HISTORIAS Y FOTOS: SANTOS MENDIETA/LALUPA.MX
«No es fácil enfrentar la muerte y a diario la enfrentamos con los pacientes. Yo se que si me acerco al paciente y lo aspiro para quitarle las flemas me puede dar Covid. Si a mí me da, a lo mejor me muero o a lo mejor quedo lisiada en una silla de ruedas.»
Desde la primera línea de batalla contra el Covid-19, enfermeras, enfermeros, médicos, intendentes y camilleros compartieron a lalupa.mx un poco de su día a día en esta lucha contra el coronavirus que en Querétaro ha contagiado a más de 5 mil personas y ha cobrado la vida de más de 650 queretanos.
Hablan quienes han decidido irse de su casa para no contagiar a su familia; quienes viven rechazo en el transporte público; quienes han sufrido agresiones; quienes tratan de dar buenas noticias en tiempos de pesadumbre; quienes son la voz de la esperanza de una familia para ver recuperado a su familiar.
Son quienes han padecido la enfermedad y después de superarlo regresan a seguir enfrentando a la pandemia; quienes pese a las carencias e incertidumbre, demuestran valentía, gallardía, vocación y profesionalismo para ver salir adelante a los pacientes abatidos por la Covid-19.
“HAY QUE PENSAR POSITIVO Y NO PERDER EL ÁNIMO”: RAÚL, MÉDICO URGENCIÓLOGO
Desde que inició la pandemia el trabajo se ha ido incrementando de manera exponencial. Hoy el servicio diario en el área de urgencias está lleno.
“Lo más complicado es dar informe a los familiares. Mediar esa parte es difícil. Hay inconformidad de muchos familiares. Cuando alguien fallece quieren su cadáver, quieren su cuerpo”, comparte Raúl, médico urgenciólogo de 31 años de edad, quien está encargado de uno de los turnos en el área de urgencias del Hospital General de Querétaro.
Muchos de los pacientes llevan una historia complicada y para el personal médico y de enfermería es difícil tratar de no llevarse esa carga emocional al trabajo o incluso hasta el hogar.
“La mayor satisfacción es ver que los pacientes salen adelante”, afirma el joven galeno, quien reconoce que en esta contingencia los pacientes no tienen contacto con nadie más que con médicos, enfermeras, camilleros. Por ello, sostiene que es fundamental dar ánimos a los pacientes, incluso cuando uno está partido por dentro.
“No es momento para llorar, es momento para salir adelante, para pensar positivo, tener buena actitud”, comparte Raúl. “Ojalá que termine pronto. Se ve complicado, pero ojalá la vacuna o algún fármaco llegue pronto”.
Aunque ha sido un periodo caótico desde el aspecto médico, emocional y familiar, Raúl reconoce el trabajo de los médicos internos, residentes, así como del personal de enfermería, quienes llevan el trabajo más pesado.
“No hemos perdido el ánimo. Es de aplaudir la labor de los médicos internos, residentes que siempre están aquí pendientes. Prácticamente todos se han enfermado, van los 14 o 15 días que tienen que tomar, terminan y regresan aquí a trabajar”.
“ÁNIMO Y FE”: JUAN MANUEL MALDONADO AYALA, ENFERMERO
Juan Manuel Maldonado Ayala es un enfermero de 38 años que define a la pandemia de Covid-19 como un cambio radical. Todo es diferente. Especialmente en casa, con su familia, con su esposa y sus papás que son adultos mayores, pues trata de tener el menor contacto posible para evitar algún contagio.
El enfermero destaca el ánimo y las ganas de trabajar de sus compañeros; sin embargo, reconoce que ha habido ocasiones, especialmente al inicio de la contingencia, en que hacía falta material para trabajar.
“Las satisfacciones son día con día. El hecho de llegar y ver pacientes que a veces se deterioran demasiado rápido, es una parte triste, pero ver pacientes que llegan graves y van evolucionando poco a poco es una gran satisfacción”.
Juan Manuel destaca la unidad y el trabajo en equipo de sus compañeros, ya que hay una gran solidaridad donde todos se apoyan entre todos y “se rompe la barrera del individualismo, pues el objetivo de todos es sacar al paciente adelante”.
«VER SALIR A LOS PACIENTES, LA MAYOR SATISFACCIÓN»: MARISA OLVERA OLVERA, ENFERMERA
Marisa Olvera Olvera es enfermera del “Módulo Rojo”, área del Hospital General donde se atienden a los pacientes graves de Covid-19. Aquí sólo hay una cosa que podría dar satisfacciones: “ver salir a los pacientes”.
“Los familiares nos mandan cartas y nosotros se las leemos. Es padre esa parte, porque a pesar de que están intubados, ellos alcanzar a escuchar todo eso que sus familiares quieren expresarles a través de nosotros. El simple hecho de escuchar las palabras de sus familiares les ayuda. A veces para uno es complicado es escuchar esas palabras y hasta dan ganas de llorar. Les ayuda muchísimo motivarlos a través de esas cartas”.
La familia, asegura, es fundamental, ya que los pacientes sonríen cada vez que les leen las cartas, muchos lloran, las toman de la mano y les dicen gracias.
