La crisis de inseguridad y violencia que vive el país incluye a Querétaro.
Aunque esta expresión semeje una verdad de perogrullo es menester referirla y reiterarla cuantas veces sea necesario si aún hay quienes no comprenden la realidad que vive México y la entidad.
El territorio queretano no es (ni ha sido) una “paradisiaca isla” ubicada en el centro de la nación, libre de violencia, delincuencia e inseguridad. Nada de eso.
Por eso, porque forma parte del concierto nacional es que no resulta extraño que la percepción social de la inseguridad pública se haya incrementado en el último trimestre de 2024 entre la población queretana.
Cifras y sus motivos
Dicho aumento fue notorio pues de septiembre a diciembre de 2024, la población que consideraba que es inseguro vivir en territorio queretano pasó de 38.3 a 66.1 por ciento; es decir, 66 de cada 100 habitantes en la entidad tienen temor por la inseguridad. Creció casi el doble.
Estas cifras se refieren a la percepción de la gente; es decir, a la impresión, opinión y/o sentimientos que los individuos construyen sobre los procesos sociales de su entorno.
Ciertamente que la percepción no necesariamente representa a la realidad global, aunque sí se conforma a partir de la cotidianeidad de cada individuo.
Para explicarlo mejor, cito al profesor de psicología social de la Universidad de Harvard, León Mann, quien afirma que “el centro de la percepción es el proceso… en que se lleva a cabo la definición de una situación social…”
Esto es, en términos llanos, la forma en que cada persona interpreta su realidad. Esta interpretación se construye a partir de su vida cotidiana: la casa, la calle donde vive, la colonia, el transporte público, el alumbrado, la limpieza de la ciudad, las “bolitas” que se reúnen a tomar licor, la ausencia/presencia de la policía, la observación de agresiones y hasta de crímenes.
Entonces, las cifras brindadas por la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), publicada apenas el 23 de enero de este año, nos indican que más gente se siente insegura en Querétaro a causa de uno o varios de estos factores.
De acuerdo a la referida encuesta, tal percepción se deriva de elementos como el temor al delito, la atestiguación de conductas delictivas o antisociales o de conflictos y/o enfrentamientos.
Deriva de la vivencia en hogares que han sido víctima de robo, de extorsión o de fraude (victimización) y del acoso y/o violencia sexual sufrida u observada.
Influye la opinión o el sentir que se tiene sobre el desempeño de las policías municipal, estatal; de la Guardia Nacional, el ejército, la fuerza aérea mexicana y la marina para prevenir y combatir la delincuencia.
Por supuesto, también son elementos que dan cuerpo a tal percepción, la opinión que se construye sobre el desempeño gubernamental y las experiencias de actos de corrupción en el contacto con autoridades de seguridad pública.
Este conjunto de elementos pueden llevar al cambio de conductas como la adopción de hábitos distintos a los acostumbrados (ya no salir a cenar, retirarse más temprano a casa, no abordar taxis…) o a vivir con temor.
Simplificadores
Por estas consideraciones es que resulta de extrema gravedad que haya todavía quienes quieren minimizar o simplificar la situación que, en general, vivimos en México y especialmente en la capital queretana.
Es el caso del presidente municipal, Felipe Fernando Macías, quien en una entrevista que sostuvo la semana pasada en un noticiero de corte nacional, afirmó que esta elevación en la percepción de inseguridad se debió, exclusivamente, a lo sucedido en noviembre del año pasado en el bar “Los Cantaritos”, en el que fueron asesinadas una decena de personas.
Y como él ya encontró la causa, vaticinó que en la siguiente ENSU todo volverá “a la normalidad”. Ya veremos.
Ese es el camino equivocado para tratar de resolver la severa problemática que enfrentamos.
Ya lo hemos referido; vivimos tiempos que reclaman entendimiento, sinceridad, ética, unidad y decisión.
Juan José Arreola de Dios
Periodista / Comunicación Política
Twitter (X): @juanjosearreola
