El ahora expresidente de México, Andrés López, ha demostrado que la buena voluntad, el deseo de servir y las buenas intenciones (cediendo sin conceder que estos hayan sido sus atributos como mandatario), no son suficientes para hacer un buen trabajo como conductor de un país.
A lo largo de su trayectoria política (que, confieso, solo conozco por terceros) López Obrador ha demostrado ser una persona empeñosa, insistente, terca, necia. Los objetivos planteados no los abandona a pesar de la mayor adversidad que enfrente; siempre encuentra recovecos para poder “colarse” y alcanzarlos.
Estilo personal
En esa ruta, sin embargo, una y mil veces ha echado mano de todos los artilugios habidos y por haber para conseguir su meta, sin importar si son éticos o no.
Y por eso y desde hace varios años se ha atrevido a mentir, a engañar y a inventar argumentos, cifras y “pruebas” de sus dichos. No importa que engañe si “el fin justifica los medios”. Lo realmente a destacar es “demostrar” que él siempre tiene la razón y que no se equivoca.
También por eso es que ideó construir un movimiento político y social sin reglas ni leyes que lo ataran a una disciplina a la que no está acostumbrado; y por eso abandonó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y luego al Partido de la Revolución Democrática (PRD). Por eso está convencido de que no siempre “la ley es la ley”.
Así, fundó el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) de su inspiración, en el que no hay reglas (al menos para él); él manda, decide las normas, define políticas a seguir y determina qué deben hacer sus seguidores, tanto en lo individual como de manera colectiva.
Un movimiento que no tiene definida su ideología, más allá de sus frases célebres como “por el bien de todos, primero los pobres”, “Hemos cortado de tajo la corrupción” o “el sistema de salud de México es mejor que el de Dinamarca”, solo por citar algunas.
Sin embargo, Andrés Manuel López demostró que una buena comunicación (no importa que no haya sustento tangible de la misma) es más eficaz que mil acciones de beneficio colectivo.
Todos caben
Morena es una amalgama de visiones, ideologías, proyectos y personajes que tienen que ver con la vieja izquierda mexicana del siglo pasado, incluyéndose a varios de los que militaron en el Partido Comunista Mexicano. pero también en organizaciones guerrilleras.
Hay provenientes del PRI, ese viejo partido que forjó la cultura política vigente en México de corrupción y fraudes, pero también del sistema (aún vivo) que coloca a la figura presidencial como el gran orquestador de la vida nacional.
En Morena también caben expanistas (esos que a López Obrador le encanta calificar de “derechistas” y “conservadores”) tipo los Yúnes y hasta personeros de la corrupción y el engaño.
Claro que no todos son de izquierda ni todos tienen una ideología o una intención enfocada al mejoramiento de la sociedad. Por eso Morena es eso, un movimiento y no un partido político con sustento ideológico y con una visión de gobierno para las mayorías.
Hasta ahora, Morena ha girado (y actuado) en torno a la figura del tabasqueño porque él decidió que así fuera. Morena nació porque Andrés López Obrador quería ser presidente de México, y lo logró.
El futuro
Cumplido su objetivo, la duda ahora es sobre el futuro de este movimiento. Hay quienes consideran que López Obrador no se retirará y mantendrá el control sobre Morena y la presidenta. La otra vía es que en verdad se retire y comience la etapa del morenismo sin la guía de su ideólogo y creador.
Cualquiera de las dos etapas que se concrete, ya la estaremos viendo a partir de esta semana.
Por lo pronto, lo que es innegable y real es que este político nacido en el sureste mexicano ha marcado la historia de México con su trayectoria y estilo personal de gobernar. Pero sobre todo, por su gran capacidad de convencimiento discursivo que logró, en tan solo tres años, crear el movimiento social más grande e importante del país en el presente siglo que lo llevó al poder.
Juan José Arreola de Dios
Periodista / Comunicación Política
Twitter (X): @juanjosearreola