Autoría de 6:40 pm #Opinión, Carlos Campos – Pongamos que hablo de libros

Una memoria que nos pertenece: “Memorias de Tierra Adentro” de Samanta Echevarría

A veces, un libro no llega para revolucionar la literatura ni para deslumbrar con experimentos narrativos. Llega, simplemente, para recordarnos quiénes somos. Memorias de Tierra Adentro (Helvética, 2025), de Samanta Echevarría, publicado por la editorial queretana Helvética, es exactamente eso: una exploración entrañable del linaje, del arraigo, de la persistencia del recuerdo frente a los embates del tiempo.

Desde las primeras páginas, el lector entiende que está ante una genealogía emocional del Querétaro profundo, de ese que no suele figurar en las postales ni en los discursos oficiales, pero que persiste en la memoria familiar, en los silencios heredados, en los nombres que se repiten generación tras generación. Samanta Echevarría, que vive desde hace dos décadas en Estados Unidos, ha escrito un libro con la brújula del corazón, pero también con el rigor de quien ha sabido documentar con paciencia lo que otros habrían dejado en el olvido.

Los trece relatos que componen este volumen no son simplemente ejercicios de nostalgia. Son capítulos de una historia mayor: la de una familia que se extiende por más de cinco siglos entre Querétaro, el País Vasco y los pueblos otomíes. El lector se encuentra con archivos eclesiásticos, investigaciones genealógicas, viajes en busca de respuestas. Pero también —y sobre todo— con una voz narrativa que se arriesga, que reconstruye desde el afecto, que hace de lo íntimo una forma de pertenencia colectiva.

Uno de los mayores aciertos de este libro es que no cae en la trampa de idealizar el pasado. Echevarría no romantiza la pobreza, ni endulza las violencias domésticas o los abandonos. Escribe desde la lucidez de quien sabe que las raíces también duelen, que la historia no siempre nos enorgullece, pero que aún así es necesario contarla para entendernos. La lectura nos lleva por calles empedradas, por cocinas con leña de mezquite, por salas donde el eco de las campanas se mezcla con el disparo lejano de una revuelta. Todo ello narrado con una prosa serena, sin pretensiones, con el rigor del estudio histórico, pero cargada de imágenes que dejan marca.

Memorias de Tierra Adentro es, en ese sentido, una apuesta por la microhistoria —esa que Luis González y González elevó a categoría mayor— como antídoto contra el desarraigo contemporáneo. En una época que insiste en lo instantáneo y lo global, este libro se detiene en lo pequeño, en lo local, en lo doméstico. Nos recuerda que antes de las grandes epopeyas están las pequeñas gestas: las que suceden en la cocina, en la siembra, en las cartas que cruzaron océanos.

Y es que Echevarría entiende la escritura como un gesto político: el de resistir al olvido, el de rescatar voces que la historia oficial dejó de lado. Su libro no busca épicas nacionales, sino que se detiene en los gestos mínimos que conforman el rostro humano de un país. Hay aquí mujeres que sostienen el hogar mientras los hombres desaparecen, niños que aprenden a caminar sobre la incertidumbre, ancianos que repiten sus historias como si al contarlas pudieran salvar algo del naufragio del tiempo.

La presentación del libro, que se llevará a cabo el próximo domingo 22 de junio en el Mesón de los Cómicos de la Legua, a las 18.00 h, será sin duda un momento significativo: marca el regreso de la autora a la ciudad que la vio nacer y la entrada de una nueva voz a la narrativa queretana contemporánea. Una voz femenina, documentada y profundamente honesta.

Leer Memorias de Tierra Adentro es, en muchos sentidos, emprender un viaje hacia nuestros propios orígenes. No hace falta que el lector comparta los mismos apellidos o haya nacido en los mismos pueblos. Basta con haber escuchado alguna vez una historia contada al calor del fogón, o haber visto una fotografía en sepia y sentir que ahí, en ese rostro ajeno, también hay algo nuestro.

Samanta Echevarría ha escrito un libro necesario. No porque venga a ocupar un vacío, sino porque nos obliga a mirar hacia adentro. Y en estos tiempos, eso ya es mucho decir.

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Last modified: 18 junio, 2025
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