLupa.mx, este versátil personaje, quien ha sido diputado local y federal, deportista Ironman y Ultraman, guitarrista de rock y astrónomo, admite que como magistrado presidente tiene una función pública que merece una investidura, pero también deja en claro que “nunca he querido dejar de ser yo”, por lo que seguirá “siendo el profesionista que cumple y la persona que también puede transmitir el lado humano, personal, de quienes estamos atrás del escritorio tomando decisiones”.
En una extensa charla sostenida en el Nuevo Palacio de Justicia, Braulio rememora cómo un encuentro con el músico Steve Vai le movió totalmente su concepción de la guitarra y de la música. De la impronta de su papá en su gusto por las carreras de resistencia, y de cómo el interés de él y de su hijo Braulio por el universo los llevó a estudiar un posgrado en astrofísica, en plena pandemia. Sobre los acontecimientos del sábado 9 de noviembre, considera que esos lamentables sucesos pueden ser un área de oportunidad para “poder sensibilizarnos”, para que a Querétaro no le pase lo que a muchas partes de México les ha pasado.
¿Cómo comienza tu día?
Me paro temprano. Mis hijos me despiertan porque se van a la escuela y pues de ahí ya empieza un buen café, un baño muy rápido, vestirse y salgo al día laboral. La verdad es que el arranque del día es muy vertiginoso, muy rápido, pero regularmente el día anterior ya traigo en la cabeza lo que voy a hacer el día posterior, ya lo tengo muy planificado, entonces abrir los ojos es conciencia del reto y del día que vas a desarrollar.
Legislador local y federal, Ironman, guitarrista roquero, astrónomo, hoy magistrado presidente. ¿Qué te falta por hacer?
En la vida uno va descubriendo espacios deportivos, científicos, culturales y uno va pulsando, desarrollando un sensor de acuerdo a las necesidades que uno va teniendo en su crecimiento humano. En ese desarrollo pues puede haber alguna etapa de tu vida, en la rebeldía de tu juventud, que te guste la música, el rock, la disfrutes, que en aquella juventud haya tenido mi banda, haya participado en grabaciones. Lo viví de una manera muy intensa, lo hice casi semi profesionalmente y se quedó una terapia, un hobby, un desarrollo en la música y en la cultura y el arte.
El camino me llevó a hacer mucho deporte. Mi papá me dejó ese ejemplo. Hice mi primer maratón con él en Nueva York a los 20 años, y te deja esa espina y esa sensación de endorfinas, de mantenerte en forma, de poder clarificar tu mente, darle más oxígeno al cerebro, de poder tener ese momento de soledad haciendo algún deporte: ciclismo, nadando, corriendo, entonces te va encontrando. Si yo te dijera que me falta por hacer pues la verdad es que la vida te va sorprendiendo y te va poniendo enfrente circunstancias.
En 2008 fallece mi papá y Braulio, mi hijo, quien tenía 14 años, me pregunta: “papá, ¿mi abuelo se fue al cielo?”, “pues yo creo que vamos a hacer una evaluación, a ver por dónde andará tu abuelo”, y pues “¿a ver qué es el cielo, papá?”, “pues el universo”, “¿pero por qué?, ¿dónde está mi abuelo, si está o no está?” y un día me regala un libro de Stephen Hawking, El gran diseño, y, mientras tanto, yo le regalo otro libro del mismo autor: La breve historia del tiempo, y “pues, mira, que leí a Roger Penrose”, “oye, estoy viendo a Max Planck”, “oye, ya vi estos documentales de Carl Sagan”, Empezamos a conectar con la astrofísica y la astronomía, que se convirtieron en un espacio de convivencia entre mi hijo y yo.
En 2020, en pandemia, me dice: “papá, ¿qué vamos a hacer confinados, aislados, encerrados, sin vida social?. Encontré una opción en la Universidad de Valencia, en España, para un posgrado en astrofísica, en astronomía. “Vamos a cursarlo y vamos a graduarnos”. Es decir, eso vino y me encontró a mí, francamente yo no encontré el camino, la circunstancia, el gusto con mi hijo de ese tema nos llevó a estudiar astronomía, eso nos llevó a comprar equipos, eso nos llevó por primera vez a sumarnos y ver a Saturno en un lente de un muy buen equipo telescópico y exaltarnos. Empezamos a tener una sensación de conectarnos en un nivel de perspectiva de la vida más elevado, a comprender la existencia. Ése fue el encuentro con la astronomía, una experiencia existencial.
