1
Como mera curiosidad miro unos cuantos programas de un canal de humor, Comedy Central, el 8 de marzo porque a la mujer le dedican, supuestamente, el día. Incluso anuncian en su propaganda que son ellas, las mujeres, las que mandan. Y menudo chasco se lleva uno ante tanta grosería y malhabladurías de estas damas “empoderadas” que gritan “¡abajo el patriarcado!” pero son las primeras en decir, de manera vulgar y vergonzosa —cuando un joven invitado desfila delante de ellas—: “¡Yo quiero ese culo aunque me mate a pedos!”, y todas las otras feministas celebran el piropo. Es en el programa que se intitula La culpa es de La Malinche donde ellas, las estandoperas de éxito de ese canal, se insultan e insultan exhibiendo las leperadas que han aprendido puntualmente de los hombres. El humor es escaso, pero se infiere, por los albures ahí vertidos, que todas lo único que buscan es el sexo, porque ellas mismas lo revelan en asombrosos adocenamientos. Y culpan a La Malinche por ser ellas así.
2
En ese mismo canal están retransmitiendo la telenovela colombiana Betty la Fea cuyo argumento central, como se sabe —allí sí con pinceladas de buen humor—, es el dominio de la belleza femenina. Incluso la fea Betty resulta, al final, ser una mujer guapa, razón por la cual el mundo cambia para su propio bien. Las mujeres, en esa exitosa serie sudamericana, están al servicio del hombre, que es el que pone, o impone, el orden social. Arreglándose el bigote —dice un personaje masculino a espaldas de Betty—, tal vez pueda verse bien esta secretaria. Porque, por supuesto, Betty es tan fea que sólo puede ser secretaria.
3
Una estandopera dice que no sabe cómo saludar, si de mano, de abrazo o de beso, porque cuando ella saluda de mano la saludan de abrazo y resulta que ella agarra por los güevos… ¡a su suegro! Y la gente tiene que reírse de estos chistes masculinos llevados al exceso femenino. Oigo a estas mujeres usar el lenguaje masculino: cabrón, güey, pendejadas, por no mencionar al miembro viril con el cual ellas, y no es albur, se regodean abusivamente, como si la victoria matriarcal hubiera consistido, sólo, en apropiarse del lenguaje patriarcal, porque todas las mujeres ahora se expresan alegremente con el altisonante idioma que antes parecía pertenecer exclusivamente a los varones. No sé si sea una regla, para aparecer en ese canal, hablar inmoderadamente, pero todo o toda el, o la, que se presenta en Comedy Central se expresa con chingadera y media dejando rezagado al albañil o al verdulero que, como antes se creía, eran individuos sin amplio vocabulario.
4
Dice una standopera que probablemente Dios no le dio senos grandes porque, con toda seguridad, con sus bubis enormes estuviera sobornando, ja ja ja, a los policías de sus infames atropellamientos. Y hay que reírse de la feminista con problemas de copa… C, ja ja ja.
5
En la serie La familia Peluche de Televisa, adquirida por Comedy Central, la esposa de Ludovico (Eugenio Derbez) es una ama de casa llamada Federica (Consuelo Duval) que se acuesta con el carnicero, el repartidor de volantes, el lechero, que desea complacer incluso a los ladrones que irrumpen en su casa para asaltarla… ¡pero no abandona al marido aunque sea un timorato sacacopias! En un programa de esta familia disfuncional, aunque la escena se desarrolla en un sueño, ¡el patrón Ludovico Pérez Luche quiere llevar a la cama… ¡a su sirvienta de 15 años! (Edith González, fallecida a los 54 años de edad el 13 de junio de 2019), muchacha que no rechaza la propuesta siempre y cuando el hombre la lleve al altar, ja ja ja.
6
Esta Federica (el lechero, ja ja ja, le dice Fede rica), que trae cortito a su esposo —porque mientras el hombre la provea de dinero, aunque poco, ella no tiene problemas en darse sus particulares vuelos lúdicos—, dice que sólo va a los velorios para ligarse al enterrador y se hace la ahogada en la playa para que el salvavidas le meta mano, así dice ella, en el pecho acurrucándola al vaivén de las olas. Quiere tener relaciones, ja ja ja, con el plomero, con sus secuestradores, con caníbales, con futbolistas, con antiguos condiscípulos, con militares estadounidenses. Para eso, ja ja ja, es mujer.
