HISTORIA Y FOTOS: BRAULIO CABRERA/LALUPA.MX
“Eres lo que tu más profundo y vigoroso deseo es. Como es tu deseo, es tu voluntad. Como es tu voluntad, son tus actos, como son tus actos, es tu destino”
-Deepak Chopra, uno de los mayores divulgadores del budismo en Occidente.
Años 80 en la lejana Corea del Sur, década de creciente bonanza después de una larga guerra. La industria nacional del entretenimiento aún preparaba su gran debut, por lo que las televisoras importaban programas de otros países para rellenar su programación. En la ciudad de Seongnam, la pequeña Kang Taeyeon —como muchos otros niños de la época— esperaba frente al televisor que comenzara su show favorito.
En la pantalla aparecían letras que ella no entendía, al fondo sonaba una pegajosa melodía: Era la caricatura 깐돌이대행진 en el que un curioso personajito, con bigote sólo en los extremos, viajaba por el mundo para conocerlo, presumiendo su país a las muchachas como la tierra de la pasión y el cariño.

“Unos años después, cuando estaba en sexto de primaria, había una telenovela muy popular llamada 천사들의 합창. Había un personaje, la maestra Ximena… ¡Ay, cómo la amábamos todos! Era una señora muy bonita. Si tú pláticas con algún coreano de mi generación, te aseguro que vio al menos un capítulo de esta serie”, recuerda Kang Taeyeon quien actualmente vive en Querétaro y es directora fundadora de la Escuela Coreana (ESCO).
Para cuando Taeyeon tenía la edad de cursar el bachillerato, Corea del Sur era un país en pleno desarrollo; cada vez con más recursos, y necesidades específicas. Por este motivo se crearon diferentes tipos de preparatorias especializadas, en ciencia, en negocios. La de ella era especial, pues respondía a un interés clave para esta nación: el de darse a conocer. Por eso, el programa de esta institución se enfocaba en el estudio de lenguas extranjeras.

“En una ocasión, por ahí de 1994, el maestro de música nos puso el vídeo de una ópera, creo que era “La Traviatta” y quedé encantada con su belleza… pero yo pensé que cantaban en español y eso me llevó a especializarme en ese idioma. Después salí de mi ignorancia, pero me resultó mejor porque en Corea el español se habla muchísimo más que el italiano, así que estuvo bien”, admite entre risas.
“Fue así que acabé eligiendo la carrera de letras hispánicas en la universidad, pero estudiábamos literatura y poesía de todas partes de LATAM y España. Sin embargo, el día que encontré mi pasión académica, fue cuando un profesor que nos mostró poemas y ensayos de Octavio Paz, que eran muy bonitos. En aquel entonces vi a Octavio Paz como un mago de los idiomas y fue lo que me puso a estudiar la poesía mexicana”

“Investigando la obra de este autor, aprendí que él había estudiado mucho a Sor Juana Inés de la Cruz, así que profundicé en su obra y de ese modo, comencé a aprender de la sociedad novohispana y quedé encantada con la cultura que leía. Mi trabajo fue el traducir el Primer Sueño al coreano, pues en ese entonces, no existía nada así”, cuenta.
Mientras más aprendía de los sonetos románicos del fénix de México, Taeyeon también encontró el amor en un hombre, un joven psicólogo aficionado a la computación con quien al tiempo se casó. Como dice la canción de Rigo Tovar, tuvieron una hija al año de casados, todavía sin concluir sus estudios de postgrado. Al mismo tiempo, en esos primeros años del nuevo milenio, el gobierno coreano ofrecía becas completas para estudiar en el extranjero.

“Creo que yo era loca por querer irme a México en ese momento, aunque mi niña ya no era tan pequeña. Pero mi esposo y mi mamá me ayudaron mucho, por eso pude dejarlo todo y venir”
De tal forma, en un abrir y cerrar de ojos, la joven Taeyeon —ahora maestra en letras hispánicas— volaba con rumbo a México. Sin saberlo, estaba a un par de coincidencias más de descubrir que la caricatura que tanto le gustaba de pequeña, era Cantinflas Show y la tonada que jamás pudo olvidar, y que abría ese programa, era de “La Bikina”.

