Hace unos días se reestrenó Volver a Querétaro, obra del dramaturgo Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio (LEGOM), con la dirección de Uriel Bravo, la producción Escénica de Pulque y Peyote A.C., y la actuación de Manuel Oropeza.
Volver…, cuenta la historia de un noble caballero que ha decidido regresar a morir a su tierra, el “eterno mito del retorno”, dice Bravo. Con esa misma idea (de volver a casa para morir), cuentan que regresó el poeta Francisco Cervantes Vidal (1938-2005) a Querétaro, luego de vivir por varios años en Portugal. Y, por supuesto, el nombre de Francisco resuena en esta comedia a la antigua de LEGOM.
Y para que no imaginen lo que no, aquí los diálogos:
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LUIS ALBERTO ARELLANO Y LEGOM
CIPRIANO: ¿No que era del diablo eso de andar mintiendo?
CABALLERO: ¿Y no es mentir dar un verso o inventar conversación? Ese es asunto de artistas y los artistas son de Dios. El mal poeta es del diablo, aunque unos ni malos son. Aquí tienen que en ésta, mi tierra, había un muchacho muy necio, que ni mal poeta era, ni del diablo ni de Dios.
Ustedes, si son queretanos, lo deben de conocer.
MORITA: ¿Cómo se llama el mancebo?
CABALLERO: El mancebo era otro, pero ese ya se murió. Éste de quien les hablo se llama Francisco Cervantes.
MORITA: Pues a fe no lo conozco.
CIPRIANO: Ni yo, que sé de tunantes.
CABALLERO: Entonces sí son queretanos. ¡Gracias, Dios mío, ya llegué a morir cual debo! Por un momento pensé, entre tantas barrabasadas, que estábamos en Portugal.
MORITA: ¿Qué es Portugal, señor?
CABALLERO: Un pueblo donde sí conocen a ese queretano ilustre que, como ya dije, ni a mal poeta llega, que no es del diablo ni de Dios.
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“Volver a Querétaro”, colección Literatura Portátil, Querétaro 2014.
DRAMATURGO, PERO TAMBIÉN POETA
LEGOM vivió en Querétaro, en esa época en que Cervantes Vidal volvió a la ciudad; y era recurrente escuchar a su amigo, el poeta Luis Alberto Arellano (1976-2017), de los enfrentamientos que tuvieron con el longevo escritor. El texto de Volver… es maravilloso y se distancia por completo del resto de la obra del dramaturgo.
Luis Enrique es reconocido por su obra teatral, es autor de Diatriba rústica para faraones muertos, De bestias, criaturas y perras, Sensacional de maricones, Civilización y Lampart o de cómo colarse a la historia, por mencionar algunos títulos.
Y para aquellos que sólo conocíamos de Luis Enrique como dramaturgo, En el país del ruido (Mantis Editores, 2008), compilación de Luis Alberto Arellano y Román Lujan, se leen una serie de poemas de su autoría.
Hoy, en «Zona de Visión», presentamos tres de los poemas incluidos En el país del ruido, uno de ellos es: “Esos que no hablan pero están”, que sirvió para dar título a la Antología de poetas en Querétaro, nacidos entre 1940 y 1969, compilada también Arellano y Lujan. El título de esta compilación no fue en vano, Arellano platicaba entre risas el porqué de ese nombre, como dijo el pintor Gerardo Esquivel, “LEGOM y Luis Alberto, eran tremendos”.
LEGOM Y URIEL BRAVO
PEDERNALES
Por algo sucede que los moldes tienen forma de metal
como el pájaro, los madrigales
y esa antigua tozudez de andar divino por el parque
y como no es posible definir la sabiduría de dios
por sus errores de artesano
uno se arrastra por las bancas ya entrada la noche
y busca con las yemas una oquedad menos remota
no el pájaro, sino su molde, sus extraños exteriores
no el hígado, la piel
el desencanto
y esa lágrima que viene
–por motivos que no competen ni por mucho a este poema –
en el mismo troquel para quien sufre.
Perdona, pues, que insista hoy con el tema de los moldes
pero qué hacer,
me parecen un algo inacabados
después de haber visto morir a Poe
sobre un talego de vómitos y sangre
y digo, insisto
que cada cosa de estas lágrimas
no es un error de teologías
cuando las toco
cuando paso la lengua por tus labios
más que sal
se reconocen de dios una venganza.
POEMA EN NEGRO
Para qué quiero que me llamen hombre
si solamente soy una hoja negra
arrancada de ese árbol negro
que crece entre la hiedra de mi vida negra.
Resulta obvio, quiero que me llamen negro
como a los negros del Bronx, los de Alabama
Quiero que me llamen también gallo de feria
pero eso es sólo un capricho
porque gallo no soy, soy una hoja negra
y a veces soy el río,
el agua del río,
los peces negros que se ahogan en la turbia agua del río,
las piernas de una vieja,
a veces soy canción y tantos posos
soy tantos posos
y canciones negras.
ESOS QUE NO HABLAN PERO ESTÁN
Esos personajes que no hablan pero están
en las tragedias de Eurípides y no dicen palabra pero están
regocijados de ver al hombre tropezar
más de una vez sobre su propio palio están
aunque no hacen ni dicen ni sientes ni derrocan
esos personajes perfectamente saben qué pasó
qué barco de niebla
qué terrible o por dónde camina ahora esa mujer
que me traía el desayuno y la comida
y a veces, después de llorar me fornicaba a lo bestia
entendiendo bestialidad de tal giro y elocuencia
que bestia hermosa no es ni por mucho el término preciso
y me acompañaba al final de los fracasos, eso hacía
sabiéndolo todo y sin mover un labio
como ésos que están y no dicen nada
en las tragedias de Eurípides
o en los cafés del centro jugando a la baraja
y perfectamente saben de ella
por Zeus,
que los he visto.