Autoría de 3:17 pm #Destacada, La Entrevista

Amílcar Salazar escribe de “El otro Querétaro”, del que se habla poco y está lejos del desarrollo urbano 

ENTREVISTA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX

FOTOS: ROCÍO RUIZ/LALUPA.MX

Amílcar hace un recuento de 40 años en apenas unos minutos. En ese lapso recorre desde mediados de los ochenta en la Ciudad de México, cuando empezó como reportero en el Unomásuno, haciendo crónica urbana, principalmente de nota policiaca. Se siente “desencanchado” en las oficinas de comunicación social. A él le gusta hablar con la gente, con el ciudadano de a pie, escuchar sus relatos y estar en la calle. “No me gustan las conferencias de prensa”, indica, al tiempo que aclara que las redacciones tampoco son para él.

El colaborador de LaLupa.mx —quien acaba de editar El otro Querétaro, un libro de crónicas y reportajes— sostiene que en los últimos 15 años ha cambiado el periodismo, pero del mismo modo ha cambiado el crimen. Sobre este último Amilcar Salazar Anaya dice que el crimen es el mismo, “pero ha perdido muchos códigos que antes se respetaban. Antes, hasta en los cárteles había códigos que se respetaban, los mismos ladrones. Había roba autos inteligentes. Se metían y pegaban los alambres. Ahora sacan una pistola y te bajan. Otros te disparan. Esos códigos no se usaban en el pasado”.

De sus inicios en el Unomásuno en 1984, lo recuerda como un periódico que era “más o menos libre” y de ahí salió la gente que fundó La Jornada. Yo llegué ahí bien chavo. Después de haber estado en un taller de periodismo con Óscar Hinojosa, un gran periodista de Proceso. Él coordinaba un taller de periodismo de la UNAM. Yo asistía ahí, además de haber estudiado diseño gráfico. Iba los sábados con Hinojosa”.

Uno de sus primeros textos para ese taller fue sobre un familiar al que encarcelaron y golpearon unos policías judiciales.  Meses después se registró el cisma en el Unomásuno cuando una gran parte de sus trabajadores dejó ese diario para formar La Jornada. Amílcar tuvo, entonces, una oportunidad para ingresar a aquel periódico, al que entró también Humberto Ríos Navarrete, al que considera su maestro. Juntos llevaron sus narraciones policiales, que fueron del agrado de Manuel Becerra Acosta, el director, quien les pidió una historia policial a la semana.

“Estábamos practicando la crónica urbana. Soy cronista de la ciudad, obviamente había temas policiales. A él (Becerra Acosta) le gustaba el tema de la policía, pero eran crónicas muy pequeñas, de dos cuartillas, aparecían como ‘notitas’ de autor. Venían mezcladas con las páginas de noticias. El Unomásuno era un semillero de cronistas. Esa columna duró cuatro años, pero al año, año y medio Becerra Acosta nos encargó reportajes, muy grandes, puros temas urbanos”, añade.

Por ese tiempo a Amilcar le tocó cubrir temas relacionados con el terremoto de 1985 en la Ciudad de México. Después, en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari a Becerra Acosta le quitaron el periódico y se vio obligado a renunciar y a exiliarse. La exesposa de su director, Ángeles Aguilar, era directora de la revista Tiempo Libre y lo alojó en este espacio. Luego, se fue a El Financiero, donde hizo crónica nocturna. Una noche, incluso, fue asaltado cuando salía de un antro tras hacer una crónica. Recuerda que llevaba un libro de su autoría que los ladrones no se llevaron.

Pasó entonces a El Universal, donde tuvo varios espacios. Participó en el portal Eje central, que dio origen al periódico 24 horas, donde viajó por el país, dejando la crónica urbana para abordar diversos géneros. Tras dejar la Ciudad de México, se asentó en Querétaro, hace una década, donde buscó trabajo en diferentes medios locales. En El Universal Querétaro, José Antonio Gurrea, entonces director de ese medio, le encargó hacer crónicas en la Sierra Gorda. “Sentí que había renacido. No conocía nada y ese periodismo me permitió ver Querétaro con una mentalidad de extranjero. Me fascinó”.

“Me gusta escribir porque tengo que escribir. Tengo que estar haciendo periodismo. No puedo dejar de investigar algo, pero trato de vivir de otras cosas, entonces hago libros”, afirma.  Además de los textos firmados por él, confiesa que ha escrito una decena de libros para otras personas, e incluso para algunos gobiernos, porque no se ve alejado del periodismo, aunque presume, con orgullo, que sus mejores obras son sus hijos, igualmente dedicados a esta profesión.

El otro Querétaro

“El circuito sexual de la 57” es la crónica que abre su nuevo libro El otro Querétaro, donde Amílcar describe la actividad de un local nocturno en El Sauz Alto, en Pedro Escobedo, donde los traileros asisten al espectáculo de table-dance que ahí se desarrolla. Ese local es parte de un corredor que se extiende por cien kilómetros, entre San Juan del Río y El Colorado en El Marqués, famoso por varios negocios de índole sexual disfrazados de otro tipo de servicios y donde decenas de mujeres se arriesgan a esperar clientes en la carretera.

