Las mujeres desempeñamos un papel esencial en la economía mundial. Somos casi el 50% de la población, pero sólo contribuimos con el 37% del PIB (Informe Mckinsey, 2019). Si se cerrara esta brecha de género, se produciría un incremento en el ingreso promedio de los hogares de Argentina, Brasil, Colombia y México, entre el 3 y el 4% (CEPAL, 2018). Si eso ocurriera, el PIB mundial incrementaría en 12 billones de dólares en el 2025 (un aumento del 26%); cantidad que representaría la suma del PIB de Japón, Alemania y el Reino Unido en 2019 (Informe Mckinsey, 2019).
“Cuando más mujeres trabajan, las economías crecen” (ONU Mujeres, 2018). Lamentablemente este valor económico no recibe la atención y relevancia adecuada en casi ningún sector de la actividad económica. En la industria cinematográfica, solo el 8% de las 250 películas más taquilleras de Hollywood fueron dirigidas por una mujer (ONU, 2018). En finanzas empresariales (Cain, 2017), solo entre el 10 y el 15% de las startups de capital riesgo son de mujeres.
En el sector gubernamental, en el 2019, sólo el 24.3% de los diputados de los parlamentos nacionales de todo el mundo eran mujeres (ONU, 2019). El Banco Mundial afirmó que una economía típica promedio de un país determinado, solo otorga a las mujeres ¾ partes de los derechos que otorga a los hombres (Índice Mujer, Empresa y Derecho, 2018). En 2018, sólo el 4.8% de los directores ejecutivos de las empresas Fortune 500 eran mujeres.
Estos desequilibrios y la participación injusta de las mujeres en la actividad económica, han provocado diversas desigualdades y formas de discriminación que ponen en peligro la salud, la educación e incluso la vida de las mujeres (ONU Mujeres, 2018).
El 71% del número total estimado de personas que sufren alguna forma contemporánea de esclavitud, son mujeres (ONU, 2019). Alrededor de 327 millones de mujeres menos que hombres tienen un teléfono inteligente, y pueden acceder a Internet desde un dispositivo móvil; 190 millones menos de mujeres que de hombres tienen acceso a una cuenta en una institución financiera formal (Informe Mckinsey, 2019). En el mundo, a alrededor de 2 mil 700 millones de mujeres se les restringe legalmente la posibilidad de elegir los mismos trabajos que los hombres; una mujer recibe 23% menos salario que un hombres por exactamente el mismo trabajo y las mismas responsabilidades (ONU Mujeres, 2018).
Las mujeres tenemos menos probabilidades de participar en el mercado laboral, de tener acceso a la protección social, de ser emprendedoras y de alcanzar los más altos puestos de liderazgo en los sectores público o privado. Sin embargo, tenemos más probabilidades de estar desempleadas, ser pobres y sin educación, ser responsables del trabajo no remunerado (cuidado y doméstico) y sufrir violencia y acoso en el mundo del trabajo (ONU Mujeres, 2018).
Es urgente prestar atención a la igualdad en las actividades económicas y en el lugar de trabajo.