La nomenclatura de las calles y avenidas de Querétaro se reorganizó entre 1915 y 1917 por decisión de Venustiano Carranza y el gobernador queretano Federico Montes, colocando las placas de color azul cielo y letras blancas que aún permanecen.
Se impuso el nombre de Nicolás Bravo a un callejón interno del ex convento de Santa Clara, hoy callejón de Matamoros. La calle Josefa Vergara se convirtió en Corregidora, la que solamente atravesaba San Francisco de Independencia hasta Hidalgo. Las antiguas calles de Buenos Aires y Guadalupe se cambiaron por el de Epigmenio González (hoy Andrés Balvanera a partir de 1919). La avenida de El Comercio y antes del 5 de Mayo re renombró como “avenida Presidente Madero”, conservando hasta la fecha el de Francisco I. Madero.
Puedo concluir que todas las arterias principales de la urbe cambiaron su nomenclatura, conservando los nombres virreinales solamente las de la periferia, como Estío, Otoño, Primavera, Marte, Juan Caballero y Ocio, Invierno, etcétera. La calle que hoy se llama Venustiano Carranza, que baja de la esquina chata en La Cruz, se llamó avenida Constitución.
La avenida Juárez fue prolongada de la calle Pasteur hasta Los Arcos, ocasionando se derrumbaran las humildes casitas del barrio indígena de San Francisquito, lo que provocó ira y manifestaciones de los habitantes damnificados. Cuando ellos reclamaron a Carranza la medida, en una inspección que el viejo fue a hacer, éste les contestó fríamente: “duerman en las iglesias”. La prolongación de dicha avenida Juárez siguió hasta la avenida de Los Arcos, rompiendo la pared del acueducto para conseguir unir a ambas arterias principales. El pueblo llamó desde entonces a este punto vial como “calzada de Las Lágrimas”, ya que se derramaron muchas por el dolor de dividir al primer barrio de la ciudad, derrumbar su único patrimonio y creer que Carranza destruiría todo el Acueducto en su afán modernizador.
En el tema de la nomenclatura de las calles y avenidas citadinas sí quiero profundizar porque se trataba de eliminar los viejos nombres virreinales que resultaban poco prácticos para la modernidad —los llamaron los carrancistas “ridículos e inconvenientes”— y ahora era necesario resaltar los de los héroes nacionales y locales. Esto era una verdadera guerra de símbolos entre los revolucionarios y los porfiristas. Observando el plano de la ciudad de Querétaro que mandó hacer Carranza en enero de 1917, llego a la conclusión de que las arterias que iban de oriente a poniente recibieron el nombre de “avenidas”, mientras que las que iban de norte a sur recibieron el nombre de “calles”. Con el tiempo, este criterio para diferencias calles y avenidas desapareció, y ahora el criterio para diferenciarlas es que “avenida” son las principales arterias.
También las autoridades dispusieron poner números progresivos a las casas y comercios, evitando en lo posible confusiones y facilitando la búsqueda de los mismos. El parteaguas de numeración y de puntos cardinales sería el viejo mercado Pedro Escobedo, ubicado en el antiguo huerto del convento de San Francisco.
La vieja calzada de Belén conservó su nombre, pero hacia su extremo norte —a partir de la avenida Hidalgo— fue abierta con el consecuente derrumbe de las casas, con el objeto de llegar hasta el río con el sistema de tranvías. Esta medida trastocó bruscamente el sistema de vida del primer barrio obrero de Querétaro, el de la antigua fábrica de tabacos de San Fernando.
Para que quienes llegaran a la estación del Ferrocarril Nacional —ubicada al norte de la urbe— tuvieran cómoda salida hacia el Centro, se amplió la calle de La Gitana, a la que se impuso el nombre de calle de la Revolución (hoy Cuauhtémoc), y en su desembocadura se tendió un puente colgante al que también se dio el nombre del movimiento armado. Cabe mencionar que la hoy calle de Guerrero llevó durante ese tiempo también el nombre de “calle de la Revolución”.
Desde 1906, el gobierno porfiriano de Francisco González Cosío había colocado una estatua en bronce de Benito Juárez (que desde 1967 se encuentra en las vías del tren en San Juan del Río) en la esquina de la entonces avenida Juárez con y Vergara, pero como atrás de la estatua se encontraba la zona roja o de tolerancia, la humilde callecita que daba hacia el oriente era llamada de “Las Machuchas o Cuscas”, en clara referencia a las prostitutas que pululaban por la ciudad y que fueron colocadas en dicha zona del templo de La Merced, entre la Plaza de Armas y La Cruz, como parte del reordenamiento urbano con vistas al célebre Congreso Constituyente y expulsar del primer cuadro la insalubridad, la miseria humana, la pobreza y el pecado