Autoría de 12:14 am Los Especiales de La Lupa

Río Pueblito: donde se limpió el agua y la vida ha regresado al cauce saneado

REPORTAJE: CARLOS P. JORDÁ /LALUPA.MX
FOTOS: H2QRO

Solamente 13 kilómetros al sur del centro de Querétaro —de sus calles adoquinadas, su arquitectura colonial, sus múltiples iglesias y museos. Del constante trajín de vida humana que compra, vende, consume, reza, camina, pedalea o rueda un vehículo motorizado—, hay un lugar donde la serenidad a orillas del cauce no se cobra ni se merma por pestilencias y contaminación auditiva. La zona recreativa El Batán es un proyecto de restauración ecológica que comenzó hace ocho años con el saneamiento biológico del Río Pueblito. “Cero químicos”, dice el ingeniero Garza, el descubridor del tratamiento enzimático que limpió el agua y regresó la vida a aquel caudal olvidado.

LA FUENTE DE UNA FUENTE

Hace cuatro meses, más o menos, escribí un reportaje titulado Todo converge en el río. En él traté de abordar varias perspectivas, a través de diversas voces, sobre los temas —sociales, históricos y científicos— que flotan en el Río Querétaro; un cuerpo de agua que atraviesa la capital del estado por su primer cuadro y que lleva más de un par de siglos siendo utilizado como vertedero de desechos. De fuente en fuente, me encontré con el doctor Juan Pablo Ramírez, quién me explicó lo que estaba sucediendo en el municipio de Corregidora.

Alguien había desarrollado una familia de enzimas que desintegra todos los componentes químicos que contaminan un río; grasas, hidrocarburos, azúcares y proteínas de restos animales. Estas terminan convertidas en partículas diminutas que sirven de alimento a diferentes bacterias, mismas que son comidas por algunos insectos que después nutren a los peces. Es decir que alguien había logrado crear una red trófica estable, o, en otras palabras: se había restablecido el ciclo de la vida en el río. Ese alguien es el ingeniero Enrique Garza Figueroa.

DOS PASEOS

A LO LARGO DEL CAUDAL SE MUESTRAN LETREROS QUE PROHÍBEN EXTRAER ANIMALES COMO TORTUGAS, CANGREJOS Y AJOLOTES

Yo ya había tenido la oportunidad de comprobar aquello que me contaba con emoción el doctor Ramírez. Durante mi primera excursión, el olfato me reveló que el agua proveniente de la presa El Batán, contaminada con descargas de los desarrollos residenciales aledaños, retomaba su condición inodora. Río abajo, la translucidez del líquido en movimiento me permitió hacer caso de los cangrejos sigilosos que caminaban en el fondo y los cardúmenes de peces que nadaban en sincronía. Fue como llegar a tierra prometida, aunque no corrimos con la suerte de conocer al creador.

En una segunda vuelta, mucho más reciente, me hallé prácticamente en el mismo Río Pueblito que había visitado meses atrás. No noté diferencia alguna entre el volumen que presentaba en abril y en septiembre, seguramente causa de la sequía del año en curso. Si acaso, había menos rastros de humanos descuidados y bastantes más tonos en el coro de aves que habita las ramas de los árboles que surten de sombra y frescura las laderas del caudal. No había hedor alguno y conforme se imitaba el curso del río el agua se iba aclarando más y más.

LAS LADERAS DEL RÍO ESTÁN REPLETAS DE VEGETACIÓN Y FAUNA QUE LA HABITA

Rebasé, por mucho, el punto en el cual había detenido mi andar en el paseo anterior. Un par de letreros —“PROPIEDAD PRIVADA”—, múltiples llantas rotas abandonadas y una mirada desconfiada detrás de una reja de alambre, lograron ahuyentar la paz que había adquirido caminando a orillas del río. Al llegar a una zona desarbolada, caí en cuenta que no tenía idea de dónde estaba. A la derecha el cauce; a la izquierda un camino pavimentado; tierra a la mitad.

