SE RECOMIENDA LEER ESTE TEXTO SIN RESPIRAR.
Bajo la escalera de mi habitación hasta el estudio. Dice mi teléfono que son las 3:47 de la madrugada. ¿Qué día es hoy? Prendo mi computadora, reviso los mensajes, cuento los comentarios: positivo – negativo – neutro. ¿Qué día es hoy? Estoy a punto de abrir el calendario del teléfono para contestarme, pero pasa algo más importante; las tendencias, ya nada me sorprende. Como un emparedado de noticias malas, muy malas y peores, se despliegan en la pantallita. ¿Cuántos muertos serán? Pienso en mis padres. Un hilo de oxígeno se estira hasta el corazón -no se dan cuenta-. Recuerdo los videos de los pacientes moribundos que me mandó mi hermano en los hospitales de Italia. ¿Qué día es hoy? ¿Amanece? Reviso los whatsapps que no pude leer ayer, ya era tarde, esto era importante. Contesto. No me importa si del otro lado hay alguien que pudiera estar dormido. De hecho, empiezo a dudar que haya alguien del otro lado, al menos alguien que no requiera despertar. Algo tengo de razón porque me contestan. En los llamados me encuentro muchos ¿Cómo vas? ¿Estás bien? Comunícate. Pienso en la última vez que me reuní con ellos. Son cinco semanas dicen que serán veinte. Quiero un cigarro, pero es tan temprano, en lugar de eso saco del cajón las gotas de “sinergia orgánica” que me dio mi amigo Taro, sin saber lo que nos esperaba. Puedo con esto –pienso-, todos podemos con esto, mi familia, mis amigos, todos. Un rayito de luz penetra desde la persiana. Voy en avanzada, preparo indicaciones para mi equipo, debo mantener la guardia. Acomodo, entrego en grupos, propuestas, encuestas, lineamientos. Abro la persiana. Es de día. ¿Qué día es hoy? Me dirijo a la cocina a desayunar o almorzar algo, en lugar de eso me encuentro una pila de platos sucios que lavo mientras dormito notas de voz atrasadas. Se me quitó el hambre, me llevo una galleta de avena, de vuelta a la computadora, reviso los posteos de medio día. Pienso en el héroe que debería de ser y no he sido, pienso en los súper poderes que tiene el virus, sin duda el más letal es el de aislarnos. ¿Quién nos metió en esta nueva dimensión de espacio y tiempo? Antes la ciudad era toda nuestra y sin embargo ahora confinados al vientre de nuestro propio “hogar”. ¿Quién soy yo sin ellos? Antes el tiempo era eso. Hoy es un tobogán de cosas que hacer, de tiempo que falta, o un túnel de nada que hacer, de cosas que sobran. Es hora de comercenardesayunar. Es tarde y no puedo apagar mi teléfono. Mis ojos siguen abiertos, yo sigo dormida, las gotas siguen en el cajón. Bajo la escalera de mi habitación hasta el estudio. ¿Qué día es hoy? Quiero un cigarro.