El 19 de octubre del 2024, el Dr. Stefan Rahmstorf, un especialista en Física de los océanos presentó, ante la Asamblea del Círculo Polar Ártico en Reykjavik, Islandia, una conferencia sobre la situación actual de la AMOC (siglas en inglés de la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico) y los diversos modelos que se han propuesto para su estudio, cuya recensión tradujo el Dr. Antonio Sarmiento y encontrarán en extenso líneas abajo.
Me permito simplemente resumir que los diversos estudios referidos por el Dr. Rahmstorf indican que, muy peligrosamente, la corriente atlántica referida —la cual transporta calor y nutrientes del Ecuador hacia los polos y de la cual la Gulf Stream es sólo una parte— a causa del calentamiento global se está ralentizando.
De incrementarse tal fenómeno, la temperatura de buena parte de Europa se haría mucho más fría e incluso —si llegara detenerse— convertiría en parte del Polo Norte a muchas naciones europeas –no sólo a Rusia o Islandia, sino también a Noruega, Finlandia, Suecia, Alemania, Dinamarca, el Reino Unido u Holanda. La afectación, además, no se limitaría a Europa, sino que dañaría a toda la tierra —transformando en sabanas a las selvas amazónica y congoleña— y, en resumen, afectando al clima de la tierra toda.
El Dr. Rahmstorf suma su voz a la de todos aquellos que intentan alertarnos respecto a la urgencia de detener las emisiones de gases de efecto invernadero derivados de la quema de combustibles fósiles y del consumo desaforado de carne vacuna. La detención de la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico ocasionaría una verdadera catástrofe planetaria. Veamos la traducción del Dr. Sarmiento:
La AMOC[1] se está desacelerando ¿es estable? no; ¿se está desacelerando? Sí
Stefan Rahmstorf.
Últimamente, ha habido un pequeño chispazo mediático[2] sobre el tema de la desaceleración de la AMOC, que va desde que la AMOC está “al borde del colapso” hasta que es “más estable de lo que se pensaba anteriormente”. AMOC, por supuesto, se refiere a la Circulación Meridional Atlántica, uno de los principales sistemas de circulación oceánica del mundo que mantiene la región del Atlántico norte (incluida Europa) excepcionalmente cálida para su latitud.
¿A qué se debe este chispazo?
Como suele suceder con este tipo de eventos mediáticos, no hay mucha sustancia científica detrás de ellos, excepto por los pequeños pasos incrementales habituales en la búsqueda de una mejor comprensión. Es raro que un solo artículo derribe nuestro pensamiento, aunque lamentablemente, los informes de los medios de comunicación dan esa impresión frecuentemente. La ciencia real es más como un enorme rompecabezas, donde cada nueva pieza agrega un poco a la imagen en formación.
El último artículo es una nueva reconstrucción de cómo ha cambiado la AMOC en los últimos 60 años, por Jens Terhaar et al.[3]. El contexto de esta discusión es familiar para nuestros lectores habituales (de lo contrario, simplemente ingrese “AMOC” en el campo de búsqueda de cualquier buscador confiable): las mediciones adecuadas del flujo de AMOC solo están disponibles desde 2004 en el proyecto RAPID[4], por lo que para épocas anteriores necesitamos usar pistas indirectas. Una de ellas es la “huella digital” de los cambios de AMOC en la temperatura de la superficie del mar, como se analiza en el artículo de Caesar et al. (2018)[5] (Fig. 1). Allí se usa la anomalía de temperatura de la mancha fría (noviembre-mayo) como índice de la fuerza de la AMOC. Otros estudios han utilizado otros patrones de temperatura o salinidad de la superficie del mar, así como datos proxy paleoclimáticos (por ejemplo, tamaños de grano de los sedimentos), y generalmente se encuentra una disminución de la AMOC desde el siglo XIX superpuesta con alguna variabilidad decenal. El nuevo artículo critica la reconstrucción de Caesar et al. y sugiere un nuevo método que utiliza flujos de calor superficial a partir de datos de reanálisis como indicador de la fuerza de la AMOC.

A continuación, tres preguntas al respecto.
1. ¿Funciona bien la “mancha fría” como indicador de la AMOC?
Se ha probado en las ejecuciones históricas de 15 modelos climáticos CMIP5 diferentes en Caesar et al. 2018 (Fig. 1) y se descubrió que funciona muy bien, excepto para dos modelos atípicos que se sabía que no producían una AMOC realista. Ahora Terhaar et al. rehicieron esta prueba con la nueva generación de modelos CMIP6 y descubrieron que funciona menos bien, es decir, la incertidumbre es mayor (aunque para futuras simulaciones donde la AMOC muestra una disminución significativa en los modelos, el índice AMOC también funciona bien en este análisis).