Y del otro lado está la familia, tus hijos, buscar equilibrar los espacios, los tiempos, que siempre es complejo si lo combinas con retos, metas y desafíos profesionales. Nos planteamos siempre tener un estudio, una preparación, llevar estos hobbies, el deporte, la cultura, el arte, pero siempre saber que por encima de todo está tu responsabilidad, tu trabajo, y ahí pues la vida del servicio público fue mi vocación. Me puse a incursionar en tareas públicas de distinta índole y hoy ese trabajo me ha llevado a una circunstancia que me ha permitido tener la satisfacción de ser legislador y, posteriormente, esas leyes aplicarlas siendo juzgador. Esta formación como jurista, como abogado, como académico pues también ha nutrido muchísimo mi realización profesional. Siento una enorme gratitud a las oportunidades que me ha dado la vida, que me ha dado México, que me ha dado Querétaro. Me he esforzado para poder crecer, he picado piedra, me he desvelado, no he dormido, he estudiado y creo que cuando te esfuerzas y das el extra siempre avanzas, creces. Creo que en este punto de mi vida sí estoy muy realizado.
Sin duda, fungir como presidente del Poder Judicial de Querétaro es una realización máxima, pero esta tarea, sin embargo, te ha quitado tiempo para tus exploraciones espaciales; además, un problema en el tendón de Aquiles te dejó fuera de las competencias deportivas. ¿No echas de menos todo esto?
Sí, hay cierta frustración. Tuve una ruptura del tendón de Aquiles total en 2022. Después de hacer el Ultraman, un ejercicio deportivo extremo, abrumador, mental y físicamente, —lo hemos hecho unos 60, 70 mexicanos— tomé un año de recuperación. Quise regresar y en 2022 empecé a prepararme en el ciclismo: hice las etapas de Tour de Francia, San Luis Potosí, Acapulco para calificar al Tour de Francia etapa Ciudad de México, nos fue muy bien. Pero un día me dice un compadre que estimo mucho, Roberto Arciga, “ahí viene el mundial, compadre, vamos a jugar futbol con nuestros hijos”. La verdad es que descubro que hay un tema de salud pública en este tipo de canchas, porque les dejan de dar mantenimiento. Entonces tu pie ya no desliza normal. Además, a las 12 del día se vuelve un chicle, se pega. Precisamente yo le decía el doctor: “oye, si algo traía fuerte eran las piernas porque yo estaba a 15 días de competir en la etapa al Tour de Francia en Ciudad de México”. Pero él me respondió: “la fuerza de tus piernas te jugó en contra porque cuando giraste por el balón tu pie se quedó pegado en ese chicle”. Sentí entre un ladrillazo y una descarga eléctrica. Fui a un laboratorio donde me dijeron que tenía el hueso roto. A los 8 o 10 días ya tenía el pie negro, ya no podía moverme. Llegué con el doctor Raúl Ruiz, gran médico ortopedista y me dice: “es el tendón, te lo rompiste, se pegó tu pie, tienes una ruptura total”. “Oiga doctor, pero en 15 días debo estar para el Tour de Francia de la Ciudad de México”. “No, deben pasar de 2 a 4 años para que empieces a tener algo de alto rendimiento”. Ahorita, con unos 7 u 8 kilos encima, extraño salirme a correr, sufro, me quema, y pues es un proceso de recuperación lento y quiero en algún momento ver si puedo regresar a una competencia de alto rendimiento, a algún reto grande cuando tenga el espacio y el tiempo, y que haya terminado con esta responsabilidad (NdelaR: Braulio Guerra termina su encargo como presidente del Poder Judicial el 30 de septiembre de 2027).
¿En qué red social te sientes más cómodo?
En Instagram. Se me hace más amigable. Encuentro menos hate, incluso es más libre para publicar más contenidos personales, más contenidos de cosas que tú quieres expresar. Facebook me gusta mucho, pues también tienes una interacción, espacios de crítica, de reflexión, de que alguien te da un buen consejo, te dan un ánimo, una porra o te dicen me gustó mucho esto que se publicó, es un espacio muy interactivo. Me parece que X (ex Twitter) es una red más oficial, más política, más informativa, tiene otro tipo de características. Por otro lado, hice un canal con mi hijo Iker. Se llama “Papá Cosmos” y empezamos a subir contenidos de astronomía él y yo, él a explicar, que es un ejercicio bien bonito, porque yo le digo: “¿a ver que es una nebulosa?”, “no sé papá”, “mira, una nebulosa es esto”, ahora tú explícalo en el Tiktok. “Les voy a presentar la nebulosa de Orión, es un espacio que se encuentra a mil 200 años luz, es una carga iónica de estrellas en donde se encuentra hidrógeno y helio fusionándose”. Tiktok me gusta mucho para divertirnos, y también Instagram y lo hago también mucho en Facebook.
