Autoría de 3:49 pm Rocío Benítez - Zona de la Visión Perpetua

Contar tu propia historia – Rocío Benítez

Escribo este texto en las primeras horas del 2021. Entiendo que mucha gente anhelaba iniciar el año dando vuelta a la página. Cerrar el libro y olvidar el pasado. Pero estamos hechos de lo que vivimos, lo que experimentamos (bueno, y no tan bueno) nos brinda aprendizaje, aunque al principio no lo veamos. O no lo aceptemos.

En medio de la pandemia, hice una recomendación (muy escueta) en esta misma columna, de escribir un diario como un ejercicio de escritura. ¿Qué tal si lo intentamos en este 2021?

Y no necesitamos nada más que un cuaderno (o un par de hojas) para iniciar. Hace poco en una librería, ya para llegar a la caja de pago, tenían una hilera de libretas de brillantes colores y hermosos forros, con  todo tipo de tamaños, con papel a rayas, cuadriculados o en blanco. Bellísimas y muy caras. Ya llegará el momento de comprar una de esas libretas, pero para iniciar no se preocupen en gastar. Lo importante del ejercicio es fortalecer el hábito de la escritura y para ello cualquier material es suficiente. También tienen la opción de hacerlo en formato digital, pero para que descansen de la computadora o el celular, sí recomiendo hacerlo en libreta, además la experiencia de la escritura a mano, es distinta. Te permite volver a tus textos iniciales, incluso si hay errores y tachaduras, te permite admirarlos desde otra  perspectiva con el paso del tiempo.

La pregunta ahora: ¿Cómo se inicia un diario?

El uso del diario se considera una práctica común entre las mujeres. Aunque no es asunto meramente femenino, los hombres también hacen una bitácora de lo que viven, lo que sienten y piensan. Oh, como en Facebook y otras redes, aunque ahí se tiene el objetivo –no siempre aceptado– de buscar la reacción de los otros. El diario es algo íntimo. Se escribe para uno mismo, como un método de desahogo, y pensando que tal vez nadie lo leerá.

Uno de mis libros de cabecera, ya lo he comentado en tantas ocasiones, es «Diarios» de Alejandra Pizarnik. Pero hay muchos otros autores que a la par de su obra literaria, llevaban su diario, como Virginia Woolf, Franz Kafka,  Sylvia Plath, y otros tantos.

En las librerías de viejos es muy común encontrar diarios personales, algunos publicados como libros de memorias, y otros por la familia, como un recuerdo para las nuevas generaciones de las proezas de sus antepasados. También en los conventos llevaban registros de sus actividades, que si bien hablan de los trabajos de la comunidad, son un registro importante de cómo vivían, en qué momento llegaba alguien nuevo al claustro, las celebraciones y hasta los decesos.

¿Qué pasó hoy? ¿A quién vi? ¿Qué sentí? ¿Qué esperaba que pasara y no ocurrió? Todo eso puede alimentar nuestro diario. Pero no es una simple enumeración de hechos cotidianos: me desperté a las 7:30 a.m. Prendí la televisión. Tomé café. Me cambié y me fui a trabajar. No.

En medio de todo eso hay detalles y los detalles también son historias.  La escritura de un diario no se fía sólo del presente, se toma el presente como un ancla, pero el pasado es también un tema a tratar, igual que el futuro, se escribe de lo que se anhela y  los deseos.

Los diarios tienen una hermandad gemelar con los libros de viajes. Una bitácora de todo aquello que se vive en una travesía, desde los lugares que visitan hasta lo que comen.

También hay quienes tienen su libro de sueños, sí, escriben todo lo que sueñan. Y si es de aquellos que olvidan todo lo que sueñan, hay mantras y otras técnicas que detallan los expertos para lograr recordar. Yo nunca lo he logrado. Pero me encantaría tener un libro de sueños.

Hasta aquí una breve introducción a la escritura de los diarios. Espero que les sea útil y que comiencen a escribir su propia historia.

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Last modified: 26 septiembre, 2021
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