Ello plantea la pregunta: ¿qué modelos son mejores para este propósito: CMIP5 o CMIP6? Uno podría pensar que los modelos más nuevos son mejores, pero este no parece ser el caso de CMIP6. Independientemente del AMOC, los modelos CMIP6 generaron una gran controversia cuando se dieron a conocer sus resultados: la sensibilidad climática de un subconjunto de “modelos calientes” era demasiado alta, estos modelos no reproducían bien la evolución de la temperatura pasada (en comparación con los datos observados) y el IPCC tomó la decisión sin precedentes de no presentar proyecciones futuras como un simple promedio del modelo más/menos la diferencia entre el modelo y el modelo, sino que utilizó el nuevo concepto de “calentamiento global evaluado”[6], en el que los modelos se ponderan según lo bien que reproducen los datos de observación.
En el Atlántico Norte, las ejecuciones históricas de los modelos CMIP6 en promedio no reproducen la “mancha fría” a pesar de que ésta es una característica tan llamativa de los datos observacionales, como se muestra claramente en el Resumen para los responsables de políticas del AR6 del IPCC (ver Figura 2). De los 24 modelos CMIP6, 23 subestiman el enfriamiento de la superficie del mar en la “mancha fría”. Y la mayoría de los modelos CMIP6 incluso muestran un fortalecimiento de la AMOC en el período histórico, que estudios anteriores han demostrado que está vinculado a un fuerte forzamiento de aerosoles en muchos de estos modelos (por ejemplo, Menary et al. (2020)[7], Robson et al. (2022)[8]. La evolución histórica de la temperatura del hemisferio norte en los modelos con un fuerte efecto de aerosoles “no es consistente con las observaciones” y “simulan el signo equivocado de las tendencias de salinidad de la superficie del Atlántico Norte subpolar”, como escriben Robson et al. Por lo tanto, consideremos que los modelos CMIP6 son menos adecuados que los CMIP5 para probar qué tan bien funciona la “mancha fría” como indicador de AMOC.

2. ¿Es mejor el nuevo método de reconstrucción de la AMOC, basado en la pérdida de calor superficial?
En los modelos CMIP6 parece que sí, y el vínculo entre el transporte de calor de la AMOC y la pérdida de calor superficial hacia el norte tiene sentido físico. Sin embargo, en los modelos la pérdida de calor superficial es perfectamente conocida. En el océano real, no es una cantidad observable. Debe tomarse de simulaciones de modelos, el llamado reanálisis. Si bien estas simulaciones asimilan datos de observación, en la mayor parte de la superficie del océano se trata básicamente de temperaturas de la superficie del mar, pero la pérdida de calor superficial también depende de la temperatura del aire, la velocidad del viento, la humedad, la radiación y la cobertura de nubes de formas complejas, todas las cuales no se conocen con precisión. Por lo tanto, estos datos de pérdida de calor superficial son mucho menos precisos que los datos de temperatura de la superficie del mar y, por ello, no son adecuados para reconstruir la evolución temporal de la AMOC.
Esto se ve respaldado por el hecho de que se utilizaron dos conjuntos de datos de reanálisis diferentes, lo que dio lugar a reconstrucciones de la AMOC bastante diferentes. Además, la evolución temporal de la AMOC que encontraron difiere de otros métodos de reconstrucción para el mismo período de tiempo (véase el punto 3 abajo).
Y hay otra cuestión: ya se ha analizado anteriormente la tendencia del flujo de calor superficial de ERA5, como se muestra en el artículo en Oceanography (2024)[9]:

En ambas figuras (tanto en la temperatura como en el flujo de calor superficial) se puede ver la “huella” de la desaceleración de la circulación meridional atlántica (AMOC), que incluye tanto la “mancha fría” como un calentamiento a lo largo de la costa este debido a un desplazamiento hacia el norte de la Corriente del Golfo, que también es un síntoma del debilitamiento de la AMOC. Sin embargo, Terhaar et al. integran todo el Atlántico norte al norte de los 26°N, de modo que el área roja de pérdida de calor creciente compensa en gran medida el área azul de pérdida de calor decreciente. Por lo tanto, en su análisis, estas dos cosas se cancelan, mientras que en el concepto establecido de la “huella” (véase Zhang, R. (2008)[11] estas dos cosas refuerzan la evidencia de un debilitamiento de la AMOC.