A veces, y sí lo quiero subrayar, hay a quien le puede gustar o no le puede gustar. Tengo una función pública que merece una investidura, una ritualidad, muchas solemnidades pero francamente yo nunca he querido dejar de ser yo. Entonces si bien yo vengo, cumplo con una sesión de pleno como magistrado, juez en un juicio, pues es el espacio laboral pero a quienes nos gusta el arte, ¿qué queremos?, pues compartir el arte. A alguien que pinta pues quiere enseñar su cuadro, alguien que hace una canción quiere mostrar su canción. Igual, si alguien hace fotografía, pues quiere compartir tu foto. Entonces hay a quien le gusta, y quien pueda decir: “oye, cuida la investidura, el respeto, la función”, quizás cause algún tipo de choque emocional en algunas personas. Sin embargo, creo que al final todos —seamos funcionarios, pilotos aviadores, ingenieros, arquitectos, médicos— tenemos nuestro lado personal, nuestros hobbies, nuestros espacios y no he querido dejar de ser yo mismo, cumplir con mi función, trabajar duro en lo que me toca y en ocasiones pues si yo quiero y tengo ganas de compartir algo, una experiencia, lo comparto. No falta que a lo mejor comparto un domingo una foto o algo y hay alguien que te puede decir: “ya póngase a trabajar, ¿por qué anda compartiendo fotos?, usted tiene una función”. Sí la tengo, y la cumplo, pero en la noche me puedo salir a correr, me puedo salir a tomar fotos, puedo poner un criadero de conejitos, todo lo que la creatividad me dé. Entiendo que hoy hay una enorme sensibilidad pública, de que nosotros tenemos que ser servidores públicos que respondemos a las expectativas de la gente, de la justicia, más temas muy delicados que hoy están en el ojo del huracán, pero no descuida uno su labor y su papel por tener también actividades que son muy personales, y que en la naturaleza humana también está en el compartirlas.
Quiero seguir siendo el profesionista que cumple y la persona que también puede transmitir el lado humano, personal, de quienes estamos atrás del escritorio tomando decisiones. Creo que la gente no nos puede ver en cuevas, ni en el oráculo, ni en la montaña aislados sino saber que las personas que tomamos decisiones públicas somos humanos, tenemos dolores, sufrimos, lloramos, reímos, nos entra ansiedad, estrés, tenemos momentos de euforia, de alegría, de felicidad, de tristeza, somos seres humanos y a través de esas expresiones, y me ha pasado, traigo ganas de sacar este sentimiento, y si tengo la guitarra a la mano, lo saco y lo comparto, y así soy yo. Creo que no choca con la función política, jurídica que tenemos.
¿Serie o película?
Me he vuelto más de series. Disfruté mucho Game of Thrones que es una gran serie. Tengo pendiente ver la segunda temporada de La casa del dragón. Ya vi la primera, es una obra de arte. Estoy viendo el caso Menéndez, tanto la serie como el documental. Toda esa cuestión compleja que se dio los años 80 en Estados Unidos. Me gustan mucho los documentales, hay muchos en la plataforma de Disney, tanto del espacio como los de National Geographic. Y, también, me gusta mucho todo Star Wars, es también algo que Braulio (hijo) y yo tenemos desde toda la vida porque mi papá me llevó a ver la película en el 77. Me llevó con un tío, Poncho Licea, y no lo entendía pues estaba en inglés. Me acuerdo que mi papá se enojaba porque preguntaba mucho y mi tío, en paz descanse, me iba narrando la película.
¿Qué edad tenías?
Cinco años, y cuando mi hijo Braulio nace, él tenía también cinco años, cuando lo llevé a ver la segunda parte de la saga Star Wars. Se volvió tan fan que el día de su boda, en la puerta de la iglesia llega y me dice: “toma papá, póntelo”, y me da un fistol de Chewbacca. “Póntelo papá, yo traigo un Yoda” y se pone el Yoda y yo “bueno, me lo guardo en la bolsa”, “no, no, no, yo me quiero casar, quiero estar yo en la boda con el Chewbacca tú y yo con el Yoda”. Entré a la iglesia con Chewbacca y todos se me quedaban viendo.
