Después de su poemario “Loca” (Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2017), César Cañedo sorprende gratamente con una nueva obra: “Sigo escondiéndome detrás de mis ojos” (Premio de Poesía Aguascalientes 2019).
En “Loca”, César habla de “jotería” y disidencia, para rendir homenaje a la “jota mayor” Abigael Bohórquez; y en su nuevo libro trata asuntos familiares, revela cuestiones del padre, del abuelo, del hijo, como tratando de entenderlos y a la misma vez entender lo inevitable del parecido, la voz, el silencio, la nostalgia, los errores, porque todo eso se transmite por los genes.
“Sigo escondiéndome detrás de mis ojos” recibió el máximo premio de poesía en México, por presentar un lenguaje dinámico que logra transmitir la liricidad de lo doméstico y lo familiar, escribió el jurado en el dictamen.
El libro ya está disponible en el Fondo de Cultura Económica y en «Zona de Visión» presentamos dos poemas que forman parte de la sección “Mi padre es una casa”, y uno del último pasaje titulado “Un hombre caminando por una vieja calle”.
“MI PADRE ES UNA CASA”
CUANDO me gusta un hombre a primera vista
es porque se parece a alguien de mi familia.
A veces veo a mi abuelo borracho entre sus cejas
o la luz apagada de mi primo.
Las pisadas del tío favorito y mis ojos detrás, sin hacer ruido.
En todos ellos,
la manzana de Adán
igual a la primera manzana que se clavó en mi espalda.
Las ganas de hablar muy hombre.
El caminar superior y prominente.
Me les quedo viendo
como si con eso desatara la fantasía.
Y cuando me miran con su desprecio
me gustan más
porque así me miraba mi padre.
DE NIÑO hacía muchachos de plastilina
que no lograba poner en pie
porque no soportaban
el peso de cargar deformidades.
Sus manos de plastilina
no podían tocar nada,
temían caerse del pasamanos,
vivían pegados al miedo
que se oculta con ropa o pelo largo.
Unir con plastilina
era lo que soñaba hacer
con algunos lugares de mi cuerpo.
El peor rechazo es saberse uno mismo diferente.
“UN HOMBRE CAMINANDO POR UNA VIEJA CALLE”
I
Disfruto comer donde disfrutas,
pedir lo mismo esta vez,
pagar la cuenta.
Los platillos son frescos,
los sirven abundantes y en su punto,
y nos miramos fijo largo rato
después de que ubicaste
–lo vi–
la salida de emergencia,
el pretexto más cómodo,
el no estoy listo aún,
el no sé cómo.
Porque te irás,
es claro que te irás
cuando despierte el miedo al mismo sitio.
Por eso no hemos celebrado en casa.
Escondo la sonrisa a mis amigos,
como el niño que duda
presumir un juguete muy valioso
por si algún otro niño se lo pide prestado.