HISTORIA Y FOTOS: BRAULIO CABRERA/LALUPA.MX
Allá en 2017, las noches en el Centro Histórico de Querétaro son de música y fiesta para tantos, como Louis Lenfant y sus amigos. A los ojos de un francés recién llegado a la ciudad, son novedad las viejas calles de cantera y, con más frecuencia de la que puede advertir, es un emocionante misterio a dónde lo llevan.
Esa ocasión, en un parpadeo, Louis se encuentra bailando en el Funky Mama, uno de los bares más famosos de la ciudad. Le gana la mala costumbre de cerrar los ojos mientras mueve el cuerpo, olvidándose del mundo de gente que lo rodea. Pero en el siguiente parpadeo, su mirada se pierde en la piel morena y el cabello rizado de una mujer que baila cerca. Ella también tiene los ojos cerrados, pero no tarda en abrirlos y mirarlo de vuelta.

Hoy, casi 7 años más tarde, Louis ha hecho una vida en Querétaro. Dejó su ciudad natal, Lyon (Francia) y su trabajo por amor, pero acá encontró amigos y oportunidades para poder vivir de una de las cosas que más disfruta: cocinar.
“Estudié en la Montpellier Business School, es una universidad francesa bastante prestigiosa y el programa al que ingresé, es muy exigente porque es un grado de maestría automático. Mi maestría es una mezcla entre relaciones internacionales, administración y negocios. Me encantaban los estudios geopolíticos, la historia, la geografía”

“Originalmente vine a México en 2017 por un intercambio de la universidad, fueron dos semestres que estudié en el Tecnológico de Monterrey. Además, me quedé a hacer mis prácticas profesionales aquí. Tuve suerte de estudiar en una escuela como el Tec. Más aún, de haberme quedado en la de Querétaro, porque pudo haber sido en otro campus. Tuve suerte de que fuera en esta ciudad”, admite Louis.
Después de este periodo inicial en Querétaro, de enamorarse y plantearse cómo sería su vida aquí, Louis regresó a Francia para concluir sus estudios. Recién egresado consiguió un trabajo en agencia gubernamental, que coordina los despachos comerciales de las embajadas francesas; instancias que fomentan las conexiones entre Francia y los países con los que se tiene relaciones comerciales, conectan clientes, localizan producciones, entre muchas otras cosas.

“Me gustaba mucho mi trabajo en Francia, me parecía muy interesante pero las ganas de estar con mi novia fueron más. No pude aguantar tanto y me acabé regresando a México para juntarme con ella”
Sin embargo, este cambio no fue nada sencillo, pues justo dos días antes de viajar a México, el abuelo de Louis falleció.
“Tuve una relación muy cercana con mi abuelo. Estuve a punto de no tomar el vuelo y quedarme, para estar en las ceremonias fúnebres… pero —conociendo a mi abuelo— él no hubiera estado de acuerdo. Así que me subí a ese avión. En un principio sólo iba a estar de vacaciones aquí un mes, hasta vuelo de regreso tenía. Pero llegó la pandemia y preferí quedarme, tanto por mi novia como porque podía tener trabajos a distancia sin mayor problema”

En esos meses extraños de pandemia, el primer trabajo que Louis tuvo fue el de maestro de francés. Pero, poco a poco, sus nuevos amigos fueron probando su comida y eso le dejó claro que a la gente en Querétaro le gustaba lo que él sabía cocinar.
“Yo jamás dejé de cocinar lo que me gusta porque soy francés y a nosotros nos gusta mucho cocinar. Además, a mí me gusta especialmente. No diría que tengo talento, pero es algo que disfruto mucho. La base es disfrutarlo. Además, supe juntarlo con mis conocimientos de negocios para poder emprender”

“Sin embargo, confieso que la idea de la combi fue un accidente. Cuando empezaba a planear el emprendimiento, me ofrecieron un espacio dentro del campus del Tec, pero tenía que ser un foodtruck. Al final, ese espacio no se concretó, pero yo me quedé con la idea… Quería que fuera un foodtruck diferente, yo lo diseñé y lo mandé a hacer. Quise que fuera una combi para que fuera atractivo, que fuera especial. Además, en un principio sólo iba a ser de crepas, no necesitaba tanto espacio. Probablemente hoy, con todo lo que hemos crecido, lo hubiera hecho diferente”, admite Louis.