7
En Investigation Discovery, otro canal de paga que pormenoriza —en brillantes sesiones de indagación policiaca— hechos violentos ocurridos sobre todo en Estados Unidos, miro, aterido, cómo un maldito hombre, después de hacer suya a una mujer y de maltratarla posteriormente, la acosa día y noche al grado de morirse casi, ella, de los nervios por la persecución de la que es objeto, pero cuando la policía por fin interviene para acabar con esa andanza criminal, a pedido de la mujer, y viéndose atrapado el acosador desenfunda la pistola y miro, digo —aterido—, cómo la mujer —entrevistada para documentar su caso— llora no por el policía caído… ¡sino por su ex amante detenido! En otro capítulo, una joven bonita se enamora de un muchacho (porque es guapo, por supuesto) al grado de, aun sin conocerlo del todo, prestarle su carro. Los padres de ella (estas no son invenciones como las telenovelas, sino escenas de la vida real) se miran preocupados por la inmediata debilidad de su hija. “Después del entusiasmo viene la indiferencia en los hombres”, consigna el narrador, mas a la mujer estas premisas le valen un sorbete hasta que a los pocos días es muerta a manos del atractivo hombre. Y son cosas que no entiendo, con perdón de las feministas. (Esto del entusiasmo y la indiferencia también suele suceder, cómo no, en los intestinos de la mujer, no es privativo del hombre.)
8
Los guionistas y las guionistas de la televisión quieren, buscan, ser graciosos, lo sé, pero las intenciones o los propósitos originales a veces se diluyen en la práctica visual debido, principalmente, a los moldes y estatutos establecidos de la belleza en los emporios electrónicos. Por ejemplo, ¿quién repara, mirando a la hermosa actriz Edith González, que en el programa donde ella interviene es una menor de edad que la pretende su patrón en una clara consigna antifeminista? Me dicen que debo entender que la televisión es sólo un medio de entretenimiento, no un aparato de toma de conciencias. Por eso las damas que, carcajeándose, claman por derrotar al patriarcado en seguida se olvidan del asunto y empiezan a hablar de sus ansias de entregarse a los guapos que las asedian, aunque se trate de guarros indelicados (¡una comediante feminista dedicó su show a hablar comicidades, con una andanada de insultos en sus delineados labios, de su amante el “chacal” que aunque la avergonzaba contaba, el hombre, ja ja ja, con un preciado lingote viril de oro, ja ja ja!).
9
En una serie denominada Back Door —aquí sí de impecable e implacable buen humor— la mujer, celosa, le pregunta a su pareja el nombre de la “zorra” con quien se está acostando, pero el hombre dice que no sale con nadie, que no sea paranoica. La trama, aunque cómica, posee connotaciones reales: no hay peor juzgadora de una mujer que otra mujer, ciertamente (feminista o no). En otro programa mientras la pareja se encuentra deglutiendo sus alimentos, el hombre se muestra molesto porque de postre su mujer sólo le ofrece uvas. Fastidiado, el varón —o el patriarca— le dice que se soba el lomo toooooooodo el día para que ella únicamente le tenga uvas. El hombre —o el patriarca— insinúa que no sabe qué querrá ella, pero él se conformaría sólo con unas uvitas de postre. Entonces, harta de la situación, la mujer le pregunta si de verdad quiere saber qué es lo que ella quiere. El varón dice que sí, que eso justo es lo que quiere saber. Y no se lo hubiera dicho. Porque ella, poniéndose de pie, dice que lo que quiere es “coger”, “no hacer el amor”, sino “coger”, y no con uno, sino con todos a la vez, con una selección nacional de futbol, con el ejército israelí, con el hermano de su pareja, con el portero del edificio, con el nadador Michael Phelps, y no uno por uno sino con todos a la vez. Al final, el hombre se mete a la cocina para ir personalmente por las deliciosas uvitas.
10
Como todo debe causar risa (basta con decir pendejadas para tener al auditorio cautivo y atento), el espectador se ve en la necesidad de orientarse a sí mismo para saber cuánto de veracidad, o de farsa, hay en estos cuadros humorísticos, lo cierto es que el propio Comedy Central asegura que la mujer en su canal es la que “manda”, aunque uno vea que las féminas dependen del hombre, si es hetero, para satisfacerse corporalmente aunque se trate de engañadores, pifiadores, chacales, charlatanes o misóginos. Pero es posible percibir, en estos guiones chuscos y atrabiliarios, situaciones incómodas por inevitables o por ajustarse precisamente a una realidad que se quiere negar en todas estas cuestiones de equidad de género, como las intervenciones de los gay, y no hay uno solo que evite el tema, para clamar por su requerimiento sexual sin importar la clase de gañán que se consigan. Lo de menos es la personalidad de quien porte portento animal entre las piernas, pues lo de más es justamente el gozo conseguido, no las consecuencias del amor. E igual piensan las comediantes, feministas o no, como una standopera que dijo, ja ja ja, que con tal de aparecer a cuadro en Comedy Central no le importaba desnudarse. Es más, ja ja ja, en ese momento invitaba a toda la producción masculina a intimar, ja ja ja, en su camerino. Federrrrica le dijo, con llanto persuasivo, a Ludovico: “Entre broma y broma, la verdad se asoma”. Y no le faltaba razón.