¿Cómo está integrada tu playlist?
Tengo una que es la que uso en la oficina, y que es la que escucho más, con música de piano. Ahí se encuentran, por ejemplo, Yiruma (compositor surcoreano) y Ludovico Einaudi (compositor italiano). Todo eso como que me da un ambiente para estar en la oficina, o para estudiar alguna sentencia. Y aunque soy más guitarrista que pianista el piano me relaja, al igual que el violín. Entonces mis playlists tienen mucha música de piano instrumental, mucha música de violín, mucha música clásica, contemporáneo y, por supuesto, mucho rock clásico: me gusta Gary Moore, AC-DC, Van Halen, Toto, Men at Work, Muse, The Killers, Simple Plan, y desde luego los más clásicos. A Los Beatles todavía los sigo escuchando, fuimos a ver a Paul McCartney y me llevé a mi hija Natalia, fue una escapada de pisa y corre y no sabes el gusto que me dio ver a Natalia cantando en inglés las canciones de Paul McCartney, sabiéndoselas, tarareándolas emocionada, y dije: “bueno, tenemos una casa libre de reggaetón”. Ver a mi hija conectada con música que le gustaba a su abuelo, ves la trascendencia de gente como McCartney y lo que tú también en la vida le vas transmitiendo a tus hijos, el playlist que pones en tu carro, en tu camioneta, entonces ella si te ubica bien a esos grupos.
¿Alguna canción que formé parte del soundtrack de tu vida?
Cuando tenía yo 15 años, fui a un intercambio escolar a Orange, California, y me hospedé con una familia gringa. Estando ahí, mi host father me llevó a una tienda de música que en ese momento él tenía. Me dijo: “fíjate que va a venir un guitarrista que está presentando su disco y aquí tenemos una guitarra de él que es como de colección, pues se hicieron nada más 100 en Estados Unidos y tiene siete cuerdas, no seis”. Ese personaje, quien fue a la tienda a presentar el disco y firmar autógrafos, era Steve Vai, a quien conocí y quien después me llevó un casete donde venía “For the Love of God”, una canción que me movió totalmente mi concepción de la guitarra, de la música, y me motivo a comprar, con el apoyo de mi papá, la guitarra de siete cuerdas. Ya con la guitarra, empecé a estudiar a Steve Vai, a comprar partituras, y me nace este deseo de ser músico y de tocar, de entender y comprender a un genio de la música, que en ese momento no era tan popular, pero después se volvió un ícono del mundo de la guitarra.
En el 2016 Steve viene al Metropolitan y le escribimos un compadre mío y yo a su página de internet: “oye, vienes a México, mira, yo te conocí a los 15 años y aprendí a tocar tus canciones, toco ‘For the love of God’ y tus partituras” y nos contestan: “Soy la esposa de Steve” y le mandé fotos de ese tiempo y le mandé fotos de mi guitarra, y me dice: “cuando acabe el concierto tráete tu guitarra y esperanos abajo del escenario, yo salgo por ti”. Asi fue. Al terminar el concierto, bajó la señora, la esposa, y entramos con ella Braulio, mi hijo, y yo. Ahí, Steve Vai nos dijo que “For the Love of God” era una interpretación que grabó él en un momento espiritual. “Mandé a hacer una pirámide, estuve bajo la pirámide, hice ayuno de 10 días, entonces yo la toqué en un estado de trance mental, espiritual, en un momento de sufrimiento, en donde tanto la toqué para grabarla que mis dedos casi sangraban, y me da gusto que te haya transmitido eso”. Y bueno, tengo canciones más aterrizadas, me gusta “Tears in Heaven”, me parece que es una joya, más su historia, la historia que tiene atrás con Eric Clapton.
¿Tu libro de cabecera?
El gran diseño, de Stephen Hawking. Es un libro que he leído por lo menos cinco veces. Es un libro que recomiendo mucho porque te explica muy bien el funcionamiento de la existencia del universo, de nuestro sistema solar, de la galaxia, de nosotros como seres humanos, de nuestra evolución. Es uno de los grandes 100 pensadores. Cuando vas a Londres y vas a la abadía de Westminster, la lápida de Hawking está al lado de Newton, ahí lo pusieron, al lado de Isaac Newton, de ese tamaño fue Hawking. Sin embargo, a mí me atormenta mucho que una mente tan brillante como Hawking haya concluido en El gran diseño que Dios no existe, y yo creo que es un tema de fe, no científico, y he tratado sus argumentos de estudiarlos en otras fuentes, de contrastarnos con la espiritualidad, con Deepak Chopra, con Brian Weiss, con alternativas que rompen lo científico con lo espiritual y hacer esa mezcla.
