La idea de la luz en la oscuridad, la belleza de los cuerpos distintos, verdaderos y únicos, la maravilla de hacer posible lo que nadie cree, eso sin duda es: poesía. Y el Festival Oxímoron está lleno de poesía. Recién anunciaron sus actividades para la edición 2019. Del 18 al 30 de noviembre, con el nombre: Nodo ciego, se realizará el Festival Internacional de Arte y Cultura desde la (dis)capacidad: Oxímoron, que tiene como sede Querétaro. Y entre sus invitados, además de la fotógrafa con ceguera Sonia Soberats (Venezuela – Estados Unidos), y Nicole Thomson (Reino Unido) fundadora de Anjali Dance Company (pionera en profesionalizar en danza a personas con Síndrome de Down); viajará desde Chile para participar en el festival el escritor Palomo Arriagada, quien sufrió una parálisis cerebral al nacer y ha tomado a la poesía como su trinchera para hablar de la resiliencia y el activismo político.
Y mientras viene Palomo a Querétaro, quiero recordar al poeta Ekiwah, invitado de la pasada edición de Oxímoron.
Ekiwah Adler-Belendez cuenta que en su otra vida, esa vida no terrenal, se dedicó a gozar y gozó tanto que su cuerpo terminó fatigado de tanta algarabía, que en esta vida presente se quedó sin fuerza ni siquiera para levantarse y una silla de ruedas lo sostiene, lo lleva y lo trae. Pero hay un tercer cuerpo en Ekiwah, uno que le permite ir, venir, sin límites, es la poesía.
Su obra poética es fuerte, profunda e ilimitada como su espíritu, como su humor y genialidad. Desde niño recitaba poemas a las montañas de su querido Tepoztlán. Y al convertirse en adulto, se dio cuenta que su poesía seguía hablando de flores, pajaritos y montañas. Se negaba a escribir sobre su propio cuerpo, ese cuerpo que al nacer fue impedido del movimiento por causa de parálisis cerebral.
“Más que caminar, mi sueño más grande era tener una familia propia, (…) Pero yo huía de todo a través de la poesía hasta que me dijo mi maestro: ¿ y qué del cuerpo que tienes, por qué nunca escribes sobre eso? Yo me moría del susto porque decía es que no quiero que me juzguen como una persona en una silla de ruedas, y él decía pero eso eres, eres una persona en silla de ruedas.
Entonces empecé a escribir poesía desde ahí y ese acto me salvó la vida”, cuenta Ekiwah.
Para no olvidar a Ekiwah y con el deseo de que vuelva para los próximos festivales, aquí un poema de su autoría.
EL BOSQUE
Ekiwah Adler-Belendez
Para Carolina
Yo trate de distraerla
con algún tema metafísico pero ella lanzó
mi silla de ruedas al bosque
y una noche de verano
cayó repentinamente
sobre nosotros.
Nos resbalamos
dentro de cuerpos
de hojas y musgo
trenzados por las hebras
delgadas de la lluvia.
Su cabello—un laberinto de luz naranja
su mirada alerta de yegua nerviosa
los matices de su voz, un cálido otoño….
Yo con ella en mis brazos
me volví una línea
de humo en el horizonte
sobre la curva del labio
índigo del mundo y una pieza coherente
de barro cósmico—
sintiéndome querido
por primera vez
no a pesar de mi cuerpo
sino a partir de él
cada una de mis células
abriéndole el paso a jardines
de silencio y movimiento.
Después como un cráneo sonriente
cortado en papel picado, colgado en banderillas
para el tiempo en que los vivos se ríen con los muertos— nuestro día
flotó a través de la noche.