Una pick-up blanca entró en la terracería dejando una estela de polvo. De ella descendieron más pasajeros de los permitidos en un vehículo como aquel. Ninguno pareció haber notado mi presencia y yo no estaba seguro de querer ser el foco de atención de aquellos desconocidos en tierras forasteras. Al verlos descargando la caja trasera, temí que fueran aportadores a la contaminación del sitio y que les incomodara la presencia de un testigo.

EL HOMBRE

Con libreta en mano y dispuesto a cumplir con mi trabajo, me acerqué y pregunté:
—¿Qué están haciendo?
—Limpiando el río y sembrando árboles— dijo un tipo delgado, pero macizo que protegía su cara del sol con una gorra y portaba unos pantalones sueltos con los colores de la actual administración municipal. Era Alejandro y me sonreía.

Los objetos que bajaban de aquel automóvil los seis pares de manos, eran mangueras y otras herramientas para el desempeño de un trabajo que yo desconocía. El miedo fue reemplazado por un presentimiento.
—¿Puedo ir con ustedes? Soy reportero— le dije al único individuo que se había detenido para hablar conmigo.
—¿Reportero? —Alejandro buscó a sus espaldas— Mire, Inge, aquí hay un periodista.

Un hombre, de menor estatura y mayor edad que el resto, se acercó a mí sin mostrar el rostro debajo de su sombrero. Me tendió la mano al tiempo que levantaba la mirada. Hicimos contacto visual.
—¿Ingeniero Garza?— adiviné.
—Servidor— respondió.

EL INGENIERO GARZA; EL HOMBRE QUE SANEÓ EL RÍO

Le expliqué las referencias que me había dado el doctor Juan Pablo y las ganas que yo tenía de conocerlo. Reiteré mis deseos de acompañarlo a él y a su equipo y lo invité a una entrevista. Dijo que sí en un tono quedo y despacio que contrastaba con el ritmo de mi cuestionar acelerado.

Después de convidarme a desayunar quesadillas y tacos de guisados, en compañía de Saúl, Jonathan y Alejando. Luego de conducir por las calles de la negreta y sobre la carretera a Coroneo con tres menores de 30 en la cajuela de su cuatro por cuatro, “el Inge”, José Enrique Garza, el responsable del exitoso y revolucionario saneamiento del Río Pueblito, habló, por fin, para lalupa.mx y para el equipo de H2QRO, cuyos miembros se preguntaban, desde hacía más de una hora, por mi paradero.

LA ENTREVISTA

Antes de sentarse en el pasto de la explanada de la parte alta del río —lugar donde se reúnen parejas, familias y grupos de amigos—, para platicar con nosotros, el ingeniero retrató con su móvil a Alejandro mientras él vertía en distintas partes del cauce el líquido blancuzco que contenía un garrafón. “Es la medicina, las enzimas. Todos los días tenemos que mostrar pruebas de nuestro trabajo”. Su oficina es aquel ecosistema y rinde cuentas a las autoridades del municipio de Corregidora. Garza llama a sus tres acompañantes, y al otro par de compañeros que reforestan la parte baja: “los artistas del río”. Él se autodenomina, “el encargado de hacer los planos“.

Usted es ingeniero civil y se especializó en el tratamiento de aguas residuales, ¿por qué le llamó la atención este tema?

En este planeta, no sé en otros, para que exista la vida debe haber una relación perfecta entre el sol y el agua. Si no hay eso, no hay vida. Y bueno, el sol lo tenemos, ¿no? Pero el agua, que es la otra parte de la vida, la hemos contaminado a nivel mundial, tanto los mares como los ríos, entonces eso pone en peligro nuestra existencia en este planeta. Por eso me enfoque en este tema.

¿Sintió algún tipo de responsabilidad?

