En 1537 Hernando de Tapia pidió permiso real para establecer un pueblo de indios. “Esto se logró en 1538, asentándose Querétaro en donde ahora queda la llamada popularmente Hacienda Carretas, en lo que era el cerro de Las Lomas del Molino de Carretas, hoy fraccionamiento Loma Dorada, junto al actual acueducto construido entre 1726 y 1735, pero este sitio resultó cenagoso, por lo que para 1550, se le cambió a donde hoy se encuentra a partir del convento de San Francisco y fue en este último año cuando intervino Juan Sánchez de Alanís, que aún no era sacerdote, para trazar el pueblo en forma ajedrezada”, según Wigberto Jiménez Moreno.
A partir del descubrimiento de yacimientos de plata en Zacatecas, en 1546, Querétaro se convirtió en un paso forzoso para el resto de la incipiente Nueva España, ya que era la ruta para el transporte de mercancías hacia la Ciudad de México; y donde actualmente está el casco de la popularmente llamada Hacienda Carretas se convirtió en un paradero. Por ello en 1561 el virrey Lorenzo Xuárez de Mendoza, otorgó el territorio a Diego Saldívar para que en él se construyera una venta con alojamientos estilo mesón y los servicios necesarios. Para el cronista Adonaí Infante el antiguo mesón de Carretas subsistió en lo que hoy serían las esquinas de Ejército Republicano y Circunvalación, que al fin de cuentas era el principal camino real de Tierra Adentro. A mí que me tocó ver hasta 1981 las ruinas de un edificio color blanco con torreones, fuertes y contrafuertes, que fue completamente derruido cuando se construyó la Plaza de las Américas y una escuela primaria y preescolar, me cabe el argumento de que esa edificación no era el Mesón de Carretas sino la famosa Garita de México, entrada y salida principales de Querétaro del siglo XVI y hasta el XX.
En el siglo XVII se fundó y construyó la Hacienda de Nuestra Señora del Rosario de las Carretas, la cual desde sus inicios y hasta el siglo XX, quedó contigua a la Garita de México, por su ubicación a orillas del camino real a México. El casco de la hacienda que vemos hoy tenía su entrada principal por la parte sur, es decir, lo que hoy es el fraccionamiento Carretas, y la fachada posterior es la que ve a Los Arcos, siendo utilizada para entrada de la servidumbre y la peonada. El uso de la hacienda siempre fue mixto, es decir, agrícola y ganadero.
La finca en mención fue construida en el siglo XVII, pero ha sufrido modificaciones o alteraciones desde el siglo XVIII, pasando por los siglos XIX, XX y XXI, en que finalmente se entra al rescate del casco, capilla, patio principal y patio de maniobras, así como del tramo de camino real que cruzaba la ex hacienda rumbo a San Luis Potosí. Para algún escritor chilango e ignorante, Carretas no fue hacienda sino rancho dependiente de la hacienda de Callejas. Cierto que en el siglo XIX ambas pertenecieron a la viuda de Samaniego, pero lo expresado por ese bisoño historiador no tiene comprobación porque siempre se manifestaron como inmuebles independientes. Claro que eran muy cercanas, pero la de Carretas se extendía por el actual fraccionamiento del mismo nombre, Bosques del Acueducto y lo que hoy son Loma Dorada y los inmensos terrenos de Milenio III; mientras que Callejas abarcaba las actuales colonias de Panamericano, Palmas, Observatorio, Mercurio, Cimatario, Villas del Sur y Valle Alameda, haciendo vecindad con la hacienda de Casa Blanca, donando o vendiendo entre ambas terrenos para la construcción de La Alameda.
Desde su fundación la hacienda en mención tuvo varios dueños: Josefa de Soza y Salazar en 1720, Juan Antonio del Castillo y Llata, a principios del siglo XIX, los Samaniego a partir de 1825 y la familia Urquiza desde 1928. Para 2012 ya se encontraba dividida en trece predios.
