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El jazz también se toca los miércoles

EMMANUEL ESAÚ PARRA VALLE*

La mayoría podría pensar que la gente se reúne a disfrutar de la música y comer algo solo en fin de semana, y que los miércoles en la noche sólo se utiliza para comer algo rápido e ir a descansar para la jornada del siguiente día, pero esta vez fue diferente.

Noche de miércoles. 26 de marzo. El “Moser Café Kultur” fue testigo de un show que transmitía la esencia de la música jazz en las manos del pianista Gabriel Hernández, el baterista Juan Ale Sáenz y el contrabajo de Adrián Flores.

La recepción iniciaba a las 8:30 de la noche, pero desde momentos antes se empezaba a notar no solo la presencia de la gente, sino las ansias de nutrir del cuerpo, tanto de manera apetitosa como emocional, desde el principio en el lugar se sentía una fragancia de durazno combinada con los vapores de las máquinas de café, además de escuchar los últimos detalles de afinación por parte de los integrantes del trío para el concierto.

La gente empezaba a llenar los asientos de manera calmada. Algunos preferían empezar a tomar sus lugares y ordenar su cena antes del recital, otros se mantenían platicando entre sí, como si tuvieran tiempo sin verse y que era el momento justo para ponerse al corriente. Los últimos esperaban, preferían hacerlo desde afuera para tener mayor privacidad o simplemente esperaban a sus acompañantes en el frío.

Las paredes mantenían un estilo vintage, rodeadas de ladrillos y con estantes llenos de libros que empapaban un ambiente de confianza y confort para el jazz, incluso con banderas y otros decorativos que hacen alusión a las antiguas tabernas y cafés irlandeses.

Ya pasadas las 8:50 de la noche, el recinto estaba listo para empezar el espectáculo. Los instrumentos estaban correctamente afinados. Desde atrás podía apreciarse muy pocos lugares vacíos.

“Ladies and gentlemen, listos para el gran concierto (…)”

No es hasta que el reloj marca las 9:02 de la noche que el presentador anuncia el inicio: “Ladies and gentleman, señoras y señores, listos para el gran concierto … reciban al gran maestro cubano que realmente vibra la música … Gabriel Hernández … regresando del mayor festival de jazz en La Habana”.

A su vez todo el lugar se desplegaba en aplausos para recibir a las estrellas de esta noche.

El maestro Gabriel Hernández agradece los aplausos. “Buenas noches mi gente, hermanos … yo estoy muy feliz de estar un día más de vida en uno de mis recintos favoritos, tocando esta hermosa música …  muchos colegas me dicen que he mejorado mucho en mi forma de tocar. ¿Y cómo no voy a tocar así de bien? Miren los leones que me están acompañando”.

Presenta a Adrián Flores y Juan Ale Sáenz, siendo esto algo que repetiría al terminar cada pieza.

Da inicio el concierto con un tema de la autoría del maestro, entre las palmas, los músicos empiezan a tocar. A simple vista parece que tratan de llevar el ritmo de la melodía de forma apresurada y al mismo tiempo crear una armonía entre los tres, pero no, todo lo contrario, el ritmo es así de frenético por el mensaje de la obra y la armonía es la que realmente se crea en los asientos de la gente.

Las copas de vino y los espressos no paran de salir de la barra, también órdenes de platillos que ayudan a hacer más disfrutable esta experiencia.

La gente murmura para evitar molestar a la música, habla y aprecia la calidad del espectáculo o simplemente platica, por cierto, llegaron a tener una pequeña audiencia internacional, que en el idioma del otro lado del río, expresaban la admiración por el trabajo de los artistas, que a la vez lo daban todo en el escenario, principalmente el contrabajo que hacía un solo.

Al terminar la primera canción, Gabriel agradece los aplausos, pero, sobre todo, la presencia de uno de sus maestros, Luis Gasca, quien, entre reconocimientos dichos por el mismo Gabriel, como grabar discos con Carlos Santana y tocar junto a Dámaso Pérez Prado, se acerca al escenario para hablar un poco de su vida musical.