Más que responsabilidad sentí agradecimiento a nuestra hermana Tierra. Ella nos recibió y nos abrió su corazón y nos compartió todas sus virtudes, dijo: “bienvenidos, aquí están los lagos, las tierras, las flores, los frutos”. ¿Cómo le correspondemos? Destruyéndola, contaminándola, quemándola; no puede haber tanta ingratitud, es nuestra única casa, ¡no hay otra! Pensaba en eso y, sobre todo, en las generaciones que vienen después de mí, en los niños y niñas que nos van a preguntar: “¿qué les hicimos? ¿Por qué nos dejan este planeta?”

¿Usted tiene hijos?

Sí, tengo tres hijas. Y el conocimiento de todo esto, mi legado, es para ellas.

Porque, a parte de dejar un planeta en buen estado a las futuras generaciones, es importante dejarle generaciones conscientes y educadas al planeta, ¿no?

Bueno, lo primero es garantizar nuestra supervivencia, porque ella (la Tierra) tiene aquí millones de años y sigue, los que no vamos a seguir aquí somos los humanos. Ella dice: “esta especie es una plaga y se acabó”. Los mayas y los egipcios dejaron por escrito las evidencias de los grandes cambios que había en este planeta precisamente para regenerarse.

¿No le parece que estamos viviendo uno de esos grandes cambios?

Definitivamente. Para mí es la consecuencia del gran ego en que vivimos. Somos tan ególatras que no volteamos nuestro corazón a la hermana Tierra. En vez de cuidarla, de respetarla, de amarla, de enaltecerla; la destruimos.

SE PIDE A LOS VISITANTES QUE CUIDEN EL LUGAR, PERO CADA QUIEN HACE LO QUE QUIERE

Hablando de este tema, de la egolatría humana; llamamos al agua un recurso, algo que está a nuestra disposición, que nos pertenece ¿qué es realmente el agua?

No. El agua es, simplemente, la molécula que aporta la mayor cantidad de energía. Es la que interviene en todos los procesos de óxido-reducción para que se dé la vida. Eso es, ¡la vida en este planeta! Una de las manifestaciones indiscutibles de que somos agua se observa en esos seres maravillosos que son las mujeres, que en su vientre gestan una vida humana, ¡en agua! Ahí crece un bebé.

¿Cómo se le ocurrió hacer esto (volteo al ecosistema que nos rodea)? ¿De dónde surgió la idea para su invento?

Fue un proceso de investigación y de observación. La hermana naturaleza es tan sabia que nos dice: “namás fíjate cómo le hago”. Los humanos, tenemos procesos enzimáticos dentro de nosotros para acelerar los procesos de digestión y de transformación de azúcar. Aquí lo replicamos y lo aceleramos.

¿Las enzimas desintegran los contaminantes en partículas que los microorganismos se comen?

Por ejemplo, una cadena grande de proteínas; lo que hacen las enzimas es picarla en partículas pequeñas para que se las coman las bacterias buenas que están en el agua. Es algo que pasaría de manera natural en muchos, muchos años, pero las enzimas aceleran los procesos bioquímicos. La Tierra inmediatamente lo agradeció, fue a los siete u ocho meses que reapareció el cangrejo de la barranca, después la tortuga casquito, y de ahí para arriba. Gracias a la buena cantidad de minerales que no se comen las bacterias, sobre todo nitrógeno, fósforo y potasio, solita empezó a recuperarse la vegetación de las riberas. ¿Por qué en el agua? Porque ahí comienza la cadena trófica.

¿Qué especies hay aquí?

Diferentes instituciones como la UAQ y la UNAM nos han ayudado a reconocer diferentes especies. Hay insectos acuáticos, algas, una serie de peces endémicos. Tenemos plantas de agua que ya no estaban aquí como el sedum, o un musgo que se llama sola. Tenemos una riqueza inmensa, regresaron a este ecosistema la zorra gris, el cacomixtle, el tejón, la culebra de agua, grillos, mariposas; gente que conoce más de eso detectó 10 diferentes tipos de mariposas. Tenemos el gran honor de que, en noviembre, pasa por aquí la monarca. Les estamos generando un hotel de lujo para que coman, descansen y sigan; me refiero a que estamos poniendo asclepias y plantanas que son donde ellas se pueden reproducir y donde pueden comer, pero también árboles que van a servir para que ellas hagan su percheo o que duerman. El oyamel no es mucho de aquí, pero sí el sauz. También tenemos aves en peligro de extinción como es el mirlo negro y el trepatronco manchado. En las laderas también hay algunas cactáceas. Un ecosistema entró en equilibrio.

