Hay dos dichos que nos gusta traer a colación cuando platicamos sobre nuestro tema favorito: los suelos. El primero de ellos dice que no podemos cuidar lo que no conocemos, y el segundo es que, cuando le damos nombre a algo, lo hacemos nuestro. Estas frases ilustran la relación que hay en conocer y adoptar algo para poderlo amar y proteger.
Muchas veces hemos escuchado decir que el suelo es un enigma, una caja negra, algo muy complicado de entender, aunque por otro lado hay quienes piensan que el suelo es muy simple y aburrido. ¡Sólo es tierra!
El mensaje que queremos transmitir es sobre lo interesante que es el suelo y cómo sus características nos ayudan a clasificarlos y darles el perfecto nombre y apellido que los describe. El suelo es como un pastel o como una galleta, los tenemos con distintas texturas (suaves, esponjosos o bien compactos), de diferentes profundidades y capas (de uno, dos, tres o más pisos u horizontes), los hay de colores, olores y seguramente con distintos sabores.
Pero empecemos por el principio, ¿qué es el suelo y de qué está formado? El suelo es el medio donde se desarrolla la vida, el soporte mecánico que necesitan las plantas para crecer, donde crece 98% de los alimentos que consumimos, es la “esponja” donde se filtra y almacena el agua que entra por lluvia o riego y que es vital para las plantas y para el ser humano y otros animales.
El suelo está formado en 45% por el material mineral, que no es otra cosa que la desintegración y transformación de la roca que le da origen, como las rocas sedimentarias, metamórficas y las rocas ígneas o incluso otros materiales como la ceniza volcánica. El suelo también está formado en 5 % por la materia orgánica procesada por bacterias, algas y hongos que habitan en él.
Otros grandes protagonistas en el ecosistema edáfico es la amplia diversidad de fauna del suelo, como ácaros, escarabajos, gallinas ciegas, lombrices, entre muchos más. Finalmente, 50% restante del suelo está conformado por su atmósfera, se le llama así, porque los poros del suelo están llenos de aire y agua, y es ahí donde están ocurriendo reacciones químicas (Ej: transformación de la materia orgánica) y procesos físicos (Ej: formación de poros) todo el tiempo, que sin saberlo están relacionados con nuestro bienestar.
¿Crees que todos los suelos son iguales? A simple vista, pareciera que sí, pero en algunos tipos nos hundimos al caminar, en otros nos resbalamos, hay otros que son muy húmedos o compactos.
Recuerda esto en tu próximo viaje en carretera, si prestas atención a los diferentes paisajes y los cortes que les hicieron a los cerros para construir la carretera, podrás distinguir muchas diferencias en colores y espesores (Figura 1).
Esta gran diversidad en los suelos se ha relacionado con la gran variedad de climas, con las formas y orígenes geológicos, con el tiempo que llevan formándose los suelos y con la diversa cubierta vegetal que crece sobre ellos. Todos estos factores han originado diferentes vocaciones en los suelos, es decir, que algunos suelos permiten el desarrollo de la vegetación de matorral xerófilo, como los paisajes que vemos en el centro del estado de Querétaro.
Dichas características y propiedades de los suelos que podemos ver a simple vista o con ayuda de análisis de laboratorio, las utilizamos para poder “bautizarlos”, es decir, ponerles un nombre y apellido que hacen referencia a sus atributos. Esto nos permite entender las funciones que tiene el suelo en los ecosistemas y poder diagnosticar problemas o desequilibrios en él, incluso, proponer o tomar medidas que restablezcan su salud y función.
A lo largo de la historia se han propuesto diferentes formas de clasificar los suelos y de agruparlos por sus características para poder darles un nombre, que la mayoría de las personas entendiera. Actualmente, una de las más utilizadas es la Base de Referencia Mundial de Recursos del Suelo (World Reference Base of Soil Resources)1, WRB por sus siglas en inglés3.
Utilizando el sistema de nomenclatura de la WRB podemos “bautizar” a los diferentes tipos de suelo con nombres que describen sus cualidades físicas, químicas y genealógicas. Por ejemplo: los Andosoles del japonés An oscuro y do, suelo, son suelos oscuros que se desarrollan típicamente en paisajes volcánicos. Identificar un suelo por su nombre, permite que investigadores de distintas disciplinas dentro de las ciencias ambientales, como los biólogos, agrónomos, geólogos, geógrafos, ecólogos, licenciados en ciencias de la Tierra y todos aquellos que estudian el suelo desde distintos enfoques, puedan tener en el nombre del suelo una ficha informativa de las características de ese suelo y entonces abordar su estudio.
Los investigadores edafólogos, que son los especializados en estudiar, analizar y clasificar al suelo, tendremos en 2021 la oportunidad de reunir a colegas de distintas partes del mundo en el VI Congreso Internacional de Clasificación de Suelos a celebrarse en las instalaciones del Campus de la UNAM en Juriquilla, Querétaro2. En esta reunión se discutirá y analizará el avance en el estudio del recurso suelo y de su clasificación mundial. Esperamos que los avances en materia del estudio y clasificación del suelo brinden las herramientas para desmenuzar los enigmas que guarda el suelo y su estudio se vuelva accesible para cualquier estudioso de este importante sistema.
DRA. BEATRIZ E. MARÍN-CASTRO / DRA. NORMA E. GARCÍA CALDERÓN
UNIDAD MULTIDISCIPLINARIA DE DOCENCIA E INVESTIGACIÓN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO, CAMPUS JURIQUILLA
REFERENCIAS
1 IUSS Working Group WRB, 2015. Base referencial mundial del recurso suelo 2014, Actualización 2015. Sistema internacional de clasificación de suelos para la nomenclatura de suelos y la creación de leyendas de mapas de suelos. Informes sobre recursos mundiales de suelos 106. FAO, Roma.
2 http://iscc2020.org/ página oficial de IUSS COMMISION Soil Classification Congress 2020.