Autoría de 11:31 pm Julio Figueroa - Vistas

Las enseñanzas del señor Ibrahim – Julio Figueroa

Hay muchas clases de sabios:
Los que han leído bibliotecas.
Los que han leído un solo libro o autor, un clásico.
Los que han leído la vida y el mundo.
Naturalmente esas tres formas se conjugan y dan cien variedades más.
Hay sabios sin libros y bestias en bibliotecas e internet.
Aquí se trata de las enseñanzas del señor Ibrahim y las flores del Corán. Otro mundo en este mundo en que hay tantos mundos. Allí andan los zapatistas chiapanecos llevando sus nuevos sueños al viejo mundo. “Es la hora de soñarse soñando”. Otra realidad aparte dentro de esta realidad.

—La Calle Azul es bonita aunque no sea bonita.
Es una calle popular que está viva porque bulle la vida y el comercio, los inquilinos del lugar y los pasantes.
A don Camilo, el de “La colmena”, le encantaría poner ahí el ojo de su pluma, y a Christopher, el de “Adiós a Berlín”, el ojo de su cámara.
Es una calle entre árabe y francesa, judía y occidental, española, mexicana y tepiteña, como hay muchas detrás del Zócalo, del lado del Palacio Nacional y de la Catedral.
Y en Querétaro en varios tramos de Zaragoza.
Con la clara influencia de la cultura gabacha, en el caso de la Calle Azul, la música moderna norteamericana gringa de la época, años 60.
Sus intervenciones imperialistas en todo el mundo no impiden reconocer lo mejor (y lo peor) de su cultura musical, literaria, cinematográfica.
Nuestros personajes son dos: un joven de 16 años, acechando por la ventana y el balcón, y un viejo musulmán de una tienda de comestibles.
¿Cómo no verse en los dos personajes hombres? Aunque no sé qué piensen las mujeres. ¿Cómo comienzan ellas y cuáles son sus primeras admiraciones?

—Si hay basureros y no hay basura, son rico.
—Si hay basura junto a los basureros, no son ricos ni pobres. Es lugar turístico o comercial.
—Si hay basura, pero no basureros, son pobres.

Otras culturas, otras gentes, otras creencias y valores, otros dioses y demonios, otras concepciones de mundo y de vida, formas distintas de producción, comercio y ganarse el día, conviviendo en paz o en disputa.

—No soy árabe, Momo, soy de la Media Luna de Oro.

Sin agallas no se puede vivir en un mundo duro. No pasarse, no quedarse corto, es el reto. Prudencia y arrojo. Todo va junto. Sonreír, llorar, enojarse. Expresar tu afecto y tu crítica. No guardar nada, más que lo tuyo.

—Yo no sé nada. Sólo sé lo que dice mi Corán. El cielo es para todos, no sólo para los jóvenes. –También el infierno.

Date tiempo para descansar y pasear. Tómate un día libre. Vete de pinta. El trabajo es vital, pero igual el no trabajo. Perder el tiempo en tonterías a tu gusto. Hacer y no-hacer, diría el viejo don Juan.

—Dondequiera que mires, puedes encontrar belleza. Eso dice mi Corán.
Tiendes un tapete y ya está. Creas otro estado de ánimo, otra realidad. Donde hay vida hay de todo, maravillas y desastres.

¿Cuál es tu religión, fe, esperanza, creencia íntima?
Tal vez encontrar vida en las palabras, ánimo, afecto, coraje.

—¿Qué se siente estar solo, sin el apoyo de nadie, entre dos orillas?
—Del carajo.
—Como una piedra arrumbada.
—Del carajo.
—Allí nace o muere el porvenir llamado destino.
—Carajo.
—O te quedas pasmado o te mueves.

Foto: Rocío Ruiz

La historia de Ibrahim y Momo es la relación entre una vida al principio y otra al final del camino de la vida, de dos culturas distintas.

—Lo que tú das, Momo, es tuyo para siempre.
—Lo que guardas, se pierde para siempre.
—No responder una pregunta es responder, Momo.
—No todo se entiende con la mente.