¿Cuánto tiempo ha tomado la recuperación de este sitio?

Empezó hace 15 años la investigación y hace ocho comenzó el saneamiento del río.

Comprendo que la investigación es un trabajo en papel, solitario, ¿es cierto?

Sí, la investigación la hice yo, pero todo esto que ven aquí es un trabajo en equipo. Como dije hace rato: mis compañeros de campo son los artistas. Los investigadores, como el doctor Juan Pablo, las instituciones y el municipio; el presidente Roberto Sosa Pichardo nos ha apoyado con todo lo que hemos necesitado. Somos muchos y todos trabajamos con un mismo fin: nuestra madre naturaleza.

El proyecto se ha mantenido durante tres administraciones distintas, ¿le parece importante que se le dé continuidad a este tipo de acciones a pesar del cambio de rostros y colores?
Es importante porque se lograron los grandes cambios, pero ahora se trata de sostenerlo y sostenerlo y sostenerlo. En este caso sí hemos tenido el apoyo de todos ellos y el licenciado Sosa ha mostrado su interés y su apoyo e, indiscutiblemente, nuestra directora Dinorah Guerrero también. Nosotros respondemos a esa confianza con estos resultados (expande sus brazos ante su entorno).

¿Cuánto tiempo más habrá que seguir trabajando aquí?

Es un trabajo permanente de sostenimiento. Hay otros proyectos para hacer esto más extensivo, convertirlo en un parque temático con visitas guiadas.

¿Por qué es bueno que lugares como éste sean visibles y sitios de convivencia para la sociedad?

Es importante que la gente, los niños y los jóvenes, aprendan a amar a su hermana tierra, decirles: “mira, esto es tuyo y de todos, vamos a cuidarlo”. En este mundo tan materializado, tan tecnificado, la convivencia es esencial, ¡el diálogo! ¡La familia! Y hay que crear consciencia de que sí se puede, nada más es aplicar amor y voluntad, aquí está el ejemplo. Por eso queremos desarrollar un programa de educación ambiental.

No tan río abajo, a unos metros, e incluso aquí mismo, es posible detectar basura tirada a pesar de que hay contenedores, ¿cree que las personas hacen esto por falta de consciencia? ¿De educación?

Mi punto de vista es que, lamentablemente, nosotros somos el reflejo de nuestros padres; lo que ellos nos enseñen lo vamos a hacer y así mismo nuestros hijos. Me voy a permitir la libertad de mencionar lo que dice Francisco Bulnes en su libro El triste porvenir de los países latinoamericanos: “en las personas cultas dominan las convicciones, en las incultas las creencias”. La convicción requiere de la razón, la creencia es una combinación de la fe con la ignorancia. Cuando nuestros padres nos enseñan convicciones se va a reflejar en nuestra vida.

¿Cuál es su convicción?

El amor… la paz. Estando en paz conmigo mismo estoy en paz con el amor.

¿El amor a quién?

A mi persona y a toda la creación.

Por lo que dice, este proyecto necesitará siempre continuidad, ¿cuándo dejará el ingeniero Garza de trabajar? ¿Cuándo llega el momento de retirarse?

Me encantaría, si el padre Dios me lo permite, terminar mi vida haciendo esto.

¿Cómo le gustaría que fuera este lugar si estuviera viéndolo por última vez?

Un bosque lleno de vida y al humano viniendo a ver y replicar lo que hacemos sus hermanos.

¿Se puede beber el agua de este río?

Tenemos manantiales, allá abajo, de dónde sí se puede beber el agua. Es riquísima, de ella deberíamos beber todos, porque la embotellada es un agua desmineralizada. Acá arriba tampoco lo recomiendo mucho, por los insectos y las bacterias.

