“La poesía a la gente, sean o no lectores, basta con que sean oyentes, le da la ilusión de una vida espiritual, introduce la vida espiritual fuera del templo”, dijo Carlos Monsiváis (1938-2010). Y como ejemplo de esa espiritualidad laica, citó al poeta Amado Nervo:
“Si tú me dices ¡ven!, lo dejo todo…
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada…
Pero dímelo, de tal modo…”
“Está creando la espiritualidad laica, porque esto ya no está dicho desde el púlpito, está dicho desde el tono Íntimo”, explicó.
Monsiváis destacaba por su crónica y su trabajo como ensayista, pero era un lector de poesía, estudioso de la materia y sus autores. Aunque hay también quien dice que en secreto escribía sus poemas. Como lector y estudioso de la esencia poética, nutrió mucho al género. Ejemplo son las múltiples publicaciones y conferencias dedicadas al tema. Uno de los libros más interesantes para mí, gestados con la selección de Monsiváis, es la antología del colombiano Raúl Gómez Jattin (1945-1997) “Amanecer en el Valle del Sinú”.
EL DIOS QUE ADORA
Raúl Gómez Jattin
Soy un dios en mi pueblo y mi valle
No porque me adoren sino porque yo lo hago
Porque me inclino ante quien me regala
unas granadillas o una sonrisa de su heredad
O porque voy donde sus habitantes recios
a mendigar una moneda o una camisa y me la dan
Porque vigilo el cielo con ojos de gavilán
y lo nombro en mis versos Porque soy solo
Porque dormí siete meses en una mecedora
y cinco en las aceras de una ciudad
Porque a la riqueza miro de perfil
mas no con odio Porque amo a quien me ama
Porque sé cultivar naranjos y vegetales
aún en la canícula Porque tengo un compadre
a quien le bauticé todos los hijos y el matrimonio
Porque no soy bueno de una manera conocida
Porque amo los pájaros y la lluvia y su intemperie
que me lava el alma Porque nací en mayo
Porque mi madre me abandonó cuando precisamente
más la necesitaba Porque cuando estoy enfermo
voy al hospital de caridad Porque sobre todo
respeto sólo al que lo hace conmigo Al que trabaja
cada día un pan amargo y solitario y disputado
como estos versos míos que le robo a la muerte.
En el prólogo de dicho libro publicado por el Fondo de Cultura Económica, escribió: “La terrible y asombrosa historia de Raúl es, si se quiere, la puerta de entrada al conocimiento de una obra fundamental, pero lo que deslumbra, dentro de su temática restringida, son los textos, cada vez menos extraños y más arraigados en la sensualidad contemporánea, cada vez más llenos de mundo”.
CONJURO
Raúl Gómez Jattin
Los habitantes de mi aldea
dicen que soy un hombre
despreciable y peligroso
Y no andan muy equivocados
Despreciable y Peligroso
Eso ha hecho de mí la poesía y el amor
Señores habitantes
Tranquilos
que sólo a mí
suelo hacer daño.
“Gómez Jattin vive en su cuerpo “como un condenado”, ese cuerpo “en el cual la vida ya anochece”. Como el poeta mexicano Carlos Pellicer podría decir: “Mudo espío/ mientras alguien voraz a mí me observa”. Acecha sus propias reacciones y su apetito amoroso; su culto al arte y la belleza; sus devociones literarias (que incluyen a Rimbaud, Borges, Stendhal y Platón); su juego con la locura (“Yo nunca perdí el contacto mental con la realidad. Un loco no puede crear. Y yo tan lúcido que hasta loco fui”, escribió en otro texto Monsiváis.
Ayer se cumplieron diez años de la muerte del cronista, personaje peculiar, de visión panorámica. Sus intereses iban desde la poesía hasta la cultura pop, de Pedro Infante a Juan Gabriel. Autor de infinidad de libros, y sólo uno de ellos será un buen anzuelo para iniciarse en su lectura, pero también sería bueno leer ese trabajo dedicado a la poesía o ver en línea sus cátedras.
También hay que estar al pendiente de lo que está por salir. En Baja California anunciaron hace un par de días la creación del Fondo Editorial «La Rumorosa» que se integrará con tres colecciones: Baja California, Edición Nacional y Arte yPatrimonio, y su primer título nacional es “Monsiváis en el bordo. Ensayos sobre la cultura fronteriza”, editado en el marco del décimo aniversario luctuoso del escritor.