Me gusta mucho La silla del águila. Me parece que Carlos Fuentes devela muy bien los fenómenos políticos, de cómo se debe conducir un líder en el caso mexicano. Narra una historia que en algún momento se la atribuyeron, incluso al expresidente Fox. Dice ahí: “pídale al Congreso lo que no quiere para que le den lo que quiere”. Es decir, siempre pida lo que usted desea, al contrario. Es psicología invertida en política. Trae grandes lecciones, me gusta mucho.
Me gustan mucho los libros de derecho que tienen un fondo muy importante, como, po ejemplo, Ronald Dworkin, La justicia con toga, es una gran reflexión sobre los temas de justicia. También me gusta La teoría de la justicia, de John Rawls, me gusta El fundamento de los derechos fundamentales, de Ferrajoli, me gusta mucho El concepto de derecho de Hart. Son todos estos libros de filosofía del derecho, no necesariamente el código penal, sino toda la corriente dogmática y filosófica del derecho. También me gusta Habermas, me gusta Robert Alexy, Alf Ross, Stuart Milton, Jeremy Bentham. Leerlos es romper el techo de la norma jurídica del derecho y abrir la mente a posibilidades de comprensión, no de las leyes sino del concepto del derecho.
¿Tu equipo de fut?
El Necaxa.
Eres el primer necaxista que encuentro en muchos años.
Sí, la verdad es que he sido leal porque muchas satisfacciones no he tenido. Es que la verdad nunca fui tan futbolero. En los años 90, la verdad ese equipo fue un hitazo, Ivo Basay, Ricardo Peláez, Lapuente, de director técnico, el “ratón” Zárate. Siempre me gustó ese equipo, ese Necaxa como jugó, después vino el América y nos desbarató y después se fue a segunda división, primero se fueron a Aguascalientes y dije, bueno, ya me quedé sin equipo. Mi equipo alternativo son los Pumas, porque mi hijo Braulio le va a los Pumas, es Puma de corazón, mi papá también le iba a los Pumas, pero realmente siempre el Necaxa, pero nunca he sido tan futbolero.
Supongo que tus deportes favoritos tienen que ver con el Ironman y con el Ultraman
En efecto, me gusta el ciclismo, la natación y el atletismo. El maratón, admiro mucho a Eliud Kipchoge, por ejemplo, que rompió la barrera de menos dos horas, son gente fuera de serie. El ciclismo pareciera ser aburrido cuando tú ves el Tour de Francia o ves el Giro de Italia, pero es todo un diseño estratégico.
Recomiendo ver en Netflix una serie que se llama “El día menos pensado”, donde el equipo Movistar te explica todas las estrategias, todo el ajedrez, toda la ciencia detrás del ciclismo. Creo que es un deporte muy completo y muy cardiovascular, de mucha respiración. Es de mis deportes favoritos.
¿Cuál es su platillo favorito?
El sushi, me gusta mucho la comida oriental en general, digamos que en los fines de semana no es nada raro que pedimos sushi, y si hablamos de ya platillos mexicanos, el pozole me encanta. Siempre en algún buen lugar el pozole, el menudo, ese tipo de concepto me gusta mucho.
¿Tequila o vino?
Dejé de consumir refresco, Coca-Cola particularmente, hace 15 años, bajé mucho de peso por la Coca-Cola. Por dejarla entonces dejé el ron, dejé el brandy, si me gustaba el ron, pero tengo 15 años que me gusta el tequila derecho, con su chaser, a lo mejor con su sangrita. También me gusta el vino tinto, la verdad es que el vino tinto me parece que está acompañado de todo un aspecto cultural. Entonces el tequila me gusta para poder cantar bien, y siempre que vamos a echarnos una de José José caen muy bien 2, 3 tequilazos, y el vino tinto me gusta mucho para departir con los amigos, brindar en un momento especial.
¿Cuál es tu personaje histórico favorito?
