Está plenamente comprobado que la economía de los pueblos serranos se basó en la agricultura de temporal con base en el cultivo del maíz y de manera complementaria el chile, jitomate, calabaza y frijol.
En Ranas y en el actual pueblo de San Joaquín se encontraron estructuras y grandes espacios que fueron utilizados para el cultivo. Lo agrícola se alternaba con la minería, explotando el cinabrio o sulfuro de mercurio –que era la materia más importante– en vista de la gran demanda que de él existía entre los pueblos de Mesoamérica por su coloración roja asociada con los símbolos vitales a decir del historiador Alberto Herrera Muñoz en su obra Los asentamientos antiguos en la Sierra de Querétaro.
Margarita Velasco, a su vez, afirma que en Ranas existía una sociedad estratificada con una élite política y religiosa a la cabeza, la cual mantenía el control de la población agrícola, minera y artesanal del poblado y sus alrededores, sobre todo en los lugares adecuados para el aprovechamiento de tierras, fuentes de agua y recursos mineros.
El gobierno subordinaba a grupos y regiones enteras para la exacción de tributo en fuerza de trabajo y especie. La presencia de yacimientos influyó en la distribución de asentamientos en la región.
Resalta Margarita Velasco que la excavación de las minas –dada la tecnología usada con base en instrumentos hechos en piedra– requirió una importante inversión de fuerza de trabajo en la perforación de pozos y galerías, lo que lleva a plantear la importancia de la organización social que permitió esfuerzos tan importantes.
La misma autora se pregunta si los mineros eran de tiempo completo o dependiendo de la demanda del cinabrio también le dedicaban tiempo a la agricultura para abastecer de alimentos a un buen número de gentes o si los importaban de la zona del Golfo o del Altiplano Central. Otros autores –entre ellos Jorge Quiroz Moreno en Querétaro prehispánico–, estiman que la construcción de Ranas obedeció primero a razones militares y después se destinó al culto religioso, y esto lo demuestran la presencia de atalayas, murallas, castillos, trincheras defensivas y otras fortalezas. Ranas y Toluquillapudieron haber sido el paso obligatorio entre las tierras bajas tropicales y el Altiplano Central.
Al modificarse (se redujo) la frontera cultural de Mesoamérica en el siglo XII, la Sierra Gorda quedó fuera de ella (ahora la ubican en Aridamérica) y fue ocupada por cazadores-guerreros, otros les llaman recolectores-cazadores, que aprovecharon la accidentada geografía de la zona para evitar durante siglos la intromisión de otros pueblos y en última instancia se remontaron y defendieron hasta lo último de su montaña ante los ataques de los pobladores de las llanuras vecinas.
Esta irrupción de grupos chichimecas tuvo como origen la desintegración del sistema político, económico y religioso que daba coherencia a la vida social de los pueblos serranos. Es preciso aclarar que algunos estudiosos sostienen la versión de que el vocablo “chichimeca” no hace alusión a una familia lingüística sino a un estadio cultural: a las tribus de cultura rudimentaria que llegaron a la meseta después de la caída de Tula. En lo geográfico, se aplicaba al norte amplio ocupado por tribus nómadas de cazadores y recolectores, hasta por sociedades agrícolas y estratificadas con economías y formas de organización disímiles. Lo que es muy cierto es que se ignora el nombre con el que ellos se llamaban a sí mismos. Como los jonaces fueron el grupo chichimeca que se asentó en lo que hoy es la región de San Joaquín me ocuparé solamente de ellos y no de los pames ni de los ximpeces que habitaron otras zonas de la Sierra Gorda.
Para Jerónimo de Labra, el vocablo “jonaz” significa “come caballo”, lo que rebela su estado indómito y salvaje, y su territorio comprendía la Media Luna, San Cristóbal, Extoraz, Ranas, Maconí, Cerro de San Nicolás, Trincheras, Piñones, Adjuntas y Cerro Prieto, en los actuales municipios queretanos de Cadereyta, Tolimán, Peñamiller y por supuesto San Joaquín.
El hecho de que estas tierras son en su mayoría áridas –es decir, no aptas para labores agrícolas– trajo como consecuencia –apoyada por su tradición cazadora-recolectora– que los jonaces tuvieran para sobrevivir una sola opción: quitar alimentos a otros que sí los producen.
Jaime Nieto asegura que ello se debía a la poca precipitación pluvial y la falta de terreno disponible para la agricultura y que, a falta de milpa a la cual estar atados, tampoco necesitaban habitación estable, ya que vivían en cuevas situadas en las cañadas y fragosidades de la Sierra Gorda. Su religión era astral –con presencia de sacerdotes– y su actividad principal era la guerra, de la cual dependía su alimentación al igual que de la cacería.
Su organización social no era compleja, ya que parecía reducida a cuadrillas comandadas por un jefe, pero también aparece un sentimiento de grupo con los demás integrantes de la nación jonaz del rumbo al colaborar entre sí en los asuntos de guerra, o mejor dicho, la guerrilla porque se mudaban de uno otro paraje con gran facilidad. En cuanto a su vestimenta, algunos autores los describen totalmente desnudos.