“En la Ciudad de México estudié la licenciatura en Filosofía y Crítica de la Cultura, porque quería saber más de México, especialmente del cine. En aquel entonces estaba sola y únicamente estudiaba, descubrí las películas del cine de oro mexicano, y me encantaron: sobre todo las de Pedro Infante”, cuenta.
Taeyeon no era la única fascinada con esta oportunidad: sus compañeros de clases no desaprovechaban la ocasión para preguntarle sobre Corea, un país poco conocido en México en esa época. Preocupada por responder correctamente sus preguntas —tanto en forma como fondo— decidió ponerse a estudiar su propia cultura y filosofía.

Unos años más tarde, la familia de Taeyeon finalmente logró migrar a la Ciudad de México con ella. En aquel entonces, su hija tenía ya 5 años y aunque hablaba y escribía coreano desde muy temprana edad, el español no es enchílame otra gorda.
“Recuerdo que su primer día de clases le enseñé dos palabras: baño y gracias. Con eso estaba lista. Claro que le costó trabajo, pero no todo fue malo: una de las primeras cosas que hicimos al llegar fue ir a comer tacos y ella quedó encantada con el suadero… tanto que decidió apodarse a sí misma Sua. Incluso hoy, todavía utiliza ese apodo”, confiesa Taeyeon.

Típicamente, se espera que la adaptación venga de quienes llegan. Tanto, que muchos coreanos en México optan por adoptar un nombre mexicano para facilitar el trato con la gente. Pero los nombres coreanos no sólo son escogidos por los padres, sino que ellos los crean, dotándolos de significado.
“Antes de venir a México una maestra me puso el nombre Clara, que disque me iba muy bien. Cuando llegué, el nombre ya no me gustó porque sonaba de abuelita. Así que sólo le pedía a la gente que me dijera Tae, para que fuera más fácil. En cambio, mi hija tiene un nombre especialmente difícil de pronunciar para los que no hablan coreano, así que desde el principio escogió un nombre en español”

“Pero una ocasión, la directora de su escuela me mandó llamar y me dijo que queriendo respetar la identidad de mi hija, en la escuela preferían utilizar su nombre coreano. Nunca lo había pensado así, creía que yo tenía que entrar fácilmente a la cultura. Yo aprendí mucho de eso. Porque nuestro nombre es muy importante para nosotros. Si alguien tiene afecto, tiene interés, quieren conocerme, deben aprender mi nombre”
No obstante, cada quien habla de la feria según cómo le fue en ella y para Chigun —el esposo de Taeyeon— cambiar su nombre fue una maniobra de supervivencia. Al llegar a México, su nombre dejó de tener el bello significado que le habían dado sus padres, para convertirse en un chiste entre sus compañeros.

“A él sí no le gustó su nombre aquí, y mira que no estaba tan mal, pudo ser peor. Pero decidió cambiar su nombre a Paco para evitarse burlas de sus nuevos compañeros del trabajo”
Porque resulta que Paco, que se había dedicado de lleno a la computación, consiguió trabajo en la planta de Samsung, pero en Querétaro. De modo que, un poco después, Taeyeon y su hija acabaron por alcanzarlo en la ciudad donde se cruzan todos los caminos antes de llegar a Roma.

En Querétaro, Taeyeon y su familia han encontrado un hogar. Aquí creció su primera hija y nacieron otras dos. Han hecho amigos que se han convertido en familia y han recibido familiares que vienen de visita.
“Mi mejor amiga de la universidad vino a visitarme en una ocasión, pero es difícil viajar desde allá. La gran mayoría de mis amigos trabajan, tienen familias y con lo que les cuesta venir podrían comprar un coche. Pero mi familia nos ha visitado varias veces, mis hermanos, mis padres. La familia de mi esposo también”

“Algunos coreanos tienen prejuicios sobre México, que es un lugar muy peligroso. Por suerte no es el caso de Querétaro, tanto. Otra cosa es que creen que todo mundo habla inglés, luego se dan cuenta de que no. La impresión que se llevan depende mucho de la personalidad: por ejemplo, mi familia se adapta a cualquier comida del mundo… a mis papás les encantan los tacos y los mangos. Especialmente la fruta, porque en Corea es muy cara, entonces cuando vienen aprovechan. Especialmente mi papá que cuando está aquí, se la pasa comiendo mangos y tomando cerveza Indio, que también le encanta”
“Desde el principio lo que más me gusta de vivir en Querétaro es poder visitar el centro histórico, a toda mi familia le encanta. Además, me interesa mucho aprender historia, Querétaro está llena de historia, fue cuna de la Independencia. Los queretanos no son tan platicadores como me gustaría, pero son muy amables y honestos”

