En los últimos años los memes se han convertido en un constante medio de expresión. Hace unos meses, justo antes de empezar la cuarentena, iba con mi familia caminando por una avenida y de repente escuchamos conversar en voz alta a dos chicas de un colegio (reconocibles por su uniforme) y una de ellas dijo “…qué Peeedro pinche Paaaablo” y nos dio mucha risa. Ésta no es la única vez que escuchamos a jóvenes repitiendo frases expuestas en memes en las diversas redes sociales, basta con subirse al trasporte público en las horas pico o caminar por las calles de Querétaro para saborear esa riqueza cultural que nos está dejando este fenómeno digital.
La palabra “meme” fue acuñado en 1976 por el biólogo Richard Dawking quien pensó en un vocablo que se pareciera a la palabra gen (que transmite información genética). Así, empleó el término “meme” del griego mimema que significa “algo que se imita” para referirse a la transmisión de información cultural. La Real Academia Española (2019) ofrece estas dos acepciones: “Rasgo cultural o de conducta que se transmite por imitación de persona a persona o de generación en generación” e “Imagen, video o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunde principalmente a través de internet”.
Un meme consiste en alterar un video, una fotografía, una animación o un dibujo con el fin de divertir al público, conseguir muchos likes, burlarse de alguien que haya cometido un error o incluso mofarse de artistas y políticos.
Entre otros aspectos, una de las principales características del éxito de los memes es el hecho de que copia las expresiones cotidianas; desafortunadamente es muy común que las imágenes o videos se acompañen de expresiones escritas tal como se escuchan; es decir, de manera fonológica (por ejemplo, “komo lo zupo” en vez de “Cómo lo supo”); además, imperan textos sin considerar la ortografía. Es muy cierto que estos chistes recrean y hacen reír a sus seguidores pero, ¿no están fomentando la mala escritura?
Tal parece que la difusión del meme tiene mayor impacto entre más errada aparezca la gramática de los textos. Para quienes ignoran las reglas, resulta divertido sólo por la situación que se plantea en el meme, mientras que para los que saben o creen saber de ortografía, el chiste cuenta con el añadido de la burla.
Definitivamente los memes son sinónimo de diversión, y se han considerado, incluso, una buena herramienta educativa, aliada para el desarrollo de habilidades digitales, como la búsqueda de información; habilidades cognitivas, como la observación; y el impulso del pensamiento crítico (Arango, 2015). Niños y jóvenes son los principales expuestos a este esparcimiento y la mayoría de ellos sin una guía que los aproxime al correcto uso y consumo de este instrumento; estoy segura de que, de recibir una instrucción adecuada de la importancia de los memes como transmisores de la cultura, el escenario sería distinto.
MTRA. JHANEFFER ORTEGA ALCÁNTARA
PROFESORA DE CÁTEDRA Y TUTORA DEL CENTRO DE ESCRITURA EN EL TECNOLÓGICO DE MONTERREY CAMPUS QUERÉTARO
DEPARTAMENTO REGIONAL DE ESTUDIOS HUMANÍSTICOS Y LENGUAS DE LA ESCUELA DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN REGIÓN CENTRO-SUR
JORTEGAA@TEC.MX
FUENTES CITADAS:
Arango, P. L. (2 de marzo, 2015). Una aproximación al fenómeno de los memes en Internet: claves para su comprensión y su posible integración pedagógica. DOI 10.18568/1983-7070.1233109-131
RAE. (2019). Diccionario de la lengua española [en línea]. Recuperado de https://dle.rae.es/?w=meme