Millones de mexicanos creyeron en el machacón discurso que diariamente y por espacio de seis años emitió López Obrador en la ya institucionalizada conferencia matutina gubernamental.
Para la población, sin dudarlo, los mensajes eran alentadores por su contenido cargado de promesas, de esperanza, de un futuro mejor con atención médica y educativa de primer mundo.
Y aun cuando ese discurso no se transformó en realidad, mucha gente creyó y sigue creyendo en esas promesas y en ese espejismo de “una vida mejor”.
Hasta ahora el único resultado real del obradorismo es el regalo, cada dos meses, de seis mil pesos para las personas mayores de 65 años de edad, amén de las becas para jóvenes y personas con discapacidad.
México no cambió con Andrés Manuel López Obrador como presidente, pero sus peroratas matutinas le dieron resultados a él y a su movimiento al grado de ganar la elección de 2024 por abrumadora mayoría, lo que marcó la pauta para concretar reformas constitucionales encaminadas a consolidar un Estado más alejado de la democracia y muy cercano al absolutismo.
¿Y la oposición?
Más enfrascados en repartirse posiciones, en exigir pagos por los lugares cedidos o en apartar espacios de poder para sus dirigentes, tanto el PAN como el PRI nunca entendieron la trascendencia de la política de comunicación del ahora expresidente López.
Ambos partidos hicieron honor a los vituperios que constantemente les lazó el mandatario mexicano desde su púlpito mañanero, quien no los bajó de corruptos y de dar la espalda al pueblo.
No supieron responder.
Jamás construyeron una estrategia capaz de contrarrestar el discurso oficialista y de demostrar que la gran mayoría de lo que decía el presidente eran mentiras o promesas incumplidas.
Por supuesto que la campaña electoral les pasó de noche. Y aunque Morena no ha logrado brindar satisfactores a la población ni ha diseñado políticas públicas que conduzcan al mejoramiento de la condición de vida de millones de mexicanos, esa población le cree lo que dicen.
Empobrecidos electoralmente, desdibujados discursivamente y estigmatizados políticamente, el priismo y el panismo poco o nada podrán hacer para que el electorado vuelva a creer en ellos y los recoloquen en el ejercicio del poder.
Hace unos cuatro meses, en este mismo espacio apuntaba que era mejor que el PRI y el PAN se refundaran o, de plano desaparecieran con esas siglas que aún mantienen. Sin embargo, siguen en la misma condición.
Su circunstancia quizá sea parte de la motivación para que tanto políticos como ciudadanos participantes en diversas organizaciones civiles, hayan tomado la determinación de construir, al menos, un par de partidos políticos de oposición al régimen morenista.
No tengo bola de cristal para poder leer el futuro político del país. Lo que sí considero es que, de concretarse el nacimiento del par de partidos, menos posibilidades reales de triunfos electorales tendrán el tricolor y el blanquiazul.
La excandidata presidencial de la oposición, Xóchitl Gálvez Ruiz ha planteado, el fin de semana pasado, su determinación de construir un nuevo instituto político “en el que caben todos”, según comentó.
También este fin de semana, varios de los que forman parte del Frente Cívico Nacional —impulsor de la “Marea Rosa” que apoyó a Xóchitl Gálvez— anunciaron su intención de conformar un nuevo partido político.
En ambos casos se coincidió en argumentar la necesidad de construir una oposición seria y alejada de los “partidos tradicionales”.
El final se acerca
Si estos esfuerzos cuajan, si llegan a tener coincidencias y terminan por construir un solo partido, habrá una contienda electoral distinta en 2027 que colocará al PRI y al PAN, muy seguramente, en condiciones todavía más difíciles para su sobrevivencia política.
El viejo régimen, ortodoxamente planteado, acabará de ser sepultado, aunque no sabemos si sus políticas se continuarán con Morena en el poder o la nueva oposición logrará hacer tambalear la hegemonía política de los herederos de López.
Juan José Arreola de Dios
Periodista / Comunicación Política
Twitter (X): @juanjosearreola
