El Lago de Cuitzeo es un gran cuerpo de agua que se encuentra en el norte de estado de Michoacán. Es el segundo lago en extensión en la República Mexicana, sólo superado por el Lago de Chapala, en Jalisco. Como la mayoría de los cuerpos de agua en nuestro país, enfrenta la contaminación y la desecación, por lo que su flora y fauna se encuentra frecuentemente amenazada y sin embargo, aun con esa supervivencia precaria, es posible admirar especies interesantes y encontrar un gran número de aves, sobre todo las migratorias, durante la temporada de invierno.
Sin que se considere un gran sitio de pajareo, el Lago de Cuitzeo tiene un respetable registro de 197 especies de aves distribuidas en 143 listas, según la maravillosa herramienta de registro de avistamientos que es AverAves (e-bird), que es una iniciativa del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, con el apoyo de Conabio en México y constituye el proyecto de ciencia ciudadana más grande y exitoso del mundo, proporcionando información muy valiosa a la comunidad científica internacional. Aunque ninguna de mis pajareadas en Cuitzeo ha sido resultado de una visita planeada exprofeso, me da gusto ocupar un 8o. lugar histórico para los observadores en ese lugar, con 58 especies.
El Lago de Cuitzeo ha sido para mí una escala en el camino, regresando a la Ciudad de México desde Morelia y Guadalajara, en viajes de trabajo, o bien desde la zona de Pátzcuaro, Quiroga y Zirahuén, en viajes de placer. Es muy conveniente, porque se encuentra solamente a unos 3 kilómetros de la Autopista México-Maravatío-Morelia-Guadalajara, en la desviación a Salamanca. Ya sea por la carretera libre o la de cuota hacia Salamanca, se atraviesa el lago en su parte más estrecha por medio de sendos puentes, trayecto que brinda un espectáculo poco común… ya que nuestro país es abundante en muchas cosas, pero no en cuerpos de agua dulce grandes.
Para pajarear, lo que hago es tomar la carretera libre y cuando ésta llega a la orilla del lago que colinda con el pueblo, hay un restaurante con vista al lago y estacionamiento, donde puedo dejar mi coche (y a veces equipo especializado o mi laptop) con tranquilidad. Ahí ya me conocen y saben que no llego a comer de inmediato, sino que me salgo del predio del restaurante para pajarear y al regreso les consumo, lo cuál hago con gusto, porque se come bien, con buena vista y normalmente con “hambre pajarera” después de una larga caminata y del trayecto que haya hecho en coche.
Empiezo a pajarear en el jardín del restaurante y en la orilla del lago que está enfrente, pero después me salgo y camino por la carretera libre, de regreso sobre el lago. Esto resulta hasta cierto punto peligroso: se trata de un puente largo y recto, por el que transitan los vehículos a más de 60 Km/h (la velocidad máxima en los letreros) pero abundan los cafres que pasan a más de 100. No falta el “angelito” que conduce un doble remolque a gran velocidad y encima de todo, al pasar cerca de ti toca sus escandalosas cornetas de aire “no sea que no hayas notado que se acercaba”. Obviamente, sientes que la tierra trepida, que el viento te lanza hacia el agua y que tus órganos resuenan con el estruendo de ese claxon… Una vez que ha pasado ese demonio, puedes seguir disfrutando de la pajareada, mientras tu corazón recupera su ritmo normal. El acotamiento es un poco estrecho, así que durante toda la pajareada hay que estar bastante alerta, por el constante paso de los autos.
Hay algunas especies que se ubican en zonas bastante específicas del Lago, por ejemplo, la Jacana norteña (Jacana spinosa) frecuentemente puede verse en unos islotes, con parches de lirio y vegetación flotante del lado oriente del puente, a unos 300 metros del restaurante.
La Jacana es un ave acuática con colores bastante llamativos, ya que su pico y sus alas extendidas son amarillos mientras que sus largas patas son verdes, su cuerpo es marrón y su cabeza verde oscura, con una mancha amarilla en forma de flor en la frente.
La Jacana norteña habita en estanques pantanosos desde México hasta Panamá. Busca alimento caminando sobre la vegetación flotante y recoge insectos de la superficie de las plantas o del agua y a veces a poca profundidad por debajo de la superficie. También busca alimentos en el lodo o en suelos descubiertos cerca del agua.