Napoleón Bonaparte. Era el personaje favorito de mi papá. Yo creo que él me transfirió el gustó, él hablaba mucho de Napoleón, a mí me parece que si bien tiene claroscuros, obviamente era un gran líder, un gran general, también era un personaje con características personales muy complejas, éticas, morales, del tiempo y de la época. También hay que contextualizarlo, pero me parece que Napoleón también logra construir un sistema, no solamente es algo que va a las batallas, sino que, por ejemplo, construye todo el sistema jurídico que conocemos después de Roma: los códigos, el código civil, el código penal, todas las leyes que estaban dispersas él las codifica. Y después me parece que él logra transmitir un liderazgo, inspirar a Francia y llevar a esa nación a un momento de exaltación, de progreso, de liderazgo mundial.
Tengo una anécdota muy personal, que es muy íntima, la platico muy poco: mi papá en paz descanse, siempre platicaba que Napoleón tenía un mechoncito de cabello que le caía sobre la frente (mi papá también tenía un mechoncito de pelo muy similar). Entonces, Napoléon agarraba y se cortaba el mechón de pelo, lo envolvía en un listón y lo regalaba a sus soldados y a sus generales. En Francia hay decenas y cientos de familias que tienen mechoncitos de Napoleón.
Al respecto, te quiero platicar que cuando mi papá fallece y está en el crematorio, le dije a mi hijo Braulio que me acompañara y nos metimos al reconocimiento de mi papá. Mi papá ahí estaba y había un ventilador ahí afuera, entonces mientras le rezabamos a su abuelo, el ventilador empieza a hacer que el mechoncito se le empiece a mover, entonces yo veo el mechoncito y haz de cuenta como que me hablaba y me decía: “güey, te lo conté (lo de Napoléon) para que me lo cortaras y te quedaras con él. Córtame el mechoncito como Napoleón, quédatelo, consérvalo”, entonces voltee con Braulio y dije; “oye, vete por unas tijeras”, “¿para qué papá?”, “tráete unas tijeras y una bolsita”, y ahí va Braulio y en esa intimidad, la tristeza y casi en un acto de solemnidad ritual, a mi papá le corté ese mechoncito y lo tengo ahí al lado del buro, en una cajita muy bonita. Cada aniversario luctuoso abro la cajita y conecto a mi papá con Napoleón, con el momento del mechoncito, con el recuerdo. Yo soy mucho de simbolismos, de ese tipo de buscarle la historia a todo.
Si ahorita salieras a la calle y te encuentras a Napoleón. ¿Qué te gustaría decirle?
Me gustaría primero preguntarle si el esfuerzo, el sacrificio que él hizo por liderar a una nación valió la pena en todo lo que sacrificó personalmente. Es decir, a su familia, a su esposa, a sus hijos. Pasó a la historia universal, pero, ¿que lo motivaba, que le daba la valentía, que lo inspiraba para ser el líder de una nación, para ponerse en riesgo? Es tratar de desentrañar al líder, que hay adentro de él, que lo motivaba para echarse para adelante. Sin duda, es un personaje complejo en ese sentido.
Un personaje de ficción
Pues Iron Man, lo asocio mucho con el deporte. A Tony Stark le gusta también la tecnología, tiene ahí esos aparatos, cascos, traje, sus computadoras. Yo me pongo mi traje, cuando alguien me dice algo, me quiere atacar, me quiere insultar o me quiere decir algo que tú sabes que no es verdad. Entonces te pones el traje imaginario y rebota, se te resbala todo. A veces son personajes que te ayudan a identificarte, no como héroes sino más bien para buscar tener esos superpoderes, para poder enfrentar retos, desafíos, momentos, circunstancias.
¿Qué es lo que más te entristece en la vida?
La muerte de mi mamá en enero, sin duda. Fue la perdida de una madre muy cercana, muy sensible, un gran ser humano. Mi mamá sí fue un motor, un empuje, una inspiración y es la que siempre estuvo atrás de mí para que cumpliera yo mis objetivos y fue algo inesperado. Este año ha sido muy difícil para mí su ausencia, Hay segundos —luego le debe pasar a muchos que han perdido a su mamá—, y que es el lapso en que uno va en el carro y dice: “¿puedo ir a verla?… no, no puedo ir a verla, ya no está”. Y eso es algo que nos deja huérfanos y tampoco está mi papá ya. Entonces ese referente, ese consejo y los los problemas que hoy tengo, me entristece no poderle pedir una opinión: “mamá, ¿tú qué harías?… Mira, me fue muy bien, quiero celebrarlo contigo, mamá tengo esta tristeza, este dolor ¿qué me dices, que me orientas?”, era muy sabia. Entonces pues lo que más me ha dolido es la perdida de mi mamá.
