HISTORIA Y FOTOS: BRAULIO CABRERA/LALUPA.MX
La atmósfera dentro del café Moser es única: flautas, violines y guitarras sonorizan el espacio con música irlandesa y, adentro, la comunidad irlandesa de Querétaro —y sus amigos— disfrutan del festejo del Día Irlandés, despedida del festival de San Patricio de este año.
Entre una mesa y otra se encuentra Tony Wilkes, principal organizador de esta fiesta, colocando adornos y saludando amigos. A todos los recibe con alegría y calidez, encarnando la expresión gaélica ceadmilefalite, saludo irlandés por excelencia: “cien mil veces bienvenido”, sin importar cuántas veces, de dónde vengas, ni quién seas.
Tony Wilkes llegó a México por primera vez para asistir al mundial de fútbol de 1986. Tras venir a Querétaro varias veces para los partidos en el estadio Corregidora, no sólo se enamoró de la ciudad, sino de quien sería la madre de sus tres hijas.
“En 5 semanas que duró el mundial, México me enamoró. En ese entonces Querétaro seguía siendo una ciudad pequeña, los domingos todo cerraba a las 8:00 de la noche; pero su magia siempre ha sido no ser una ciudad ni tan chica ni tan grande”, recuerda Wilkes.
Después de los 19 partidos del torneo, Tony regresó a Dublín, su ciudad natal, a arreglar asuntos para poder volver a México cuanto antes. Para finales del “86, con apenas 24 años, ya estaba probando su suerte en la Ciudad de México.
“Me urgía regresar a México porque el tiempo que estuve en Irlanda, me gastaba casi la mitad de mi sueldo en pagar la larga distancia para poder hablar con mi novia; en ese entonces, te cobraban 10 pesos el minuto entre semana y 7 pesos los sábados y domingos”, agrega.
Tras el nacimiento de su primera hija, la familia Wilkes emigró a Querétaro, como muchos defeños de la época. Entonces, Tony trabajaba como director de la academia de idiomas Berlitz, que en aquellos años era una de las pocas opciones para aprender inglés en la ciudad.
“Actualmente lo que más extraño de Irlanda es a mi familia, a mis papás. Sin embargo, durante muchos años, también extrañaba la comida, los lugares irlandeses (como los pubs) y el futbol inglés. Por suerte, la modernización y la globalización han traído muchos productos, negocios y posibilidades”, comenta Tony.
La embajada irlandesa abrió sus puertas en 2000 y, desde entonces, la comunidad de emigrados comenzó a encontrarse y crecer, llegando a ser 15 integrantes en Querétaro actualmente. La mayoría de ellos son hombres y trabajan dando clases de inglés, o en la empresa Kerry, que tiene una gran planta en San Juan del Río.
“De vez en cuando me enteraba de algún irlandés en Querétaro, pero ni siquiera llegábamos a entablar una relación. Fue hasta 2005 que llegó Tom Stack y nos volvimos amigos. Viendo el panorama, dijimos: nosotros somos la comunidad, y debemos apoyarnos”, cuenta con emoción en la voz.
Stack venía de un pequeño pueblo, donde entrenaba al equipo local de hurling, por lo que estaba mucho más acostumbrado a la idea de comunidad que Tony. Tal era la diferencia, que Tom solía bromear con Tony llamándolo “chilango irlandés” por haber nacido y crecido en Dublín, capital de Irlanda.
“En 2004 y 2005 también abrieron los primeros dos pubs en Querétaro, Clap y Wicklow. Un pub, literalmente quiere decir encuentro público. En Irlanda, más que un restaurante o una cantina, es el sitio donde uno va a encontrarse con los demás, a platicar y, quizás, a tomar algo”, explica Wilkes.
Como dato curioso, por ahí de 1960, Irlanda fue uno de los primeros países en gestionar de forma consciente y profesional su marca nacional, creando un “marketing de lo irlandés” basado en la imagen campestre, verde y del buen humor, que exportaron a todo el mundo. Sin embargo, no fue hasta 1990 que ese rasgo se consolidó con el nacimiento de la empresa TheIrish Pub Company, especializada en el diseño arquitectónico y gastronómico para cientos de pubs en todo el mundo.
El atractivo irlandés no se limita a los pubs, va más allá: con festividades como el día de San Patricio,que recientemente se ha celebrado en más de 70 países gracias al movimiento “Global Greening”, del que Querétaro fue parte por primera ocasión este año, al iluminar los arcos de color verde el 17 de marzo, gracias a los esfuerzos de Tony y el resto de la comunidad irlandesa.
“Actualmente, además de gestionar las actividades de San Patricio, cada año me hago cargo del puesto de Irlanda en la feria de las comunidades extranjeras; igualmente colaboro con la embajada irlandesa y formo parte de la Cámara de Comercio Irlanda-México”, comenta.
Todas estas actividades las realiza en su tiempo libre pues, desde 2015, es director de su propia academia de idiomas, Trinity Language Institute, ubicada en Plaza Colinas (Luis Vega y Monroy, #402).
No es para menos, Wilkes ha crecido junto con Querétaro, siempre sintiéndose bienvenido “es una ciudad ordenada —a comparación de otras— y han sabido traer crecimiento. Los queretanos están muy interesados en conocer otras culturas: un claro ejemplo de esto es el Festival de Comunidades”, asegura.
Cabe mencionar que Tony es uno de los fundadores del Festival de Comunidades Extranjeras del municipio de Querétaro, habiendo asistido desde la primera edición en 2007; en aquellos tiempos que se hacía en la Biblioteca Gómez Morín, y había que sacar a los irlandeses cuando terminaba el horario, porque la fiesta continuaba.
La cercanía familiar, los valores, la religión, el estilo relajado y fiestero, la hospitalidad, el ambiente y el clima cálido son algunos de los elementos que el irlandés señala que lo hicieron sentirse en casa desde el primer momento en México, todavía más en Querétaro.
“Cuando encuentras a gente que gusta de tu país, que se interesa por aprender al respecto, te emocionas y te llenas de orgullo; tu sangre nunca cambia de color… siempre seré irlandés, pero también soy queretano”, comenta emocionado.
El festejo del Día Irlandés 2021 —cuyos boletos se agotaron una semana antes debido al aforo reducido— transcurre entre música, risas, amigos, cervezas, comida y el fuerte calor de marzo. Sin importar la nacionalidad de los asistentes, la gran mayoría llevan puesta alguna prenda verde. En el ambiente la sensación es de alegría y comunidad.
Tony Wilkes ha vivido en Querétaro por tres décadas ya, aquí ha formado un negocio, una familia y una comunidad. Ha visto la transformación de la ciudad pequeña y tranquila a la metrópolis dinámica, y ha crecido con ella.
Sabiéndose de aquí desde el primer momento en que puso un pie en el país, Tony Wilkes decidió hacer su vida tan lejos de casa porque, en realidad, jamás estuvo lejos: a donde volteara, sin importar cuántas veces, quién fuera, ni dónde estuviera siempre podía escuchar ceadmilefalite.