¿Les parece insultante el título de esta columneja? Pues no, mis queridos chiquitines, mi Querétaro del alma también tiene aspectos corrientes que es necesario corregir, sobre todo que muchos de esos detalles atacan las normas del buen vivir y convivir. Me temo que la mayoría de lo que aquí tocaré se refiere al tráfico y a la estrangulada movilidad. ¡Nos urge como sociedad un Manual de Carreño palabrero y prángana!
Qué nacos los que aplauden en el palenque ferial a un tal “Potrillo” que, además de impuntual, se presentó ebrio y que es famoso por sus excesos sexuales y de sustancias tóxicas, que si bien ya cantó y grabó en Viena y en el Palacio de las Bellas Artes de la Ciudad de México, fue deleznable su comportamiento en este diciembre de 2017 en la feria queretana. ¡Qué fácil es arrancar los aplausos de un público ebrio! Lo difícil es hacerlo en un teatro serio.
Qué nacos los automovilistas y camioneros que invaden los carriles confinados para los autobuses nuevos y que además no respetan las boyas y espacios peatonales, y las señoras que se estacionan en segunda y hasta tercera fila para dejar a sus escuincles hasta la mismísima aula escolar.
Qué corrientes los motociclistas que te rebasan por la derecha y van hechos la ingada aventando sus porquerías entre los coches. Qué nacos los ciclistas que se suben a las banquetas y a los andaderos y les vale mádere los peatones, sobre todo viejecitos y niños. Qué ignorantes los que dicen “andadores” en lugar de andaderos a las zonas peatonales. Andadores son los que por allí deambulan.
Qué nacos los que se estacionan arriba de las ciclovías y en los lugares para los minusválidos o frente a las entradas y salidas de una casa habitación; igual de nacos los que se pasan los altos atrás de una ambulancia o cualquier vehículo de emergencia, o que en el carril de vuelta en “U” sobre la avenida 5 de Febrero entorpecen el tráfico para esperar la vuelta a la derecha, a pesar de los sufridos agentes de movilidad a los que no respetan los muy hijos de la lingada.
Retenacos los que agandallan en la 5 de Febrero para subir al tercer piso y entrar al boulevar Bernardo Quintana, sin hacer la larga fila. Nacos los choferes del transporte público que no se bañan y van con su música a todo volumen, y precisamente ésta no es de Bach o Mozart.
Nacos los que fuman en lugares cerrados y más si hay menores de edad presentes, al igual que los que usan cachucha o sombrero en ese tipo de lugares: nadie les enseñó que “il capello” es para lugares abiertos.
Harto corrientes también los que hablan interjecciones (alias malas palabras) delante de una damita, sobre todo si no la conocen o no le tienen confianza; nacos los agentes de tránsito que no se bajan a ver al presunto infractor hasta su carro sino que esperan sentadotes en su patrulla a que el viejecito o la damita lleguen hasta ellos.
Naquísimos los que aplauden en los conciertos de música clásica cuando no deben hacerlo, al igual que los que llegan tarde a una sala de música o cine, incomodando a los puntuales. Nacos sin perdón los impuntuales, sobre todo los políticos. Naquísimos los dizque líderes que literalmente arrastran acarreados a aburridos actos políticos, en que los pobres manifestantes ni saben quién o para qué fueron, simplemente su hambre de una beca o subsidio gubernamental los lleva a ser comparsas, incluyendo niñitos.
Nacos a quienes les regalas un libro y no leen ni siquiera el índice, lo mismo a quienes les mandas un saludo y no lo contestan. Nacos los trajes arrugados de Milano del personal masculino bancario que te tratan con la punta del pie y los trajes negros de los insoportables guaruras de nuestros próceres locales, al igual que sus cuellos estilo Mao, líder chino que tenía asma. Nacos los del grupito de WhatsApp y Facebook que mandan burda pornografía y chistes repetidos y zonzos. Nacos los meseros llevados y corrientes que hasta drogas ofrecen en tugurios por las calles de Zaragoza, Arteaga, Pino Suárez, etcétera. Naquitos los que se creen elegantes porque invitan a sus secretarias y golfas a lugares como la Hacienda de Don Ramón, La Guelaguetza, Fin de Siglo y La Barriada. Pero también naquísimos los que salimos a la calle -en esta época de pandemia- sin una razón de peso.