Autoría de 12:02 am Víctor Roura - Oficio bonito

Una semana amorosa – Víctor Roura

Martes 9 de febrero

No hubiera dejado de tocarte,

nunca, si yo viviera contigo.

Quizás me rehuirías, pero sigo

pensando, en mis quimeras, que amarte

a diario es lo que un hombre cabal

desearía en el fondo de su alma.

Y doy mis ojos, reposo y calma,

la digna pena del arrabal,

si a cambio obtengo el dulce silencio

de tu cuerpo generoso y cálido,

desnudez que arroba. Y que yo, pálido

 —mudo, ahíto, absorto—, reverencio.

Martes 9 de febrero

Te ibas sin remordimiento al dejarme

pendiente de ti, pendiendo de besos

aún no dados, hilos como rezos

sin capilla, en un desnudo desarme

arrebatadamente clandestino,

con los brazos agónicos, caídos,

en la espera de dos nuevos raídos

versos, una caricia y un suave vino.

Y te ibas de mí sin remordimiento

alguno, sin la pena de mis penas,

sin mirar cómo tu cuerpo en mis venas

se incrustaba vivo en mi último aliento.

Miércoles 10 de febrero

—El hombre tiene derecho a gozarme

—me dijiste, y no quise ni mirarme

en el espejo. ¿Pero yo quién soy

para cambiar los tiempos: mañana, hoy,

ayer, futuro, presente, pasado,

vivir permanentemente a tu lado?

Es cierto: el amor no recoge el fruto

saciado en otra mesa: ¿estoy de luto

perpetuo por morar en casa ajena?

Es fatídica, sí, la última cena.

¿Por eso es, acaso, leve la llama

en quien, sedienta, a dos personas ama?

Jueves 11 de febrero

Porque después de avivar la pasión

venía, sin remedio, la rotura

—con latidos lentos— del corazón,

la calidez del corte, la premura

parsimoniosa del doliente olvido,

la inalterable suerte del adiós,

el cuerpo cercado por el tejido

remendado a la sombra de tu Dios.

¿No hubo nunca amor en las tentaciones

de tus graves —absorbentes— pecados?

¿Me recordabas en tus oraciones,

cabía yo en tus sollozos callados?

Viernes 12 de febrero

¿Qué mujer no se ha entregado

sin sentir pizca de amor?

No tiene ningún problema

cuando el beso es transitorio.

Mas si el celo es postergado,

se difumina el temor.

Puedo yo plantearle el tema

sin resultado mortuorio.

A veces se tira el dado

y, sin saberlo, el ardor

amoroso, como edema,

se inflama en gozo ilusorio.

Sábado 13 de febrero

Si yo, grave, a nado voy, ella rema.

Y me obligo a quererla por decreto:

su voz—cántico en rosa— es una gema.

(No lo digas a nadie: es un secreto.)

Cae de las alturas pálida gema

enmedio de un abandonado gueto.

Y ella, en un descuido, su boca quema

y arde en mi boca; tengo un sueño y un reto:

vivir en su cuerpo como en un reino:

me acicalo, me desvisto, me peino,

soy otro, soy el que no es, el demente,

el que no sabe morar con la gente,

el que va y viene a nado, el que del cielo

baja con tus negros ojos sin velo.

Domingo 14 de febrero

¿Qué son estas manos sin sus caderas?

¿Qué son estos ojos sin su presencia?

¿Cómo un corazón se apaga de veras

por el silencio áureo de una cadencia?

¿Si no la conozco por qué me enerva

el lento transcurrir de sus palabras?

¿Por qué me empecino en quererla sierva

de oncenas de relámpagos con cabras

de ansiedad formuladas en pesquisas

sin redes en el fondo del abismo

que carcome mis uñas alteradas

en ásperas y somnolientas misas?

¿No es un desnudo suyo el cataclismo

que oscurecerá mis cosas amadas?

(Visited 11 times, 1 visits today)
Last modified: 8 octubre, 2021
Cerrar