TEXTO: GABRIEL ACOSTA Y ÁNGEL YEHUDA, CENTRO UNIVERSITARIO DE PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN (CUPI)
FOTOS: MAR ARVIZU Y GABRIEL ACOSTA
Siete de cada diez personas nacidas en pobreza en México morirán en ella, mientras que ocho de cada diez nacidas en riqueza la conservarán, sin importar su talento o esfuerzo, advirtió Máximo Jaramillo Molina, autor del libro Pobres porque quieren: Mitos de la desigualdad y la meritocracia, en el marco de su visita a Querétaro.
Jaramillo Molina señaló que el sistema “meritocrático” culpabiliza a las personas que viven en pobreza por encontrarse en esa situación, al utilizar narrativas que justifican el sistema, como “si no trabajan es porque no quieren”.
Destacó que el debate acerca de las pobrezas en México necesita centrarse en que es un resultado de la sobreexplotación laboral.
Durante la presentación del libro, realizada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la UAQ, Máximo Jaramillo enfatizó que la desigualdad no se reduce a brechas económicas, sino que implica relaciones de poder y opresión.
La evidencia de su trabajo, combinada con su experiencia como creador del proyecto Gatitos contra la Desigualdad, subraya su tesis central: México no es un país pobre, sino “profundamente desigual”, donde la riqueza de pocos depende de la explotación de muchos.
Explicó que estructuró el libro para contrastar los “sueños” que venden estas narrativas con la realidad: la riqueza en México suele provenir de herencias, privatizaciones y explotación laboral, no de méritos individuales.
Máximo Jaramillo también abordó la paradoja de que las sociedades más desiguales, como las de México, sean las que más creen en la meritocracia.
Lo atribuyó a las “burbujas de clase” que segregan a la población, impiden que sectores privilegiados comprendan las barreras de los menos favorecidos y que estos últimos vean más allá de las promesas de superación individual.
Propuso un cambio de perspectiva: los logros y fracasos no son sólo individuales, sino colectivos. Exhortó a las y los asistentes a exigir transformaciones estructurales, como políticas redistributivas y acceso a derechos básicos como la vivienda.
También se refirió a la desigualdad de tiempos que sufren las personas de clase baja y media, otra de las narrativas para justificar las desigualdades. Permite sostener frases como “todos poseemos las mismas 24 horas”, cuando sólo un sector puede invertir su tiempo en actividades de su preferencia; mientras que la población de clases económicas media y baja tiene que escoger a qué actividades dedicarán su tiempo.
“La desigualdad en México surge a raíz de la lucha de clases”, destacó Máximo, académico y activista, al explicar los mitos alrededor del sistema “meritocrático”.

El libro: una crítica a la meritocracia
El viernes 21 de marzo de 2025, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la UAQ fue escenario de la presentación del libro Pobres porque quieren: Mitos de la desigualdad y la meritocracia, escrito por Máximo Jaramillo Molina.
El evento reunió a estudiantes, académicos y público interesado en un diálogo sobre las narrativas que legitiman la desigualdad en México.
La presentación, moderada por Alejandra León Olvera —especialista en estudios culturales, género y criminología crítica—, contó con las intervenciones de Alan Rodríguez Ortiz, Laura Ugalde Pérez y María León, quienes aportaron análisis y perspectivas sobre la obra, enriquecieron la discusión con sus experiencias y reflexiones.
Pobres porque quieren es mucho más que un título provocador; es una ironía que Máximo Jaramillo utiliza para cuestionar las creencias que atribuyen la pobreza a la falta de esfuerzo individual y basan el éxito en un logro exclusivamente personal.
Siete capítulos abordan mitos como “los pobres son pobres porque quieren”, “cualquiera puede ser millonario” o “la educación te va a sacar de pobre”.
Con un enfoque sociológico y datos, Jaramillo Molina desmonta estas ideas, al argumentar que la pobreza en México no es una elección personal, sino el resultado de conflictos estructurales de clase, género y raza, perpetuados por un sistema que beneficia a las élites económicas.
El estilo en la redacción lo hace una herramienta de utilidad para estudiantes, académicos y cualquier persona interesada en entender las raíces de la desigualdad.
Desnuda “la perversidad de la meritocracia”
María León, del doctorado en ciencias sociales, elogió la empatía y el rigor de Jaramillo. Enfatizó cómo el libro desnuda la “perversidad de la meritocracia”.
Rescató la idea de que la pobreza es feminizada, vinculada a brechas salariales y al trabajo de cuidados que recaen desproporcionadamente en las mujeres.
Sugirió al autor explorar temas como el enriquecimiento ilícito de la clase política y la movilidad social descendente.
“En México no hay pobreza porque hay riqueza descomunal; existe opresión, dominación y explotación”. Su análisis subrayó la necesidad de un cambio colectivo para enfrentar estas desigualdades.
Alan Rodríguez Ortiz, estudiante de economía empresarial y antropología, abrió el diálogo con una reflexión personal que conectó con el libro. Habló de cómo su familia valora la educación como una vía para salir de la pobreza, pero cuestionó su efectividad real en un contexto de salarios bajos y desigualdades persistentes.
Destacó el análisis de Jaramillo sobre las disparidades de género y raza, en la exclusión de los pueblos originarios, cuya desventaja histórica se remonta a la Colonia.
“Hay una discrepancia entre la teoría de la educación y la práctica”, afirmó. Recomendó el libro por su capacidad para derribar mitos con datos accesibles, especialmente para estudiantes de ciencias sociales.
Laura Ugalde Pérez, ingeniera en energías renovables con trayectoria en desarrollo social, ofreció una crítica incisiva a frases meritocráticas como “todos tenemos las mismas 24 horas” y “la mejor forma de ayudar al informal es formalizándolo”.
Argumentó que estas ideas ignoran las condiciones materiales desiguales —jornadas laborales extenuantes, falta de transporte eficiente o responsabilidades familiares— que limitan el tiempo y las oportunidades de las personas.
Sobre la informalidad, señaló que el Estado suele criminalizarla en lugar de reconocerla como una forma de supervivencia y resistencia, proponiendo políticas que protejan la autonomía de los trabajadores informales sin imponer modelos excluyentes.

Interés por estudiar la desigualdad comenzó con crisis de 1994
Máximo Jaramillo, agradecido por los comentarios, reveló que su interés por estudiar la desigualdad se consolidó con las vivencias de su familia durante la crisis de 1994-95, cuando participaron en El Barzón, un movimiento de defensa por la vivienda.
Esta experiencia personal, combinada con más de una década de investigación, moldeó su enfoque crítico hacia la meritocracia.
Alejandra León, moderadora, destacó la importancia de estos diálogos para “retribuir a las nuevas generaciones” y fomentar conciencia crítica.
El evento cerró con una ronda de preguntas que profundizó en temas como la desigualdad del tiempo y la informalidad, dejando una sensación de urgencia por actuar frente a las estructuras que perpetúan la desigualdad.
Pobres porque quieren se consolida como una obra imprescindible para entender el México actual. Disponible en el evento y altamente recomendado por los ponentes, el libro no sólo denuncia, sino que inspira a imaginar soluciones colectivas.
“No es tu culpa, pero sí es nuestra responsabilidad cambiarlo juntos”, concluyó Máximo.
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