A pesar de que el gobierno mexicano ha ondeado como dos de sus principales banderas el combate a la corrupción y la libertad de prensa y expresión, en ambos casos en lugar de avanzar se ha retrocedido. Somos un país más corrupto y más restrictivo.
El Índice Chapultepec 2021 de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) mide niveles de libertad de prensa y expresión en las Américas. Por su parte, el ranking del World Justice Project (WJP) evalúa varios factores agrupados en ocho indicadores, uno de los cuales se denomina “Ausencia de Corrupción”. En ambas mediciones, nuestro país se coloca en los últimos lugares: en el 16 de 22 naciones del continente americano, en el caso de la libertad de expresión y de prensa, y en el lugar 135 de 139 países del mundo en combate a la corrupción.
Menos libertades
El Índice Chapultepec 2021 fue dado a conocer en la 77 Asamblea General de la SIP, celebrada del 19 al 22 de octubre. Fue elaborado con base en más de 200 informes de expertos de esos países, durante el período del 30 de julio de 2020 al 1 de agosto de 2021. Y aun cuando globalmente de 2020 a 2021 el continente avanzó en las libertades de prensa y expresión, al pasar de 51.42 a 55.61 puntos (de 100 posibles), México descendió cinco lugares, al pasar del sitio 11 al 16, por sumar sólo 49.2 puntos.
México sólo tiene más libertades que Guatemala, El Salvador, Brasil, Nicaragua, Cuba y Venezuela; dicho en otros términos, supera exclusivamente a países cuyos gobiernos son señalados como represores y antidemocráticos.
Uruguay y Chile son los mejor evaluados, con 84.2 y 82.3 puntos. Entre Uruguay y México hay 35 puntos de diferencia: un abismo cuantitativo y político. En el rubro de “Ciudadanía informada y libre de expresarse”, México ocupa el lugar 14; en “Ejercicio del periodismo” el lugar 13, en “Violencia e impunidad” el 18, mientras que se ubica en el 12 en “Control de medios”.
Más corrupción
Contrario a lo dicho por el presidente, en el caso del combate a la corrupción México también descendió, al incrementarse sus niveles de presencia.
El periódico Reforma consigna: “A pesar de que el combate a la corrupción es un emblema de la gestión del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, México pasó de ocupar el lugar 117 en 2019 al 135 en 2021, de 139 naciones analizadas”.
Esto significa que sigue prevaleciendo e incluso se incrementó la práctica de “los sobornos, (las) influencias indebidas por intereses públicos o privados, así como la apropiación indebida de fondos públicos u otros recursos”.
Estas prácticas de la corrupción fueron evaluadas y detectadas en el Poder Ejecutivo, en el Legislativo, el Judicial, así como en las corporaciones policiales y en el ejército. En general, el Índice Global de Estado de Derecho 2021 ubicó a México en la posición 113 de 139 países, nueve lugares por debajo del año anterior, cuando nos ubicamos en sitio 104.
En el ámbito mundial, México apenas se encuentra por arriba de Uganda, Camerún, Camboya y el Congo. En América Latina y el Caribe, nuestro país fue el peor de los 32 analizados.
Tiempo al tiempo
No me parece que el gobierno mexicano haya fallado en este par de renglones debido a una visión política maquiavélica; más bien, considero que las malas cifras que registran se deben a la ausencia de un plan de gobierno estructurado.
Combatir la corrupción y defender la libertad de prensa y expresión son asuntos que no se arreglan solamente con discursos, sino con acciones, con aportes diarios y en la práctica, lo que no tiene ni hace este gobierno.
Sin embargo, también pienso que, de proponérselo, los tres años restantes de la administración son suficientes para recomponer el camino y solventar estas deficiencias. Depende de la voluntad política.
Recordemos que las cifras que tenemos colocan a México con un Estado de derecho comparable con Nigeria, Madagascar, Angola y Mali. Y a nivel regional, el país sólo supera a Honduras, Bolivia, Nicaragua, Haití y Venezuela.
Estamos en una severa situación crítica.