Por el contrario, ¿qué es la felicidad para ti?
La felicidad es un estado de conciencia de un momento específico que te permite ser feliz en la experiencia de vivir ese instante, ese momento: ver la Vía láctea con tus propios ojos, ese instante de comprenderte y de entender que el universo es maravilloso, cruzar la meta de un maratón, luego de años y años de preparación, el nacimiento de tus hijos, tenerlos en los brazos, verlos como van creciendo, como se van desarrollando, como se vuelven personas adolescentes, adultas y la felicidad de verte extendido, una parte tuya en tus hijos y su realización. Eso me hace a mí muy feliz y creo que van bien mis hijos y que espero ya los nietos. Braulio, mi hijo, yo creo que es el top. Muchos amigos me dicen: “a poco quieres ser abuelo”, “me urge, me urge ser abuelo”, “pero te vamos a decir el abuelito”, “pues sí”, “¿por qué?”, “porque le voy a durar más a mi nieto”. Pero todavía no me dan la sorpresa, a ver si ya se apura.
¿Cuál es el principal rasgo de tu carácter?
Pues creo que soy tolerante, soy resiliente, o sea, sé digerir, sé no abrumarme y tener euforias en los momentos felices o de éxito y también sé en los momentos de dolor no derrumbarme, ser resiliente, ser tolerante tanto a los momentos de éxtasis como a los momentos de dolor. Creo que puedo guardar un equilibrio ahí entre esos dos extremos.
¿Qué es lo que más detestas de los hábitos propios?
Fíjate que soy muy malo en la cocina, no sé cocinar nada, destapo una lata de atún y se me echa a perder. Entonces soy malo en la cocina, me desespera, y luego me dicen en la casa: “oye, prepárate algo bien”, y agarro la tortilla, le pongo un jamón, literal y cierro y aparte a mí me sabe riquísima, “pero no, ponle un jitomate y cebollas y ponlo en el horno de microondas”. Pero no, nunca he conectado yo con la cocina, porque son hábitos que no les tengo paciencia y si me pones, por ejemplo, en un asador, pues yo veo a mis amigos, me gusta la carne asada, y ellos están meneando, “vente al asador”, “no, no, no”. Ahí le doy la vuelta, y no tengo el hábito de la gastronomía, o de la cocina o de yo prepararme mis cosas. Soy muy simple en este tipo de cosas.
¿Y de los hábitos ajenos, qué es lo que más te molesta?
La ausencia de limpieza y de orden, si veo algo desordenado, sucio, pues a lo mejor sí busco limpiar ahí, se cayó la gotita, hay que limpiarlas, ordenar, no soy obsesivo con eso, pero sí me gusta el orden y me gusta la limpieza. Entonces que alguien no sea limpio o no sea ordenado, me puede descontrolar un poco.
¿Qué don te gustaría poseer?
Pues el de la ubicuidad, porque a veces uno quiere estar aquí y ahorita quisiera estar en Valle de Guadalupe echándome un vino, o estando en Baja California tomando una buena foto, o andando ahorita en mi bicicleta acá en un tour. Entonces poderme duplicar, clonar y disfrutar muchas cosas a la vez, el don de la ubicuidad debe ser muy interesante para explayar y expandirte en muchas dimensiones.
¿Cómo te gustaría morir?
Pues con mis hijos, con mi familia, yo sé que la hora final no está predeterminada con una enfermedad, puede haber un accidente, puede haber un momento inesperado. Pero yo me veo con mis hijos, con mi familia, con las personas que amo. Me veo acompañado, y tengo miedo a morir solo. Además tengo grandes preguntas, interrogantes, reflexiones, estudios, he leído mucho sobre el tema, científicamente, espiritualmente la muerte para mí es una gran pregunta, el paso, y quisiera hacerlo tranquilo, espiritualmente. Creo que en este punto estoy, pues yo ya por bien servido, no me quiero morir mañana, pero si me pasara, o me sucediera, lo haría con una sonrisa, o sea, yo diría hoy “estuvo de poca madre este viaje, ha sido un gran viaje”, hasta mi edad, estos 52 años he vivido muchas cosas que me han alimentado mucho el alma y tengo muchísima gratitud con la vida.
Defínete en tres palabras.