“La esperanza es lo último que muere”, define Marisa Olvera, quien recuerda una de las cartas que la marcó: un caso de un paciente joven que recibía las cartas de su pequeña hija, quien le daba ánimos para salir adelante, pero tristemente la niña nunca más pudo volver a ver a su padre, porque días después perdió la vida.
A pesar de la carga de trabajo y la carga emocional, Marisa Olvera, enfermera de 35 años de edad, reconoce que su labor es muy noble y muy bonita, al tiempo que reconoce la vocación y dedicación de todos sus compañeros de trabajo.
“Todos estamos dando lo mejor, lo más que podemos, a pesar del cansancio. Estamos dando lo mejor de nosotros para que los pacientes salgan adelante”.
“ES UNA BATALLA DÍA A DÍA”:MIGUEL ÁNGEL ESCALANTE RIVERA, INTENDENTE
Mantener las áreas limpias, y limpiar y sanitizar las camas cuando se desocupan es la labor de Miguel Ángel Escalante Rivera, intendente de 27 años, quien también realiza su labor en el “Módulo Rojo”.
Lo más complicado de este tiempo es el riesgo de contagiarse por un mal uso del equipo o por no tener cuidado al momento de sanitizar; sin embargo, al igual que los demás compañeros, sostiene que en tiempos como éste es evidente la pasión y dedicación de todo el personal de salud, quienes cuidan hasta el mínimo detalle por los demás.
“La mayor satisfacción es ver cómo pacientes llegan muy mal y logran recuperarse y trasladarse a un área de menor riesgo. Es una batalla día a día. Ver a la gente cómo se esfuerza por sobrevivir”.
«A VECES ME SIENTO CANSADA Y FRUSTRADA»: GUADALUPE MUÑOZ
Llevar todo el equipo de seguridad durante todo el día es muy pesado. Siete horas sin ir al baño, sin tomar agua, sin tener relevo, sin salir a otra área. Así es todos los días, de lunes a viernes, desde que inició la pandemia de Covid-19.
“Yo me siento muy cansada, agotada y por momentos frustrada, porque sales a la calle y ves a la gente que no le importa, que le vale, que no trae cubrebocas y que no sigue las indicaciones de la sana distancia y que no se dan cuente que estamos en una lucha contra una enfermedad que está matando a muchos”.
Guadalupe Muñoz, enfermera de 40 años, lamenta que muchos de los pacientes que salen adelante tienen secuelas, por lo que insiste en la importancia de que todos tomemos medidas para evitar la propagación del coronavirus.
No obstante las malas experiencias, Guadalupe recuerda a un paciente que, una vez que pudo tener contacto verbal y físico con enfermeras y médicos, decía que cuando se fuera y regresara iba a ir a aplaudirles.
“Son de las satisfacciones que te quedan, porque bien o mal es un paciente con el que has pasado todos los días, siete días de la semana cuidándolo. Les cuesta trabajo, se deprimen porque no ven a nadie más que a nosotros. Y digo ‘vernos’ porque estamos tapados, no nos conocen, no nos ven la cara y quizás sólo nos reconocen la voz”.
«CUANDO ME SUBO AL CAMIÓN, LA GENTE SE ALEJA»: NOEMÍ, ENFERMERA
Cuando se sube al camión la gente se aleja. Después de jornadas viendo cómo pacientes luchan por sobrevivir, Noemí, enfermera de 46 años, siente mucha tristeza al ver a la gente en la calle sin cubrebocas, sin sana distancia y con falta de higiene.
“Es muy triste porque antes andábamos en la calle sin cubrebocas y ahora, por nuestra propia culpa, estamos pasando por todo esto. La falta de higiene es lo que ha provocado esto”.
Noemí atendió a los primeros pacientes graves que llegaron al Hospital General de Querétaro. A pesar de la experiencia, el hecho de atender a pacientes de una enfermedad nueva, tan contagiosa y letal, provoca miedo e incertidumbre.
“Ponerse por primera vez todo el equipo de seguridad. Con miedo, porque no sabes lo que va a pasar, no sabes si por haberle cambiarle la ropa, o darle los medicamentos te vas a contagiar”, recuerda Noemí.
“No es fácil enfrentar la muerte y diario la enfrentamos con los pacientes. Yo se que si me acerco al paciente y lo aspiro para quitarle las flemas, me puede dar Covid. Si a mí me da, a lo mejor me muero o a lo mejor quedo lisiada en una silla de ruedas”.
Cuando los pacientes llegan conscientes, ubicados en tiempo y espacio, el personal de enfermería les hace recomendaciones como ‘oye, si no te acomodas boca abajo, tal vez te meten un tubo para que puedas respirar’”.
“Todos son profesionales, dentro de la escasez de personal, medicamentos, todo eso lo hemos llegado a superar por la profesionalidad de cada uno de ellos”, señala Noemí, quien destaca la “gallardía y valentía con que se ha enfrentado la enfermedad. No importa cómo estemos o cómo nos vistamos, simplemente queremos es que nuestro paciente esté mejor y se pueda ir con su familia”.