Reflexiones sobre el enfoque de la ciencia para conocer al mundo y de su utilidad para transformarlo
Al abordar la cuestión del valor de la ciencia en la formación del individuo, o de su utilidad para la sociedad, conviene reflexionar sobre los argumentos esgrimidos por aquellos que defienden su utilidad, pero también sobre los de aquellos que la cuestionan.
En el primero de los casos se encuentran puntos de vista que la colocan en la cúspide del conocimiento humano y como la base de la solución a los problemas que ha abordado el ser humano en su evolución histórica, hasta algunos más moderados que, reconociendo su valor, también observan que su utilidad, bajo circunstancias concretas, se encuentra limitada por el avance del conocimiento o por la complejidad de los problemas que se abordan.
En su contraparte, es común escuchar que la ciencia ha creado o incrementado muchos problemas que afectan nuestro entorno o que nos dañan directamente, y que el conocimiento científico no puede resolver muchos de los cuestionamientos más fundamentales del hombre.
Ante tal polarización en la valoración del conocimiento científico conviene tratar de aclarar cuáles son sus características, reconocer el ámbito en que se desarrolla y la manera en que se dan sus usos. Este enfoque nos permite analizar las argumentaciones sobre las que se establecen los juicios antes mencionados para comprender en qué contexto se presentan y promover un punto de vista más productivo sobre la valoración de la ciencia.
Como toda creación humana, la ciencia se desarrolla en contextos sociales y adopta, en sus diferentes estadios de desarrollo, las características que la sociedad y su ideología le confieren. Por ello, al igual que la sociedad, la ciencia es evolutiva, sin embargo, en su desarrollo se reconoce el esfuerzo del ser humano por comprender su entorno con un afán de fiabilidad, lo que le confiere un rasgo definitorio fundamental; dicho afán se traduce en una intención por garantizar la objetividad del conocimiento y toma forma concreta cuando se establece un método, el experimental, para la incorporación de las ideas validadas en sus estructuras cognitivas (teorías) que, a la vez, presentan una consistencia lógica, también definitoria, que da sustento a sus métodos predictivos y deductivos.
Son estas características humanas que pueden adoptar formas muy negativas, las que dan lugar a las principales objeciones y rechazos que esgrimen sus detractores. Conviene reconocer, sin embargo, que todas las creaciones humanas, como pueden ser el arte, la filosofía, la política, etc., están imbuídas de estos mismos rasgos; también en el quehacer y la creación artísticos, filosóficos o políticos, por ejemplificar algunas disciplinas, se presentan elementos de esta faceta negativa de los individuos y de las sociedades.
Con relación al uso de la ciencia y su impacto, es importante reconocer que si bien el conocimiento científico ha dado lugar al desarrollo de sistemas que pueden erosionar el medio ambiente, que pueden contaminar y afectar a otros seres vivos, o nos permiten, en caso extremo, aniquilar a otros seres humanos, la decisión de enfocar el conocimiento disponible a dichos desarrollos, no es de naturaleza científica, es producto de intereses humanos y de una educación enfocada a la obtención del bien material sin una valoración de lo que su consecución pueda generar.
La simple oposición al desarrollo de la ciencia por este cuestionamiento sería equivalente a negar el valor de otras disciplinas por su uso con fines benéficos o valorables, pero con un efecto colateral de manipulación, adoctrinamiento o beneficio para algunos cuantos que pudiera o no ser intencional.
Al deslindar los rasgos característicos de la ciencia de aquellos inherentes al comportamiento humano, expuestos de manera sintética, proponemos que la abstracción de las características positivas en el establecimiento de nuestro concepto de ciencia es altamente productivo para la creación humana; es lo que ha guiado y sigue guiando a las contribuciones más valiosas de sus principales creadores. De manera similar, es esta abstracción de los rasgos positivos en las conceptualizaciones de otras disciplinas y creaciones humanas lo que sustenta su valoración. Disocia su valoración de los elementos negativos de la naturaleza humana.
Los profundos cambios en los conceptos y teorías científicas a lo largo de su desarrollo son el mejor ejemplo de esta idea y forza otro elemento definitorio: la idea de que las teorías científicas nunca representan la realidad última, sólo aspiran a ofrecer un modelo de la realidad, que si bien puede ser de los mejores cuando se ha alcanzado su maduración, no pueden ofrecer la certeza de una validez sin límites ni la garantía de una verdad universal.
Así pues, nuestra valoración de la ciencia, como una forma de adquirir un conocimiento válido del mundo, se sustenta en el ideal de honestidad que se busca en su adquisición, que ha dado como resultado un método y una serie de estructuras teóricas que son la base para una exploración eficiente y continua de la naturaleza en la búsqueda de nuevo conocimiento y para su uso racional. La ciencia es una entidad evolutiva que sólo aspira a ofrecer uno de los mejores modelos de la realidad. Su uso para el bien humano o para dañarlo, obedecen a decisiones que pertenecen al ámbito de los intereses en consideración.
DR. MIGUEL ÁNGEL OCAMPO MORTERA
TÉCNICO ACADÉMICO TITULAR C DEL CENTRO DE FÍSICA APLICADA Y TECNOLOGÍA AVANZADA
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO, CAMPUS JURIQUILLA
Figuras tomadas de las siguientes ligas:
https://filosofia.laguia2000.com/filosofia-y-sociedad/la-ideologia-la-religion-y-la-manipulacion
http://thebonesofwhatyoubelieve.blogspot.com/2015/04/la-musica-y-el-nazismo.html
https://www.xatakaciencia.com/otros/ciencias-naturales-vs-ciencias-sociales-i