Autoría de 1:41 am Qro, Tierra de Artesanos

Los magos del ixtle: sacan del maguey obras de arte

HISTORIA: JESÚS ARRIAGA /LALUPA.MX
FOTOS: GUILLERMO GONZÁLEZ /LALUPA.MX

“Mi papá nos enseñó desde chiquitos a trabajar el ixtle. Es nuestra tradición, porque desde mis abuelos se trabajaba lo que es la fibra del ixtle. Fuimos aprendiendo a hacer algunos tejidos y también algunas figuras, para darle un cambio y salir adelante con nuestras familias”, dice Felipa Mendoza Guzmán, artesana en fibras de ixtle. Las figuras que hace son desde nacimientos hasta muñecas. Con una de estas últimas ganó un concurso de muñecas que se llevó a cabo el año pasado en Amealco de Bonfil.

Felipa recibe a LaLupa.mx en donde comenzó todo: en el taller de su padre, Juan Mendoza, en la comunidad de Villa Progreso.

El aire es fresco en esta comunidad de Ezequiel Montes. Las casas se distinguen entre la masa verde de la vegetación del lugar. Las calles empedradas y empinadas invitan a caminar por el sitio, y el silencio contrasta con el barullo de otros centros urbanos más grandes.

En el patio de su casa, Juan trenza el ixtle usando la técnica del torcido. Con él lleva una cantidad de hilos que comienza colocando a un máquina con poleas que van “torciendo” el hilo. Como por arte de magia, surge una mecate. En el suelo ya hay cuatro terminadas, que miden alrededor de diez metros.

Explica que le va “tanteando, jalándole despacito, para poder trabajar. Con el mismo torcido me estoy manteniendo para hacer los lazos, de puntas gruesas, delgadas. Aquí ando despacio, no puedo andar recio”, dice Juan mientras ríe.

Dice con orgullo que este trabajo lo aprendió de sus padres. Apunta que aún les pone el ejemplo a sus hijas de la talla del maguey para sacar las puntas (los hilos).

Comenta, mientras hila la cuerda, que sus hijas parecen que le quieren sacar más beneficios al ixtle, pues no se quedan sólo a la manufactura de los mecates con las puntas.

“Yo hilo las puntitas y las muchachas las trabajan. Las piñatas mis hijos las hacen. Aquí no. Es en sus casas donde hacen las piñatas. Unos hacen unas cosas y otros hacen otras. Variable el trabajo… no trabajo todo el día, ya no se puede trabajar todo el día”, dice el hombre.

«De aquí hemos mandando a nuestros hijos a la escuela»

Felipa observa a la distancia a su padre platicar sobre su trabajo. Con voz suave, la artesana explica en qué consiste su trabajo, mientras muestra parte de los productos que elaboran con el ixtle.

Nacimientos, vírgenes de Guadalupe, nazarenos, muñecas, así como productos como zacates, cepillos exfoliantes, escobetas y bolsas de mano y de mandado, pasando por las piñatas decorativas, son elaboradas por Felipa y su familia.

“De aquí nos hemos alimentado. De aquí hemos mandando a nuestros hijos a la escuela, porque también gracias a que la Casa de las Artesanías nos ha apoyado en nuestro trabajo”, asevera.

Dice que lo primero que aprendió a hacer fue a hilar y peinar el ixtle, hacer las puntas gruesas y delgadas. Luego moldear.

Felipa señala que comenzó a hacer figuras en 1996. La primera que hizo fue una muñeca. Luego hizo un burro con su cántaros, un nazareno. “Vi que se vendían, que gustaban y empecé a hacer más. Empecé a dar un giro diferente. Junto con mi familia, mis hermanos, mi papá. Hacerlo para tratar de sobresalir”.

Precisa que el proceso para la elaboración de los productos trabajan diez personas, todas de la familia y que se dividen las actividades.

En esta temporada los nacimientos y las piñatas son los productos que más se venden. Durante todo el año las muñecas y las figuras son muy socorridas. Añade que para comercializar sus productos la gente puede acudir a su taller, además de que venden los fines de semana en Ezequiel Montes.

Contrario a lo que podría pensarse, las bolsas son los productos más laboriosos, pues se debe de hilar mucho para obtener una de éstas y requiere más trabajo. Las muñecas, dice, tienen su complejidad.

“Cada vez que termino algo, una figura o alguna pieza digo ‘qué bonito está’. Veo que la gente que compra también le gusta y se va contenta con algún regalito que se compre. Mi trabajo me gusta. De hecho, a todos mis hermanos, a toda mi familia les gusta trabajar esto. Algo que me gusta son los nacimientos, las muñecas, los burritos. Todo me gusta”, sostiene.

Dice que para elaborar una muñeca como con la que ganó el concurso hace el año pasado se puede tardar un mes, ya que son muy detalladas, además de que sólo se hacen por pedido.

«En cada pieza va dejando uno parte de su ser»

“Cada pieza que uno hace, ahí va dejando uno parte de su ser. Uno dice: esto es algo mío, es algo que yo hice, algo de mí. A veces decimos que sale igual, pero cada pieza es diferente. No salen igual”, abunda.

Su propósito es llevar sus artesanías a otras partes del mundo, para que reconozcan su trabajo y lo valoren.

Felipa muestra los hilos de colores que usan para los productos. Ellos mismos los tiñen en el taller, donde también se obtienen los hilos de las pencas de los magueyes a través de un método tradicional, usando sólo fuerza humana.

Primero se golpea la penca para “ablandarla”, luego con un palo con una hoja, se raspa, hasta que se obtienen los hilos. Se deja secar, se hace el escaremado y luego se hila torciendo. Todo el proceso es natural. No se usa ningún proceso industrializado para su elaboración.

Juan añade que cada vez es más complicado obtener el ixtle, pues los magueyes en la zona se están acabando. El crecimiento de la zona urbana de Villa Progreso quita terrenos a la agricultura y la siembra de magueyes. Hace un tiempo, agrega, les fueron a vender fibras de henequén, que son similares y se pueden usar, pero la fibra original es la de maguey.

“Aquí seguiremos, mientras se pueda y haya con qué seguiremos trabajando como nos enseñaron”, ramata Juan, mientras ve a su hija Felipa torcer una cuerda.

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Last modified: 3 octubre, 2021
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