Avanzando unos 200 metros más al sur, hay un conjunto de tules, en los que es bastante probable avistar al Avetoro menor (Ixobrychus exilis) que es una pequeña y hermosa garza.
Es tímida y se camufla muy bien entre los tules. Es muy posible que al estar buscándola, no lo veas, hasta que de pronto se aleja volando asustada, porque te acercaste mucho a su posición, aunque ni siquiera la habías visto. Esto puede resultar un tanto frustrante. Yo la considero un buen avistamiento y en realidad sólo he podido verla bien y fotografiarla en Cuitzeo.
En el Lago pueden verse varias especies de zambullidores, como el Pico grueso (Podilymbus podiceps) y el Orejudo (Podiceps nigricollis), pero definitivamente el más espectacular entre ellos es el Achichilique pico naranja (Aechmophorus clarkii)
Se trata de un zambullidor grande, con ojos rojos y un pico naranja afilado, que le da su nombre. Es más tímido que los otros zambullidores y a la primera señal de alarma se sumerge, haciendo honor a su nombre. Unos pocos segundos después emerge, casi siempre a una distancia sorprendentemente grande, por lo que el reto de fotografiarlos consiste en poder tomarlos sin asustarlos cuando están cerca de la orilla… pero un movimiento bruscobastará para que el ave se zambulla y aparezca nuevamente demasiado lejos para una buena toma.
Su ritual de cortejo es muy impresionante, porque en una parte del mismo, la hembra y el macho se ponen lado a lado y levantan sus cuerpos “caminando” sobre el agua por algunos segundos, lo cuál es muy emocionante de presenciar.
En una de mis visitas más recientes, tuve la suerte de ver una familia con polluelos y como estaban cerca de la orilla y muy entretenidos con su propia interacción, no me prestaron mucha atención y tuve la oportunidad de tomar algunas fotos.
Cuitzeo es un sitio muy importante para las especies migratorias, que llenan de vida el Lago durante los meses invernales. Frecuentemente es posible ver grandes números de especies como Avoceta americana (Recurvirostra americana) y los espectaculares patos y cercetas migratorios, como la Cerceta alas azules (Anas discors)
También pueden llegar pelícanos en numerosas parvadas, sin embargo, en el fin de año de 2016, presencié un emocionante espectáculo, cuando un enorme conglomerado de Pelícanos blancos (Pelecanus erythrorhynchus) empezaron a despegar del lago y hacer un despliegue de vuelo, literalmente tapizando el cielo, haciendo evoluciones coordinadas, como a veces hacen los tordos, pero con estas enormes aves, el espectáculo fue colosal.
Eran cientos de aves las que se iban incorporando a la impresionante formación, que además de irse agrupando, ascendía lentamente, hasta que los voluminosos pelícanos se veían como pequeños insectos blancos, contra el limpio cielo azul michoacano.
Tomé cientos de fotos de esas evoluciones que se prolongaron por varios minutos hasta que paulatinamente, fueron regresando a su lugar sobre el lago.
Como a dos kilómetros del punto de partida, hay un pequeño estero con una gran cantidad de garzas, principalmente garza blanca y garza dedos dorados. El lugar está a la vuelta de una pequeña curva que hace el puente, así que de pronto te encuentras súbitamente cerca de las garzas y aún sin quererlo, provocas un caos de aves que levantan el vuelo, revolotean un poco, acomodándose para volver a percharse un poco más lejos, a la distancia de confort que buscan como protección contra los humanos.
Si hubiera que elegir a las aves representativas de Cuitzeo, definitivamente escogería a las garzas, de la más chica a la más grande: El pequeño y elusivo Avetoro menor, que comenté más arriba, la hiperactiva Garceta verde (Butorides virescens):
La bella Garza azul (Egretta caerulea):
La irritable Garza dedos dorados (Egretta thula):
La impresionante Garza morena (Ardea herodias):
y la icónica Garza grande o blanca (Ardea alba):
Así como hoy nos maravillan estas garzas, a nuestros antepasados también los cautivaban y su admiración por ellas se sublimaba en formas hermosas. Como muestra de ello, me permito compartir La leyenda de las garzas del lago, que es de origen Purépecha. Aunque está ubicada en Pátzcuaro, a fin de cuentas se trata de la misma cultura y región que Cuitzeo:
Dicen que hace mucho tiempo en la isla de Yunuén vivía una hermosa princesa, llamada Hapunda, que siempre estaba contemplando el lago Pátzcuaro, pues estaba enamorada de él.