3. ¿Cómo se comparan estas nuevas reconstrucciones con otras?
Veamos cómo se comparan las reconstrucciones de Terhaar (las dos de abajo):

La reconstrucción de la parte inferior, que utiliza un producto de reanálisis de Japón, en nada se parece, mientras que la reconstrucción azul, que utiliza el reanálisis europeo ERA5, al menos tiene en común con otros datos el mínimo de los años 1980 y el máximo de principios de los años 2000, aunque con una amplitud mucho menor; es mucho más suave. Por lo tanto, también omite la fuerte disminución de la AMOC de 2004-2010 y la posterior recuperación parcial observada en las mediciones de RAPID, así como en las reconstrucciones de Caesar y Worthington. Una razón principal para la falta de una tendencia significativa en las reconstrucciones de Terhaar es además el intervalo de tiempo que utilizaron; para el mismo lapso de tiempo, la reconstrucción de Caesar tampoco muestra una tendencia ni remotamente significativa (el valor p es solo 0.5), por lo que, en este sentido, nuestras reconstrucciones coinciden en realidad para el período en el que se superponen. El hecho de que la nuestra muestre una disminución significativa de la AMOC se debe a la AMOC estable que encontramos durante 1900-1960, que es más fuerte que en los sesenta años siguientes. En este caso, nuestro método de reconstrucción demuestra su ventaja, ya que existen datos fiables y precisos sobre la temperatura de la superficie del mar que datan de tiempos muy remotos.
Por lo tanto, el nuevo intento de reconstruir la AMOC no es más fiable que los métodos anteriores basados en patrones de temperatura o salinidad, en cambios de densidad en la región de la “mancha fría” o en varios datos paleoclimáticos indirectos, que han concluido que hay un debilitamiento. Pero como no tenemos mediciones de corriente directa que se remonten lo suficiente en el tiempo, sigue habiendo cierta incertidumbre al respecto. Sin embargo, el nuevo estudio no cambia la evaluación del debilitamiento de la AMOC en forma alguna.
Todos están de acuerdo en que la AMOC se debilitará en respuesta al calentamiento global en el futuro y que esto plantea un riesgo grave, ya sea que este debilitamiento haya surgido ya de la variabilidad natural en los limitados datos de observación que tenemos o no. De ahí la carta abierta de 44 expertos[14] presentada en octubre en la Asamblea del Círculo Polar Ártico, que dice:
“Nosotros, los abajo firmantes, somos científicos que trabajamos en el campo de la investigación climática y creemos que es urgente llamar la atención del Consejo Nórdico de Ministros sobre el grave riesgo de un cambio importante en la circulación oceánica en el Atlántico. Una serie de estudios científicos realizados en los últimos años sugieren que hasta ahora se ha subestimado en gran medida este riesgo. Un cambio de esta magnitud en la circulación oceánica tendría consecuencias devastadoras e irreversibles, especialmente para los países nórdicos, pero también para otras partes del mundo”.
Trad. Dr. Antonio Sarmiento Galán.
Cuernavaca, Morelos, 7 de febrero de 2025.
Antonio Sarmiento Galán es investigador del Instituto de matemática de la UNAM.
Luis Tamayo Pérez es profesor de la FP, UAEM.
[1] Siglas en inglés de Circulación Meridional Atlántica de Retorno
[2] https://www.cjr.org/the_observatory/whiplash_climate_journalism.php
[3] https://www.nature.com/articles/s41467-024-55297-5
[5] https://www.nature.com/articles/s41586-018-0006-5
[6] https://www.nature.com/articles/d41586-022-01192-2
[7] https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2020GL088166
[8] https://journals.ametsoc.org/view/journals/clim/35/20/JCLI-D-22-0124.1.xml
[9] https://tos.org/oceanography/article/is-the-atlantic-overturning-circulation-approaching-a-tipping-point
[10] https://tos.org/oceanography/article/is-the-atlantic-overturning-circulation-approaching-a-tipping-point
[11] https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2008GL035463
[12] https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/2015GL063220
[13] https://os.copernicus.org/articles/17/285/2021/
[14] https://en.vedur.is/media/ads_in_header/AMOC-letter_Final-export.pdf
AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “ECOSOFÍA”, LA COLUMNA DE LUIS TAMAYO PARA LALUPA.MX
https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/luis-tamayo-perez-ecosofia