Tuve la oportunidad de ir a Japón con el maestro Pérez Prado … además de colaborar con leyendas como Ray Charles y Santana … soy nacido en León, Guanajuato… siempre orgulloso de la música”.

Anuncia su cercano retiro en el teatro Angela Peralta en San Miguel de Allende, despidiéndose con un cumplido para los músicos “Aquí tenemos a lo mejor”.

Aplausos y ritmo en For ending

La segunda pieza, de título “For ending”, comenzaba. El silencio se apoderó de todo el lugar alrededor de las 9:35, dejando solo a escuchar la melodía, cuando a media pieza la batería roba la atención del publico con un nuevo solo, mismo que volvía a dar entrada a todo el conjunto, una acción que fue aplaudida por todos los espectadores.

Hubo una baja de ritmo, pero no solo en la pieza, sino en el clima del servicio, pues varios integrantes del personal que trabaja ahí, tomaban pequeños ratos para apreciar el momento, ya fuera desde su estación o alguna pequeña esquina del recinto, aunque seguían alerta por si se ofrecía algo.

Al terminar la canción, Hernández vuelve a hablar al público: “mi meta siempre va a ser feliz ser feliz … estoy muy feliz … yo estuve entre la vida y la muerte, le pedí al ser superior que me fuera, pero una parte dentro de mí decía quiero vivir, tocar, viajar el mundo y seguir.”

Por otro lado, compartió anécdotas de su vida personal que lo formaron como individuo.

Soy músico y me gusta no solamente el jazz, sino todo lo que suene bonito y con técnica…presentó una pieza que me da vueltas en la cabeza, una melodía de descendencia irlandesa… Conozco estas piezas porque mi abuelo fue un gallego que llegó de la guerra a Cuba…  y aprendí a servir a la gente de la misma forma en que ponía una botella en frío sin nada por si la visita quería tomar algo”.

A las 9:50 se da paso la tercera canción, titulada “Danny Boy”, una versión de los maestros. El público seguía pidiendo más alimentos que acompañaban la velada, mismos que eran para complementar una versión latina de un clásico, con un pasillo de piano que daba cierre de una manera sutil y tranquila.

Es aquí cuando al punto de las 10 de la noche se anuncia la última canción del concierto llamada “Reyes Smith”, esta contaba con un ritmo un poco más acelerado como el ambiente en el lugar.

“Ha sido un buen concierto”, menciona uno de los asistentes de entre el público, a pesar de todo lo vivido esa noche, hay gente que apenas llega al espectáculo, de la última interpretación de los maestros.

Ante tal esfuerzo de los músicos y el derroche de habilidad en la última intervención, el lugar se unifica en un aplauso que reconoce el talento y experiencia de los concertistas, teniendo un final con ultimo solo de batería.

“Hay que tocar música original independiente (…)”

Al terminar, Gabriel menciona a los músicos, agradece a Adrián Flores y a Juan Ale Sáenz por acompañarlo esa noche: “Y su servidor Gabriel Hernández. Muchas gracias por estar con nosotros familia…  gracias por estos foros que hay para tocar música original independiente con estos músicos que necesitan un espacio”.

Son las 10:11 de la noche, se cierra el concierto con un abrazo y saludos entre los mismos y hacia los espectadores. Un silencio inunda la sala y el alza del volumen en las bocinas poco a poco empieza a denotar que ha terminado este recital.

Para muchos el jazz puede parecer que camina a un ritmo apresurado y a veces equívoco en ejecutar la creación de una armonía que de sentido a una sinfonía, que lo sitúa como un género muy voluble e imperfecto, pero que nos recuerda que es una creación humana, bella no solo en el sentido de la técnica y en los sentimientos que evoca, sino en que esa misma “imperfección” al momento de ser tocado, es lo que lo hace perfecto y a la vez único, y nos recuerda que el jazz también se puede tocar los miércoles.

*Esaú Parra Valle estudia la Licenciatura en Comunicación y Periodismo en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Este texto fue elaborado en el marco de la materia “Periodismo Informativo”, correspondiente al cuarto semestre.

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Last modified: 29 marzo, 2025
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