Tengo entendido que el agua viene de la presa El Batán y que está contaminada, ¿es verdad? Aquí no huele a nada.

En época de lluvia, el agua que llega a El Batán escurre desde Humilpan con todo lo que va arrastrando y, lamentablemente, los nuevos fraccionamientos que se hicieron alrededor de la presa descargan por ahí sus aguas residuales. A fuerza tienes que sanearlo, porque, si vienen en ciertas épocas del año, sobre todo en semana santa, verán que aquí es una piscina. Hasta la fecha no hemos tenido ningún reporte por enfermedad.

Con este tratamiento, ¿las descargas son sostenibles? ¿No deberían ser detenidas?

Para nosotros, esto (el tratamiento) es la solución, claro que hay otras, pero ya depende de Conagua. Es la autoridad en este aspecto, la que puede normar estas descargas, pero si no lo hacen… bueno, nosotros sí. No podemos abandonar a las personas que nos vienen a visitar, tenemos que garantizar que el agua está limpia.

¿Sabe cuánto se ha invertido en este proyecto?

No, no. Son cosas que yo no manejo, la cuestión de los dineros es de la dirección, pero es mucho, mucho más barato que cualquier planta de tratamiento. Las enzimas le cuestan al municipio entre 12 y 14 centavos por metro cúbico.

CON ROCAS DE RÍO SE RECREAN PEQUEÑAS PRESAS DÓNDE, CON LA CORRIENTE EN CALMA, PUEDEN DARSE LOS PROCESOS BIOQUÍMICOS

¿Qué otros gastos se cubren en el saneamiento del Río Pueblito?

En las herramientas como los trajes y la bomba para sacar agua del río y regar los árboles, pero la hermana naturaleza nos da mucho también y volvemos a replicar lo que ella hace. Instalamos una serie de bordos filtrantes con piedra de río y lirio acuático, este lo controlamos para que no se vuelva una plaga; cuando llega a cierto punto, se corta y se usa como composta para las zonas erosionadas.

¿Para sembrar y así generar un pulmón que brinda oxígeno?

Con este tipo de lugares no sólo se limpia el ambiente, también se limpia el corazón, hay que observar los procesos de la naturaleza en un ecosistema: son procesos de armonía. La Tierra nos dice que hay que imitarla, hay que vivir en armonía. El buen John Lennon se hizo muy famoso con su canción, Imagina… el día que aprendamos a vivir como hermanos…(afirma con la cabeza)

Se refiere mucho al planeta y a la vida, como hermana Tierra y habla de lo que ella le enseña, ¿qué le dice usted a ella?

Le digo: ¡gracias! Por permitirme regresarte lo que con amor nos das día a día.

José Enrique Garza Figueroa secó las lágrimas que no pudo contener —y de las cuales dio aviso previo— y caminó hasta donde Alejandro instalaba un biofiltro de lirios.
—¡Inge— gritó con el agua del caudal hasta el pecho—, este traje ya tiene un hoyo!


ALEJANDRO ES EL ENCARGADO DE INSTALAR LOS BIOFILTROS DE LIRIOS ACUÁTICOS
ALEJANDRO MARTÍNEZ, “EL ARTISTA DEL RÍO”

El ingeniero se despidió para alcanzar a Óscar y a Emanuel, quienes reforestaban las laderas de la parte baja del caudal. Sin embargo nos dejó en buena compañía; con Alejandro, quien se presenta como “el encargado del río”. Aunque no siempre portó esta estafeta con el orgullo que a la fecha muestra.

Nació y creció en La Negreta. Durante su infancia y juventud, cuando la gente aún no mataba el tiempo frente a las pantallas de su celular, el sitio por excelencia para la diversión y la convivencia era el Río Pueblito. Él dice que son sus padres y abuelos quienes recrean la memoria de las condiciones “originales” de aquel ecosistema que desde hace nueve años representa su sustento y el de su familia.