¡Yo estuve en Marsella y tengo un grato recuerdo enterrado! En la casa del señor Botey bajo un gran árbol; me gustaba barrer la hojarasca. Ver los cerros pelones blancos como huesos, por los bombardeos de la guerra. Las luciérnagas nocturna por miles, las chicharras. Oír contar historias. Los quesos franceses y el queso Oaxaca. Allí en la casa del amigo Botey leí el poemario “Miro la tierra” de JEP.

—Todos somos parte del cuadro que vemos. Marsella, 30-VI-1987.
—El hombre no es ni ángel ni bestia; y quiere la desgracia que aquel que quiere hacer el ángel, haga la bestia. Blas Pascal, “Pensamientos”.
—Patria, patria de lágrimas, mi patria. Guillermo Prieto.

Allí, en Marsella, bajo la sombra verde del árbol, en el poemario de JEP, leí por primera vez el poema del viejo checo: Jaroslav Seifert. Y las historias anarquistas del señor Botey:
—¿A qué va usted al exilio?
—A morir con dignidad.
La historia de Voline (1882-1945):
—“La revolución desconocida (1917-1921). Esta obra es un deber de conciencia”.

Y de pronto música guapachosa mexicana o cubana o latinoamericana. Las culturas no viven puras sino revueltas, con lo mejor y lo peor. ¿Cómo tomar lo mejor y apartar lo peor? Tú eliges. ¿Cómo enriquecerlas? Es tu tarea. La tradición de la ruptura y la comunión de los contrarios. Amén.

Allí empieza el viaje. Las nubes, las tierras, los colores. Los ambientes, las creencias, las realidades distintas, los adioses. La bamba y Turquía. Soul afroamericano y oriente. Realismo y surrealismo. Lawrence de Arabia y el modesto señor Ibrahim. Pasando por la vida como nubes por el cielo.

—La lentitud es la clave para ser feliz, dice el señor Efraín, quien ha trabajado toda su vida, no para tener más sino para ser. No ser más sino más ser, diría Octavio. Hasta llegar a donde quería llegar, Ibrahim, para ver, escuchar, oler, entre el Cuerno de Oro la ciudad vieja de Estambul: el paso de muchos mundos, culturas y tiempos cruzados. Importar y exportar bienes humanos. Costumbres, gustos, placeres, cantos. Enriquecerse del mundo, no empobrecerlo. Tocarlo y crearlo, no explotarlo, no agotarlo.

La felicidad en tierra baldía. Es tu tierra. La quieres y la odias; la quieres, la extrañas, la amas. Es tu tierra:
—No amamos nuestra tierra por grande y poderosa, por débil y pequeña, por sus nieves y noches blancas o su diluvio solar. La amamos, simplemente, porque es la nuestra. —Luis Cardoza y Aragón, “Guatemala, las líneas de su mano”.

Y aquí termina el viaje del palabrero. Sigue el del lector y espectador de la película. Adiós, señor Ibrahim. Bienvenido al corazón de la memoria. Estamos en casa. Sigue el viaje de Momo. En el mismo río que va a la inmensidad.

Zaragoza está viva, y es un desmadre. Sobre todo entre Vergara y Juárez y Pasteur. Falta un hotelito popular de paso. (Cien pesos la hora y 200 la noche, 300 la familia entera). No se hagan. La democracia es incluyente, no hipócrita.

—Eres una flor viva de Zaragoza y mereces todo y no te merece nadie. Te veo y te palabreo. ¿Cómo te llamas?

—Adiós señor Ibrahim, Momo!

Q, PRESIDENTES, JULIO 2021 / JULIOFIME@HOTMAIL.COM
AQUÍ PUEDES VER “EL SEÑOR IBRAHIM Y LAS FLORES DEL CORÁN”, FRANÇOIS DUPEYRON, FRANCIA, 2003

https://ok.ru/video/244493978246

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Last modified: 21 octubre, 2021
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