Historias como “Feminicida a los 14”, donde un joven admite el asesinato de su prima y vecina de cinco años en El Blanco, municipio de Colón, una comunidad marginada; o bien, “Vericuetos del mercurio”, que habla de cómo las mujeres queman piedra de cinabrio en fogatas para extraer este metal; “Entre polvo de mármol” con sus once minas en Vizarrón, Cadereyta de Montes y “Detrás de la Peña”, en San Antonio de la Cal, que enfrenta condiciones muy diferentes a la bonanza turística de Bernal, son solamente algunos ejemplos de la obra que hace un recuento de las crónicas de Amílcar por el territorio queretano, y que aparecieron originalmente en El Universal Querétaro y en LaLupa.mx, medio digital que surgió tras el despido arbitrario de más de una docena de periodistas en aquel periódico local.

En sus escritos se habla lo mismo de la venta y uso de drogas como el cristal, el aumento de la criminalidad, la manera en que los policías de Peñamiller tuvieron que construir su propio cuartel, la agonía de las tabiqueras en Tequisquiapan, el problema del huachicol, la contaminación de la presa Centenario, los coyotes, las violaciones y los peligros que viven los migrantes queretanos que tratan de llegar a Estados Unidos. Las letras de Amílcar hablan de ese Querétaro al que se ve poco y que está lejos del desarrollo urbano. 

Hoy hay opiniones en tiempo real

A Amílcar le sorprende que en las redes sociales se privilegien los enlaces en tiempo real, los comentarios y opiniones que se emiten de manera inmediata cuando ni siquiera se termina de ofrecer un reporte completo para entender lo que sucede. “Estamos viviendo una intoxicación de información. La gente nunca leyó mucho ni lee mucho. Hace 40 años una revista importante tenía tirajes de tres mil ejemplares, las especializadas, 10 mil, los periódicos siempre tuvieron tirajes secretos e inflados, se decía que 40 mil era lo más que podía tirar un periódico, pero siempre fueron bajos los tirajes y hoy casi todo son videos y llegan a millones”.

Esto facilita que la gente se involucre y opine de temas en los que, a veces, no tiene gran conocimiento, como el caso de doña Carlota, la Adulta Mayor que disparó contra quienes la despojaron de su propiedad en Chalco, “y ahora para la gente es buena, porque defendió su patrimonio. Es el mismo público que antes leía Alarma, pero antes no tenía manera de hablar, no ibas a preguntarles qué opinaban, ahora sí. Por ejemplo, ¿cuántos defensores tiene Trump en las redes sociales en México? 

Por eso, piensa que los medios informativos empezaron a creer que deben llegar a las masas en las redes sociales, incluso en la nota policiaca, pero lo que sucede en esos espacios “no es periodismo, es gente que opina. El periodismo y las redes son dos cosas distintas, el periodismo se especializa y va a un sector. En el caso de la nota urbana y policiaca, es necesario conocer las calles, los términos y cómo explicarlo. 

“En el caso del crimen, como a todos nos puede pasar y tendemos a la protección, quieres ver cómo sucedió para que no te pase a ti, es algo que siempre tienes cerca porque todos vivimos con esa preocupación. Pero las redes lo cambian todo, porque hasta la medicina está ahí, de manera criminal, cualquiera sube un remedio y te aconseja cómo curarte hasta de Alzheimer. Todo mundo da opiniones”.

En el periodismo es diferente. La opinión no tiene lugar en sus crónicas y el periodismo policiaco es la mejor enseñanza para ejercer este oficio. “No me gustan la sangre, ni los muertos, pero me gusta hablar del periodismo con la gente, con visión de ciudadano, en Querétaro, donde puedes hacer trabajos que no harías en Morelos o en Guerrero, pues recorrer las montañas no es tan peligroso y no necesitas llegar diciendo es que soy reportero, la gente te platica bien cuando tus intenciones son averiguar, obtener información”.

Amílcar trabaja en otro libro donde se muestra a los “Gringos en fuga”, en el que hace un recuento de los estadounidenses que cometieron crímenes en su país pero escapan a México hasta que las autoridades los encuentran.  “Nadie te cuenta que tal delincuente por pedofilia, por otro delito, llevaba tantos años escondido aquí, en San Miguel Allende o en cualquier otro lado, porque ellos pasan nuestra frontera sin revisión”. 

El otro Querétaro está disponible en formato digital a través de Amazon. Sus páginas son una defensa a la experiencia del periodista, al fomento a la investigación “y los trabajos de largo aliento, no a las notas rápidas a las que obligan los medios digitales; como en LaLupa.mx que es de esos medios que todavía forman escuela, porque tenemos una gran crisis en los medios, donde los dueños o los directores, no son periodistas y quieren ser virales”.

AQUÍ PUEDES LEER “FILO ROJO”, LA SECCIÓN DE AMÍLCAR SALAZAR PARA LALUPA.MX

https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/amilcar-salazar-filo-rojo

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Last modified: 10 mayo, 2025
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