“Está bien chido mi jale. Es un sueldo y aparte ayudo al medio ambiente”, justificó su constante sonrisa, “trabajar aquí tiene un resto de ventajas”. Sus jornadas laborales las establece un horario semanal dictado por “el Inge”, como Alejandro llama a su jefe directo. Una vez por semana vierte la mezcla de enzimas en el agua; instala y da mantenimiento a los biofiltros y estanques cuando es necesario; riega las plantas y los árboles ante la ausencia de precipitaciones pluviales; y recoge basura cada que la encuentra en su camino y los lunes como tarea principal, ya que los fines de semana, la gran afluencia humana deja grandes rastros también.

“Noooo, un desmadre”, es la expresión que usó para describir el panorama que encuentra cada que se reanudan las labores. “Sacamos, aproximadamente, 14 bolsas. Yo siento que es la educación de cada persona, ¿no? En pocas palabras: les vale madres. Nos hemos dado vueltas los fines de semana y hasta les decimos: `mire, aquí le dejo una bolsita para que recoja su basura cuando termine´. Luego nos contestan que para eso estamos nosotros, que para eso nos pagan; para limpiar lo que ellos dejan. Ya mejor uno se queda callado.”

ALEJANDRO LLEVA NUEVE AÑOS TRABAJANDO EN EL RÍO PUEBLITO

Ale reconoció que los ideales que hoy defiende no eran los mismos hace algún tiempo atrás. “Te soy sincero: en su momento, a lo mejor yo también dejé un resto de basura y cuando empecé con este trabajo, me escondía porque me daba vergüenza que me vieran levantando basura, pero ahora me da más pena el que la tira. Yo digo que cada quien debería recoger lo suyo, porque entras en consciencia cuando tú mismo lo haces”. Dice usar el mismo método para educar a sus hijos, “tiran algo y les digo: `¿qué pasó? Deja limpio, deja mejor de como encontraste’”.

Saúl y Jonathan son los más recientes añadidos al clan de “los artistas del río”, como Garza se refiere a los cinco hombres que “ejecutan sus planos”. Ellos compartieron el humor negro de Martínez al recordar que, durante la última recolección de contaminantes sólidos, hallaron restos de lo que parecía un ritual satánico. “Era una chiva, ahí, descabezada. Y veladoras y sabecuanta mama…”. A pesar de las risas, a Alejandro le entusiasma más encontrar heces de animales que llevan mucho tiempo sin dejarse ver de día, como la zorra blanca y el tejón.

La conservación de la fauna y la reforestación son labores de suma importancia para el constante mantenimiento y progreso de la zona recreativa El Batán. Pero Alejandro Martínez prefiere hacer su trabajo, poner en práctica el invento del ingeniero, a quien reconoce como un cerebro andante. A este artista le ilusiona, más que cualquier otra cosa, el saneamiento de las aguas. “Imagínate tener un agua limpia, un río sin basura, estaría chido, ¿no?”

UN ÚLTIMO RESPIRO
LOS ARTISTAS DEL RÍO

De nosotros se despidieron; Jonathan, Alejandro y Saúl. Quienes nos quedamos, agradecimos el esfuerzo que hacían por el planeta de todos y rogamos que extendieran nuestro sentir a Emanuel y a Óscar.

A orillas del río, a menos de diez minutos en coche de la zona metropolitana de Querétaro, reflexionamos sobre nuestra jornada y la época actual en general. Sólo el chapoteo de los peces y el grillar constante de los saltamontes rompieron en silencio cuando llegamos al cuestionamiento que siempre nos manda a callar: “¿vale la pena la batalla por prolongar la existencia humana en este planeta?”

“¿Qué no ves?” Parecía responder el ecosistema que nos rodeaba con sus inagotables muestras de vida que no se perciben con la lengua activa. No sé mis amigos y compañeros, pero, personalmente, recordé la frase que el Ingeniero Garza adjudicó a su padre: “la responsabilidad es la libertad más grande que tiene el ser humano, por eso todos le tienen miedo.”

(Visited 169 times, 1 visits today)
Last modified: 30 septiembre, 2021
Cerrar