Los primeros años en Querétaro fueron un poco solitarios para Taeyeon, porque sus mejores amigos estaban en la CDMX y sentía que la gente en Querétaro no era tan abierta: “Pero con el paso del tiempo, fui conociendo excelentes personas y creando amistades. En una de esas, incluso, conocí a otra señora y ahora somos comadres. Hoy, después de todo lo que ha pasado, me siento más tranquila y cómoda de vivir en Querétaro porque ya tengo mis amistades, mexicanas y coreanas, para apoyarme”
“Esas amigas fueron quienes me empujaron a crear la escuela, en un principio. Me decían: wey, quiero aprender a cocinar coreano porque tú cocinas muy rico, ¿podías enseñarme? Empecé en mi casa, en mi cocina, pero siempre dándole un enfoque completo: no sólo recetas, también cultura y filosofía”

La Escuela Coreana en Querétaro es un proyecto educativo que tiene como misión romper barreras lingüísticas y culturales a través de una enseñanza integral; no sólo del idioma, del arte, la cultura y las tradiciones.
“Cada año nuevo coreano hacemos una fiesta e invitamos a la familia ESCO para que conozcan y disfruten cómo celebramos en Corea. Hacemos las reverencias, regalamos dinero, comida, y todo. Igualmente, hacemos posadas o la celebración del 15 de septiembre. Jugamos lotería, comemos antojitos, para que los miembros coreanos de ESCO descubran esta parte de México. Mi tarea con ellos es romper prejuicios o miedo que los coreanos tienen de México”
“Yo quiero que este proyecto llegue a ser una escuela de verdad. Ahorita es una academia de idiomas, pero quiero que seamos un colegio internacional con la identidad, valores y filosofía coreanas. Es uno de mis sueños”

Actualmente, la escuela tiene una plantilla de más de 40 alumnos y la gran mayoría son mexicanos aprendiendo coreano o tomando algún taller de dibujo, cocina o baile. Pero también hay un grupo de español para coreanos y Taeyeon explica que está conformado casi en su totalidad por señoras que han venido a vivir a Querétaro porque su esposo vino por trabajo.
“Al principio tienen mucho miedo de salir solitas, porque piensan que es peligroso, o porque temen que las personas no las entiendan. Pero yo les digo que sólo hay que tener cuidado y paciencia. Otra cosa que dificulta que se sientan cómodas es que los esposos coreanos, por lo regular, prefieren comida coreana y eso no ayuda a que conozcan otras cosas. Por eso hacemos los eventos que hacemos, tratamos de mostrarles otras cosas, para que las descubran. Y si tienen curiosidad o dudas, yo las ayudo”

“Yo tengo el sueño de ser el puente entre la comunidad coreana y queretana. Conozco bastante de ambas culturas y me encantaría que mis amigos, mi familia, conocieran de culturas diferentes”
El monje Wonhyo —una de las principales figuras del budismo coreano—le dedicó su vida y obra al precepto de armonización de las disputas entre los conocimientos similares que parecen contradictorios entre las diferentes corrientes budistas. Hoy, Kang Taeyeon —quien práctica esta religión— encarna este precepto como pocas personas.

“Yo casi toda mi vida había sido atea. Pero en la pandemia, con todo lo que vivimos, comencé a cuestionarme. El budismo me pareció la mejor forma de responder esas cuestiones, y el año pasado conocí a la monja del templo budista coreano —que se encuentra en el Estado de México— y ella me bautizó. México y Querétaro me han regalado muchísimo, mi familia, buenas personas, mi escuela, hasta convertirme en budista. En 2006 que llegué, jamás me imaginé verme así”
Con mucho esfuerzo y un carisma único, Taeyeon ha llegado lejos: en Querétaro, Taeyeon encontró el cruce de caminos entre sus pasiones y sus cariños. Así que, de algún modo, esa vieja caricatura de Cantinflas tenía razón respecto a México, sólo que como él solía decir “toda palabra dicha, es una palabra de más”.
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