REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
FOTO PRINCIPAL: ROBERTO PEDRAZA RUIZ
Los cambios en el ecosistema que rodea a las guacamayas de la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda ya tiene consecuencias sobre la última colonia de estas aves en el centro de México. Por un lado, disminuye los frutos de los que se alimentan y las obliga a desplazarse para encontrar sustento, al grado de que hace dos años se grabó un video de unas guacamayas verdes dispuestas a comer carroña. Por otro lado, el turismo constante las acostumbra a la presencia de las personas, lo que muchas veces las pone en peligro.
La investigadora experta en guacamayas de United Corridors (UC), Jennifer Lowry, y el fotógrafo de naturaleza, Roberto Pedraza Ruiz, quienes colaboran con el Grupo Ecológico Sierra Gorda (GESG), resaltaron la urgencia de proteger esa zona, no solamente porque es la área natural protegida más ecodiversa de México, sino porque, como en todos los sitios que se vuelven populares para el turismo, se pierde integridad ecosistémica y las especies sufren del desplazamiento.

Pedraza siente predilección por fotografiar a las guacamayas verdes. “He pasado horas con ellas, son altamente inteligente, sociables, forman pareja de por vida porque son monógamas y la Sierra Gorda alberga la última colonia del centro de México, por eso es un honor para nosotros proteger su hábitat, porque dependen de los bosques para su alimentación, es mi especie favorita porque las fotografío, las filmo, son como personas, traen sus pleitos, hay jerarquías y verlas te deja mucha satisfacción”.
Al respecto, Lowry explicó que el turismo puede ser muy invasivo para el espacio de las guacamayas, sobre todo cuando quienes visitan el área utilizan colores muy llamativos que no se ven en la Sierra, o bien, cuando la gente llega con ruido y, música muy alta porque estos animales se comunican con cantos, además que al acostumbrarse a los lentes largos de las cámaras de los turistas, pueden sentirse confiadas cuando comen en sembradíos y les disparan los dueños de esos predios.

Enamorarse de las guacamayas, explican ambos, es muy fácil, porque son carismáticas, son estridentes, grandes, adaptables, inteligentes y enigmáticas. Jennifer Lowry empezó a trabajar con el grupo de la Sierra en 2012 y entonces había entre 40 y 50 parejas, pero ella estima que actualmente existen alrededor de 60, 120 de manera individual, tal vez más, ya que usualmente son monógamas de por vida.
El crecimiento de su población genera retos y se necesitan más acciones de conservación, sobre todo frente a los incendios y el cambio climático, aunque reconoce la ayuda de las comunidades que conforman el “Monitoreo Comunitario de la Guacamaya Verde”, de la policía de Arroyo Seco y todas las instancias involucradas con su conservación.

Ella ubicó unos seis sitios de puntos específicos con guacamayas, pero cada lugar facilita ciertas enfermedades o carencias, así que se mueven a zonas donde nunca antes estuvieron, ya que “están buscando otras fuentes de comida, se están viendo en lugares donde no se veían. Han llegado hasta Guanajuato, estamos haciendo un estudio de genética para ver si son los mismos o no. Yo creo que son los mismos”.
“El año pasado, a tres guacamayas las lastimó la gente, a una le rompieron sus alas. Es difícil arreglar un ala así y no pueden volar bien. Creo que es porque no hay control de turismo y a las guacamayas se acerca mucha gente, porque hay gente buena, pero hay gente mala también y con el clima que está cambiando, con ellas buscando otras fuentes de comida, vimos a un grupo de guacamayas tratando de comer una vaca muerta”, detalló.

Aunque prefieren los frutos, ahora “están buscando de todo para comer y es preocupante”, sobre todo en un espacio tan grande donde es difícil tener vigilancia a todas horas. Con el apoyo de monitores, fue posible filmar al grupo de guacamayas que “es difícil de ver, pero las guacamayas estaban peleando con zopilotes para comer la vaca muerta”.
A eso se suma que las enfermedades en los árboles de la Sierra complican la alimentación porque acaba con la vegetación existente.Hasta ahora ella confirmó cinco puntos con árboles enfermos. Si bien se solicita el apoyo de varias autoridades, no hay personal, equipo ni material suficientes para abarcar toda la zona y falta capacitación para que más gente se comprometa de manera adecuada para el cuidado de estas aves, desde la manera correcta en la que se debe acampar, hasta el uso de colores que no las confundan.

“Ahorita la población está en buen nivel, pero puede bajar por cualquier situación y en cualquier momento. Mi preocupación es en su comportamiento, porque ellas saben que la gente se acerca con respeto, hay muchísimos turistas y entiendo que si las ves, vas a gritar, a sacar el flash y cámaras muy buenas con lentes grandes para fotografiarlas, pero, desde hace 50 años, las guacamayas bajan a comer maíz, en las milpas y qué parece como un rifle? Una cámara muy larga. Si ellas ya confían tanto en la gente, es posible que no piensen en ese riesgo”, subrayó Lowry.
Las crías de las guacamayas viven con sus padres por un periodo de dos a cuatro años para aprender a comportarse y alimentarse de manera adecuada. Un tiempo muy largo para un ave y eso les facilita desarrollar su inteligencia. Sin embargo, “le están perdiendo el miedo a las personas” y muchas veces se confunden.

Ante esas condiciones, la experta recomienda que si los turistas acuden, vayan con grupos que realmente siguen los protocolos de cuidado a esta especie, que vistan, de preferencia, con tonos marrones que son los que más se encuentran en la Sierra y que eviten dañar su hábitat, para lo que se necesita educación ambiental.
“Si estudias las guacamayas, encuentras su magia y las entiendes y las amas y cuando amas algo, lo proteges, eso es lo que hay que enseñar, eso es lo que debemos defender, porque están pasando muchas cosas en ese momento ahí, sí los números están aumentando, pero su comportamiento está raro y hay más y más turistas que llegan y hacen cosas que no son adecuadas”, insistió la investigadora, que agradeció el apoyo de las comunidades que se suman a la protección y de Loro Parque Fundación, entre otras.