Un día llegó al lugar un grupo de guerreros chichimecas y decidieron llevarse a la princesa para casarla con su rey. La jovencita se entristeció y decidió correr al lago para preguntarle qué debería hacer. El lago habló y le dijo que volviera a medianoche y que saltara a sus aguas, que él la protegería. Así lo hizo la princesa y salió del agua con el cuerpo cubierto de plumas, convirtiéndose en una hermosa garza y quedándose a vivir por siempre en el lago. Dicen que cuando se acaben las garzas en el lago Pátzcuaro, el lago se secará de tristeza.
La ironía, es que puede ser al revés: Que el lago se seque, con lo que se acabarán las garzas. Hace un par de años, fui a Cuitzeo en lo peor de la temporada de estiaje y me asusté: El lago había retrocedido de manera alarmante, de hecho, todo el estanque, de unos 80 metros que está frente al restaurante que mencioné, estaba seco, al igual que una gran extensión del otro lado del puente, lo cual me impactó mucho, puesto que creí que esa forma de retroceder del agua había llegado a un punto irreversible. Sin embargo, hace unos meses fui en temporada de lluvias y como por encantamiento, el lago había recuperado su dimensión habitual. Lo que sucede es que una buena parte de las orillas del lago tiene muy poca pendiente y profundidad, así que si el nivel del lago baja medio metro, deja expuesta una superficie muy grande.
Dependiendo de la actividad que encuentre más allá del estero de las garzas, normalmente avanzo unos 500 metros adicionales, antes de emprender el regreso. Aunque la mayoría de las aves avistadas en la ida pueden verse de nuevo, a veces hay suerte y en el retorno hay oportunidad de encontrar especies que no se habían dejado ver o fotografiar durante la ida. Una ventaja de “caminar sobre el agua” en una estrecha cinta de asfalto en medio del Lago, es que pasan cerca muchas aves al vuelo y se prestan para la foto, como sucedió con esta gaviota pico anillado:
Una vez de vuelta en el restaurante, siento que “me he ganado” el derecho de comer bien. Como el restaurante tiene unos 80 metros de orilla y muelle sobre el lago, a veces tengo la suerte de que las aves me den espectáculo mientras como. Me ha tocado ver una garza azul o tricolor pescando en el estanque, o varias especies de charranes y gaviotas que pasan volando cerca. Para comer, casi siempre pido un “plato regional”, que trae charales en varias preparaciones, una jaiba empanizada, una pequeña mojarra y una buena guarnición de arroz y ensalada. Acompaño el plato con una cerveza… sólo una, porque al terminar hay que volver a la carretera y manejar más de tres horas, para llegar a casa.
En una de mis visitas más recientes, recibí una agradable sorpresa, ya que mientras disfrutaba mi comida llegó a un Chipe pecho manchado (Setophaga americana), hermosa ave que había visto previamente, en lugares más tropicales, pero que nunca había tenido tan buena posibilidad de fotografiarla: Sólo tuve que levantarme de la mesa con la cámara, para lograr la toma.
Tomando en cuenta que Cuitzeo es un pueblo mágico y que entre otros puntos de interés cuenta con Zona arqueológica Tres Cerritos y con el Antiguo Convento de Santa María Magdalena, a veces siento una punzada de culpabilidad, al ir siempre de paso, para pajarear dos o tres horas, comer y seguir adelante, sin disfrutar los atractivos históricos y culturales del lugar… Esto también me ha sucedido en otros pueblos (mágicos o no) que se encuentran cerca de los puntos de observación de aves.
He resuelto que sin perder mi pasión por las aves, me esforzaré por abrir más mis sentidos para disfrutar otros atractivos, entendiendo que México tiene un enorme patrimonio en historia, arqueología y tradiciones populares y que el tiempo que dedique a ello será una excelente inversión para mí. Esa dimensión extra, también intentaré reflejarla en mis narraciones, que espero que se enriquezcan con ello.