La hacienda se encuentra en el Perímetro B de la Declaratoria de Zona de Monumentos Históricos de la ciudad de Querétaro de Arteaga, Qro., publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de marzo de 1981, pero también en la prolongación de la Declaratoria de Ciudad Patrimonio Material de la Humanidad de parte de la UNESCO en 1996.
Todavía en la época del sitio de Querétaro en 1867, entre las haciendas de Carretas y Callejas y el cerro de El Cimatario se dilataba por un espacio de un cuarto de legua una gran ciénaga llena de plantas palustres denominado “El Carrizal”, pantano de importante profundidad difícil de atravesar y que sirvió de trinchera natural a los sitiados que nunca perdieron el cerro y templo de San Francisquito. Por cierto que doña Guadalupe de Samaniego era propietaria en ese tiempo de las haciendas de Carretas y Callejas, las que colindaban.
Durante la revista imperial a las tropas que ocupaban Querétaro y que tuvo lugar en Carretas con la presencia de Maximiliano el 23 de febrero de 1867, los imperialistas pudieron comprobar que sus tropas eran muy vulnerables. Carretas fue tomada por los republicanos del Sur al mando del general Vicente Riva Palacio y el coronel Manuel M. Altamirano: ¡¡¡imagínense cabrones!!! ¡¡¡dos glorias de las letras nacionales dirigiendo tropas contra el imperio y viviendo en los pasillos de la hacienda de Carretas!!! Al triunfar la República, el casco de la hacienda se improvisó como prisión de soldados imperialistas hasta que se decidiera su destino: destierro, exilio, prisión en San Luis Potosí o Zacatecas o pena de muerte.
Les vendo un puerco literario y republicano
El cerro de Carretas recibió dicho nombre porque a sus faldas Sebastián de Aparicio instaló un mesón que daba servicio de transporte carretero, alojamiento y avituallamiento a los viajeros que seguían la ruta del oro a Guanajuato y Zacatecas principalmente. Al darse el siglo de oro queretano gracias a ese tráfico de personas y mercaderías el mesón se convirtió en la hacienda de Carretas en el siglo XVIII misma que fue fragmentada hasta la primera treintena del siglo XX, siendo muy famosa por ser la matriz de la cuenca lechera de la región. Yo sería partidario de levantar un monumento a la rueda en Querétaro porque fue la detonadora, junto con las carretas y la lana de los borregos, de nuestro desarrollo regional y local.
En 1537 Hernando de Tapia pidió permiso real para establecer un pueblo de indios. “Esto se logró en 1538, asentándose Querétaro en donde ahora queda la llamada popularmente Hacienda Carretas, en lo que era el cerro de Las Lomas del Molino de Carretas, hoy fraccionamiento Loma Dorada, junto al actual acueducto construido entre 1726 y 1735, pero este sitio resultó cenagoso, por lo que para 1550, se le cambió a donde hoy se encuentra a partir del convento de San Francisco y fue en este último año cuando intervino Juan Sánchez de Alanís, que aún no era sacerdote, para trazar el pueblo en forma ajedrezada”, según Wigberto Jiménez Moreno.
A partir del descubrimiento de yacimientos de plata en Zacatecas, en 1546, Querétaro se convirtió en un paso forzoso para el resto de la incipiente Nueva España, ya que era la ruta para el transporte de mercancías hacia la Ciudad de México; y donde actualmente está el casco de la popularmente llamada Hacienda Carretas se convirtió en un paradero. Por ello en 1561 el virrey Lorenzo Xuárez de Mendoza, otorgó el territorio a Diego Saldívar para que en él se construyera una venta con alojamientos estilo mesón y los servicios necesarios. Para el cronista Adonaí Infante el antiguo mesón de Carretas subsistió en lo que hoy serían las esquinas de Ejército Republicano y Circunvalación, que al fin de cuentas era el principal camino real de Tierra Adentro. A mí que me tocó ver hasta 1981 las ruinas de un edificio color blanco con torreones, fuertes y contrafuertes, que fue completamente derruido cuando se construyó la Plaza de las Américas y una escuela primaria y preescolar, me cabe el argumento de que esa edificación no era el Mesón de Carretas sino la famosa Garita de México, entrada y salida principales de Querétaro del siglo XVI y hasta el XX.
