REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NUÑEZ /LALUPA.MX
FOTOS: GUILLERMO GONZÁLEZ/LALUPA.MX
Las botellas de PET vacías ofrecen una nueva oportunidad a la motricidad de los adultos mayores, al transformarse en bastones para que puedan caminar con seguridad. La Fundación Geriátrica de Querétaro realiza la tercera campaña de donación de botellas de plástico para adquirir bastones en favor de las personas de 60 años y más, al mismo tiempo que hace llamados para no tolerar el abandono urbano y rural de quienes atraviesan esta etapa.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el número de adultos mayores casi triplicó su monto en Querétaro en las últimas décadas. En promedio, el 32.8% de las personas de 60 años y más en el estado están en una etapa de prevejez, de los 60 a los 64 años; el 40.7% en una vejez funcional de los 65 a los 74 años, el 11.8% en una vejez plena y el 14.7% en una vejez avanzada al tener 80 años y más.
Ante las estimaciones de que estas cifras seguirán en aumento. el médico gerontológico clínico Darío Ignacio Zárate Rentería, impulsor de la Fundación Geriátrica de Querétaro, resaltó que no sólo hay que enfrentar los retos de infraestructura física en las ciudades, sino acabar con el abandono de los adultos mayores causado por negligencia o porque tienen dificultades para moverse.
“En México, como país, cuando el viejo es funcional, lo queremos, pero cuando empieza a ser disfuncional o semifuncional porque le duelen las rodillas, ya no camina igual, come muy lento, pues prefiero dejarlo y eso es abandono y a veces se da por desconocimiento, por negligencia o por falta de recursos. Querétaro no es la excepción. Hay abandono del viejo urbano, que es al que más nos enfocamos en los programas institucionales, pero al viejo rural nadie voltea a verlo, decimos: tiene 90 años y se mueve, está viejita y todavía camina, pero no vemos que las rodillas están hincadas, que tiene reumatitis, estreñimiento, enfermedades en las vías urinarias y tenemos que romper con eso. Si moverse en los jóvenes es salud, en los viejos es un seguro de vida”, afirmó.
UN BASTÓN COMO PUERTA AL MUNDO
Con más de 25 años como geriatra, Zárate Rentería afirmó que los cambios en los adultos mayores sumados a los problemas de salud y la dificultad para moverse causan estragos en la dinámica familiar. “Al viejo, mientras es funcional y es hombre, lo volvemos el jefe de mantenimiento: cambia esto, arregla aquello; si es mujer, se vuelve el ama de llaves: prepara la comida, ve por los niños, siéntate a hacer la tarea, pero cuando pierden funcionalidad física y neurológica, cuando hay deterioro cognitivo, olvidos frecuentes, ya nadie se responsabiliza”.
Los adultos mayores, sostuvo, no reciben suficiente atención familiar, social, ni institucional, porque para recibirla es necesario moverse y la motricidad es lo primero que se afecta con la edad. “Cuándo se necesitan terapias o apoyos o ir al médico, ¿cómo se mueven, quién los lleva?” Como una manera de vencer esas trabas y facilitar el movimiento, hace tres años la Fundación buscó empresas que reutilizaran el PET para elaborar bastones transparentes, de acrílico, que sirvan lo mismo para las zonas urbanas que para las rurales, el bastón se convierte en una puerta al mundo.
Ese tipo de bastones todavía son demasiado caros, así que por ahora se utiliza el PET que recolectan para adquirir bastones de aluminio o de madera que se entregan en las comunidades y barrios. Cuando se requiere, se donan también andaderas y sillas de rueda, pero todo se inicia con pláticas e intervenciones de calidad de vida, cuidados, alimentación, hidratación, higiene y cualquier otra medida que les permita mejorar la manera en la que viven la vejez.
“Existen áreas que se ofrecen al viejo funcional, que puede visitar, hacer ejercicio, recibir terapias y que luego regrese a su casa, pero nosotros vamos con el que no puede desplazarse, que no tiene quién lo lleve, a ellos hay que llevarles la consulta geriátrica, tratamientos completos, no nada más en una ocasión sino de manera permanente, por eso adoptamos a un abuelo y hacemos un seguimiento de cómo mejorar su calidad de vida. Hemos atendido a 300 personas en las comunidades y hemos adoptado a cerca de 60 porque nos faltan recursos todavía”, aseguró.
Con la meta de recaudar todo el PET que se pueda hasta fin de año, el geriatra lamenta que cada vez más personas requieren este apoyo, algunas de bastón, otras de andadera. Hasta ahora se entregaron 120 bastones, pero faltan muchos más y la demanda crecerá, porque en las visitas se detecta a gente que supera los 90 y hasta los 100 años de edad, con todos los problemas motrices que implica esa etapa.
A la par de la búsqueda de apoyos en el sector empresarial, se exigen mejoras estructurales en las ciudades. “¿Cómo es posible que pongan rampas de acceso en las banquetas pegadas a un poste o con el poste en medio? Hemos incrementado la esperanza de vida, hay pacientes de 105 años, los proyectos de investigación de la industria farmacéutica tasan hasta 65, ¿qué le ofrecemos a los de 80? No tenemos medicamentos probados en esa población, no tenemos infraestructura gubernamental, rampas, autobuses, nos ponen dos autobuses para toda la tercera edad de la capital del estado”, cuestionó.
URGEN CAPACITACIÓN, VIGILANCIA Y NUEVAS LEYES
El crecimiento de la población de 60 años y más también trae otros riesgos. En los últimos años se abrieron diferentes centros de día y centros gerontológicos sin contar con la capacitación necesaria y muchas veces sin geriatra, por lo que se exige la supervisión hacia esos espacios, porque “no tienen cuidadores certificados, si no tienen infraestructura, si no entienden los cambios físicos y neurológicos, entonces no están cuidando ancianos”.
La demanda va de la mano con los cambios en la legislación, como ya ocurre en lugares como la Ciudad de México, donde se pueden dar hasta tres años de cárcel a quien abandone o ponga en riesgo la vida del adulto mayor y hasta dos años de cárcel a quienes eludan la responsabilidad del cuidado aduciendo insolvencia económica.
“Porque eso es común. Yo puedo ser tu hijo, pero te digo: no puedo darte para la despensa porque mi hija va a cumplir 15 años, o tengo que pagar mi carro, no puedo apoyarte, son situaciones verdaderamente dramáticas, pero están vigentes, lo estamos viviendo y como fundación tratamos de ver la manera de hacer llegar esto a la gente”, explicó.
La Fundación realiza tres campañas al año, entre ellas “Hidrata un abuelo”, que el año pasado recolectó 3 mil litros de agua que se donaron en varias comunidades de El Marqués y Pedro Escobedo a 300 adultos mayores. La segunda campaña “Nutre a un abuelo” para asegurar su buena alimentación y la tercera campaña “Abriga a un abuelo”, se realiza en diciembre.
“Dentro de esas campañas se pretende favorecer y mejorar la capacidad funcional del viejo, con aditamentos como bastones, andaderas, sillas de rueda y muletas. Estamos buscando el apoyo de algunos empresarios, uno donó 80 juegos de bufanda, gorro y guantes, otro 15 chamarras, formamos grupos en las comunidades para que sea el viejo el que la tome, el que se ponga la ropa, el que use el bastón, el que se alimente”, insistió.
La campaña de recolección de PET se mantendrá hasta fin de año y se realizarán pláticas abiertas al público en diferentes foros, para entender los cambios que viven los adultos mayores. Sobre todo, se insistirá en que se necesita más empatía social e institucional en favor de esta población.