Quizás uno de los detalles más importantes de la identidad de este proyecto es el nombre: “Papé” significa abuelo en francés, pero similar al “abue” en español, es un nombre de cariño. Entonces, Louis explica que eligió este nombre como un homenaje a su abuelo que le enseñó tanto.

“Otra característica es que mi negocio se divide en dos: por un lado, la combi, que llevamos a mercaditos o eventos. Por otro, los banquetes, cenas privadas, chef en casa, eventos empresariales, lunchbox, comidas ejecutivas… En los mercaditos no es donde mejor me va, pero me ayuda a darme a conocer y conseguir clientes. Así conseguí el servicio de una posada el año pasado: alguien me vio en un mercadito y necesitaba un proveedor para su empresa”

Como muchos otros negocios, Louis comenzó en chiquito, con la ayuda de su novia. No obstante, con el tiempo ha llegado el progreso del proyecto: “Ahora tengo al chef que es un apoyo fundamental para esta nueva etapa de más eventos, bodas y más. La mitad de la chamba es que la comida se vea bien, que sea atractiva. A mí me preocupa mucho eso, que a la gente se le antojen mis platillos. Por ejemplo, mi cliente principal es la cámara de comercio francesa, son quienes más servicios me contratan. Creo que nuestro evento más grande hasta ahora ha sido de 200 personas”

Para Papé, una de las cosas más importantes es su relación con el cliente, porque le encanta platicar. Con un excelente español y un fuerte acento, siempre está conversando con quien se acerque o explicando los detalles de su comida: “Creo que es importante no sólo hablar con el cliente. Por ejemplo, en las cenas privadas, es muy importante tratar bien a los invitados, apapacharlos. A mí no sólo me contratan por mis recetas, también porque soy francés, que me escuchen con mi acento, que vean mi cara de francés pelón y se sientan consentidos y especiales. Se trata de convertir todo el asunto en una experiencia, esa es mi ventaja competitiva”.

La educación que tuvo Louis, desde su hogar, le ha permitido ser abierto, atrevido, flexible; de modo que es capaz de encontrar las diferencias que tiene con otras personas y, en vez de juzgarlas, aprovecharlas: “Siempre que estás en el extranjero y extrañas tu país, es gran medida es por las diferencias culturales. Lo mejor es aceptarlo, ser tolerante y sacarle lo mejor”, explica.

“No hay nada que no me guste de Querétaro, la verdad. Si embargo, hay muchas diferencias culturales que me han costado trabajo, que me hacen sentir que sigo siendo de fuera. Por ejemplo, aquí a la gente le cuesta mucho trabajo decir no, ser asertivos, prefieren mentir que incomodarte. Pero en Francia somos muy directos, preferimos eso. A veces no entiendo por qué los mexicanos actúan así, pero sé que también mi visión y mi cultura, son distintas”
“Por otro lado, lo que más me gusta de Querétaro es su versatilidad, tengo diferentes círculos sociales aquí, siento que puedo hacer de todo. Por decir un ejemplo, una de las cosas que más me gusta hacer en la vida es jugar futbol. Aquí en Querétaro juego para cuatro equipos diferentes, incluso me pagan. En Francia jugaba de contención, pero en México el fútbol es diferente y aquí soy mejor como lateral porque corro mucho; el futbol francés es diferente al mexicano, que es muy directo e intenso. En Francia somos más de tocar la bola, más técnicos y tácticos. Por eso aquí me va bien, porque corro mucho y rápido”, comenta Louis.

A pesar de las diferencias que pudieran existir, hay similitudes que son inmanentes. Lyon, en particular, también fue capital de Francia en varias ocasiones, durante su historia. Asimismo, es una ciudad industrial y una de las más importantes del país. Tal vez, gracias a estas similitudes, Querétaro le ha resultado a Louis un buen lugar para hacer una vida, un hogar, una familia y un negocio.
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