HISTORIA: JESÚS ARRIAGA /LALUPA.MX
FOTOS: GUILLERMO GONZÁLEZ /LALUPA.MX
Lejos quedaron para Sebastián Casartelli los fines de semana con los amigos, el mate y el asado en su natal Córdoba, Argentina. Sin embargo, a pesar de la añoranza disfruta su actual vida en Querétaro, donde llegó junto con su esposa Martha Salas y sus hijos para desarrollarse y ganarse la vida.
En el barrio de La Cruz, en una mesa de La Cruz del Sur, fonda tradicional argentina que abrió hace un año, junto con Martha, charla de la situación de su país, la de México y cómo llegó desde Argentina al semidesierto queretano.
El proyecto en sí tenía gestándose tres años, pues mientras él era chef en restaurante, Martha impulsaba el proyecto. Ella también hacía pan, en Córdoba. “Nos propusimos hacer este proyecto, también por la necesidad de comer algo con nuestro sabor. Conseguimos un buen dulce de leche, hecho por un uruguayo, preparando un tipo de alfajor, y ahora hacen seis, en la clásica fonda argentina.
De 42 años y chef de profesión, Sebastián platica mientras sus hijos juegan de un lado a otro en La Cruz del Sur, donde unas mesitas de madera esperan a los comensales. En los muros blancos hay mapas de Argentina de Córdoba. Martha observa a los chicos y los cuida.
Analiza la situación económica de México y de Argentina. Dice que en su país, por la política económica que tienen, hay productos que suben de una semana para otra mucho. “Es imposible hacer un balance de tu año”, dice.
Desde noviembre de 2015 Sebastián y su familia viven en Querétaro. Antes, en 2006, él ya había vivido en México. “Con Martha decidimos cambiar de vida, más allá de la situación económica en Argentina que siempre fue la misma, y siempre fue complicada necesitabamos cambiar de forma de vida. Yo ya había vivido en México y conocía cómo era el estilo de vida de los mexicanos y me encanta, mucho más relajado, se disfruta más la fiesta, se vive de otra forma. Tienen otra visión de la muerte”.
Dice que básicamente eso fue lo que los atrajo de México, una concepción diferente de la vida, más relajada. Señala que hasta el día de hoy les sigue sorprendiendo la variedad de sabores, que descubren a diario, como descubrir que un mismo platillo sabe diferente de acuerdo a quién lo hizo, a pesar de ser la misma receta.
DEL CARIBE AL SEMIDESIERTO
Su primera estancia en México como familia fue en Puerto Morelos, en la Riviera Maya. Un pueblo de pescadores donde estuvieron tres meses. Luego le ofrecieron un empleo de chef en Querétaro. “Más allá que nos gustaba mucho el Caribe, las playas, por una cuestión de oportunidad laboral nos venimos el desierto. No nos arrepentimos”, subraya.
Comenta que no les costó mucho adaptarse, a pesar de que las idiosincrasias pudieran ser diferentes, no fue complicado, pues encontraron a gente amable que los recibió y arropó de manera rápida. Incluso en la comida, que es algo de lo más difícil de adaptarse, fue sencillo.
Uno de sus propósitos también es mostrar parte de su gastronomía, más allá de la carne asada, que es de los más representativo de Argentina. Dice que preparan otros platillos más hogareños, más de casa, aunque la comida que les gusta a ellos es la mexicana, por lo que las gorditas, los tacos y las tortas, siempre están presentes, así como las nieves tradicionales.
En Argentina, dice, el primer acercamiento a la cultura mexicana fue con Cantinflas, que no se entendía mucho de lo que decía, pero era gracioso por su lenguaje corporal. Luego, en los setenta de siglo pasado, con El Chavo, que reflejaba una realidad de una zona focalizada del país, así como una forma muy especial del mexicano. Después, las telenovelas, con una de sus máximas representantes, como Verónica Castro.
La música mexicana llegaba a través del pop, como Luis Miguel. Otros hechos que recuerda de México es el mundial de 1986 y el terremoto de 1985, pero siempre pensando sólo en la Ciudad de México… y Guanajuato, por la película “Santo contra las momias de Guanajuato”.
Algunos recuerdos son vagos para Sebastián, como la guerra de las Malvinas, aunque reconoce que es una deuda política y social que se tiene con el pueblo argentino.
PUEBLO NOBLE
El olor a comida comienza a llenar el aire de la fonda. Sebastián ofrece mate, bebida tradicional argentina. Explica que en La Cruz del Sur la sirven también fría, lo que brinda una bebida refrescante, por su sabor ligeramente amargo.
Cuando habla de su futuro en el estado, dice que llegaron a Querétaro por un año, pues estaban en la playa, en el Caribe. No conocía Querétaro. Antes había vivido en Guanajuato y en la Ciudad de México. Vio en street view (de Google Maps) las calles de la ciudad y se le hicieron bonitas, muy similar a Morelia, San Miguel de Allende, con calles adoquinadas y angostas.
“Nuestra idea fue: vemos un año en qué condiciones estamos, y aquí estamos desde hace cuatro años, con un hijo queretano, con una pequeña fonda ¿Cómo lo vemos? Creciendo, siempre con mucho esfuerzo, con mucho trabajo, pero es muy noble el pueblo mexicano y ha sido muy noble con nosotros también”, enfatiza.
Sebastián regresa a Córdoba en su mente. Dice que es muy similar a Querétaro, tanto en su geografía como en su tamaño. Un centro histórico de más de 400 años, industrias, bellezas naturales y, lo más importante, su familia y amigos.
“Es habitual (en Argentina) encontrarse en la casa de alguien, familia, amigos, y pasar horas. Llegar a las once de la mañana, empezar con el mate, al rato comes algo, como una botana, una picada, como decimos. Se pone el fuego para al asado, se come, se vuelve a tomar mate. Son las siete de la tarde y de repente se hace otro asado. Eso es lo que extrañamos. También dejamos un grupo de amigos de muchos años, que casualmente está en otros países”, puntualiza.
El trabajo llama. Una joven comensal entra y ocupa una mesa. Pide una de las especialidades de La Cruz del Sur, que en el barrio de La Cruz se convierte en un rincón de Córdoba y de Argentina en pleno centro queretano.