En el siglo XVII se fundó y construyó la Hacienda de Nuestra Señora del Rosario de las Carretas, la cual desde sus inicios y hasta el siglo XX, quedó contigua a la Garita de México, por su ubicación a orillas del camino real a México. El casco de la hacienda que vemos hoy tenía su entrada principal por la parte sur, es decir, lo que hoy es el fraccionamiento Carretas, y la fachada posterior es la que ve a Los Arcos, siendo utilizada para entrada de la servidumbre y la peonada. El uso de la hacienda siempre fue mixto, es decir, agrícola y ganadero.
La finca en mención fue construida en el siglo XVII, pero ha sufrido modificaciones o alteraciones desde el siglo XVIII, pasando por los siglos XIX, XX y XXI, en que finalmente se entra al rescate del casco, capilla, patio principal y patio de maniobras, así como del tramo de camino real que cruzaba la ex hacienda rumbo a San Luis Potosí. Para algún escritor chilango e ignorante, Carretas no fue hacienda sino rancho dependiente de la hacienda de Callejas. Cierto que en el siglo XIX ambas pertenecieron a la viuda de Samaniego, pero lo expresado por ese bisoño historiador no tiene comprobación porque siempre se manifestaron como inmuebles independientes. Claro que eran muy cercanas, pero la de Carretas se extendía por el actual fraccionamiento del mismo nombre, Bosques del Acueducto y lo que hoy son Loma Dorada y los inmensos terrenos de Milenio III; mientras que Callejas abarcaba las actuales colonias de Panamericano, Palmas, Observatorio, Mercurio, Cimatario, Villas del Sur y Valle Alameda, haciendo vecindad con la hacienda de Casa Blanca, donando o vendiendo entre ambas terrenos para la construcción de La Alameda.
Desde su fundación la hacienda en mención tuvo varios dueños: Josefa de Soza y Salazar en 1720, Juan Antonio del Castillo y Llata, a principios del siglo XIX, los Samaniego a partir de 1825 y la familia Urquiza desde 1928. Para 2012 ya se encontraba dividida en trece predios.
La hacienda se encuentra en el Perímetro B de la Declaratoria de Zona de Monumentos Históricos de la ciudad de Querétaro de Arteaga, Qro., publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de marzo de 1981, pero también en la prolongación de la Declaratoria de Ciudad Patrimonio Material de la Humanidad de parte de la UNESCO en 1996.
Todavía en la época del sitio de Querétaro en 1867, entre las haciendas de Carretas y Callejas y el cerro de El Cimatario se dilataba por un espacio de un cuarto de legua una gran ciénaga llena de plantas palustres denominado “El Carrizal”, pantano de importante profundidad difícil de atravesar y que sirvió de trinchera natural a los sitiados que nunca perdieron el cerro y templo de San Francisquito. Por cierto que doña Guadalupe de Samaniego era propietaria en ese tiempo de las haciendas de Carretas y Callejas, las que colindaban.
Durante la revista imperial a las tropas que ocupaban Querétaro y que tuvo lugar en Carretas con la presencia de Maximiliano el 23 de febrero de 1867, los imperialistas pudieron comprobar que sus tropas eran muy vulnerables. Carretas fue tomada por los republicanos del Sur al mando del general Vicente Riva Palacio y el coronel Manuel M. Altamirano: ¡¡¡imagínense cabrones!!! ¡¡¡dos glorias de las letras nacionales dirigiendo tropas contra el imperio y viviendo en los pasillos de la hacienda de Carretas!!! Al triunfar la República, el casco de la hacienda se improvisó como prisión de soldados imperialistas hasta que se decidiera su destino: destierro, exilio, prisión en San Luis Potosí o Zacatecas o pena de muerte.
Les vendo un puerco literario y republicano