Persistente, tolerante, resistente. Creo que al final resistir la vida es un tema de diario, de día a día sobrevivir, tolerar, pues muchas veces hay cosas que no nos gustan y hay que adaptarse, y poder ser una persona flexible, dúctil.
¿Dónde y cómo te ves al finalizar tu encargo como magistrado presidente?
Me gustaría haber aportado una semillita extra al Poder Judicial. Venimos construyendo sobre hombros de gigantes. Quienes me precedieron han hecho una gran institución. El 3 de junio de 2026 el Poder Judicial cumplirá 200 años, y estos 200 años pues vienen de mucha gente que ha trabajado hoy, ayer y anteayer por esta institución. A mí me gustaría terminar el encargo con la satisfacción de haber ya presidido dos poderes del estado: el Poder Legislativo y el Poder Judicial, y abrir paso a una etapa de mi vida —hoy tengo 52, tendré 55, 56— en donde pueda también pensar ya más en proyectos que me tengan más consolidado profesionalmente, pero además pensando ya más en lo personal, darme espacios personales para muchas cosas que siempre he querido hacer y que no he hecho por ya más de 30 años de estarle dedicando a la chamba y el servicio público. No tengo un proyecto, una perspectiva de encargo público visualizado en el futuro, tengo la convicción de una tarea que quiero terminar bien en 2027 y cerrar un ciclo sin tener la mirada fija en alguna ambición, en alguna obsesión. Yo ya más bien ya buscaré otros poderes: el poder dormir, el poder tomar un vino, el poder viajar, el poder amar, el poder ser amado. Son tres años muy vertiginosos los que tengo por delante. Ya después buscaremos otros poderes.
¿Cómo ves a Querétaro hoy después de los sucesos del sábado 9 de noviembre? ¿Ha cambiado tu visión sobre el estado?
Todos estamos consternados, es una herida en la comunidad, en los sentimientos del queretano. Esto despierta muchos sentimientos encontrados entre las víctimas, entre aquellos que tienen que pagar por no solamente un hecho en concreto, sino que se descompone el anhelo, el sueño queretano, de un estado que quiere ser tranquilo, que puedas salir a la calle, que puedas disfrutar con tus amigos y amigas y salir en la noche. Creo que las autoridades están haciendo el trabajo que corresponde con mucho énfasis para no permitir que esto se vuelva un escalada, sino que sea un punto final a un evento muy lamentable. Todos queremos cooperar para que esto no vuelva a suceder y que esa cicatriz que aquí se queda, pueda ser un trago amargo pero también un área de oportunidad para poder sensibilizarnos, para que a Querétaro no le pase lo que a muchas partes de México les ha pasado.
Tu opinión sobre la reforma judicial.
Decía Cicerón: “las leyes se ganan en la calle” y hay que razonar porqué llegamos a este punto, porqué llegamos a estos cambios pendulares tan profundos, a veces tan radicales en algunas de sus expresiones. Pero me parece que en estos momentos que vive México el Poder Judicial tendrá que acercarse más a la gente, caminar más la calle, comprender más la perspectiva para juzgar. El juez no debe hoy solamente saber derecho, no puede solamente saberse y recitarte la Constitución o el código penal o el código civil, tiene que pulsar los problemas, la realidad social, los orígenes de la marginación, de la desigualdad, lo que lleva a la delincuencia, lo que lleva a el incumplimiento de un contrato, lo que lleva a la violencia familiar, la perspectiva de la niñez, la perspectiva de un indígena otomí, sus usos y costumbres y qué forma parte de un juicio. Es decir, juzgar con perspectiva es obligar a los jueces y juezas, personas juzgadoras a que salgamos a la calle al encuentro con empresarios, con activistas sociales, a comprender a la sociedad, al momento que vive México, a las nuevas generaciones, a los movimientos de diversidad sexual, a todas las áreas que hoy componen la tecnología, la inteligencia artificial. Hay tantas cosas en donde hoy un juez y un abogado no se puede permitir solamente saber de derecho, tenemos que abrir la mente y si este tema de la elección popular nos va a sacar a la calle pues bienvenido, porque nos va a permitir tocar, convivir, socializar, tener comunicación con muchos sectores sociales y quizás los jueces no hablen ya solamente por sus sentencias, sino se conviertan también en sensores de la vida pública, de la realidad que vive la gente ahí afuera que busca obtener justicia.
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Excelente entrevista. Entrar a las entrañas de los servidores públicos, los hace más humanos. Gracias.