¿Se acuerdan de ella? Aquel miércoles 8 de julio del 2020 iba de un lado a otro como chiquilla en fiesta cumpleañera, dando pormenores del evento al que asistió con el presidente López Obrador y empresarios mexicanos, invitados por Donald Trump a La Casa Blanca. Más que como empresaria, se comportaba cual porrista, entusiasmada por ser parte de la comitiva del grupo de millonarios que han acumulado cuantiosas fortunas al amparo de gobiernos anteriores.
¡Qué cuadro el de entonces! Entre los empresarios Carlos Hank González de Grupo Financiero Banorte, Ricardo Salinas Pliego de Grupo Salinas, Daniel Chávez Morán de Grupo Vidanta, Bernardo Gómez Martínez de Grupo Televisa, Francisco González Sánchez de Grupo Multimedios y Olegario Vázquez Aldir de Grupo Empresarial Ángeles (se dice que Carlos Salinas de Gortari es accionista del Grupo Ángeles). Y, entre ellos, “la heroína” de tan numerosa caravana, que bromeaba, “reportando” para su cuenta de Twitter también.
Me refiero a Patricia Armendáriz Guerra (1955, Comitán, Chiapas), fundadora en 2006 de la compañía Financiera Sustentable y que, en ese entonces, además de las fotos del elegante lugar, destacaba las palabras del otrora presidente de Estados Unidos Donald Trump hacia el mandatario mexicano, quien intentaba no mostrar la inflamación de su pecho, henchido de satisfacción por estar tan cobijado y apapachado con palabras de doña Patricia y por los empresarios que formaron parte de su cortejo.
Patricia Armendáriz culminó su reporte compartiendo el elegante y sofisticado menú de la cena; mientras desde aquí miles de mexicanos, una mayoría pertenecientes a la base piramidal, leíamos: “Tomates veraniegos, queso comté y crocante de pan rústico. Filete de robalo con papas al azafrán, puré de chirivía, zanahorias jóvenes y alioli de cítricos. Galletas de mantequilla y azúcar mascabado, acompañadas de crema de limón y merengue tostado”.
¡Yumi, yumi…! Nos saboreábamos los platillos y, algunos como yo, investigando sobre el queso comté, la chirivía, alioli, antes de irnos a acostar con el estómago lleno de frijoles, remojados horas antes de cocerlos para que no produzcan explosivos gases, y preguntándonos si, ya a escondiditas, en la soledad de sus aposentos, Donald Trump mandó traer su platillo favorito, hamburguesas crocantes, y el presidente mexicano huaraches o tlayudas.
Antes del evento de la cena, los simples mortales poco sabíamos de esta empresaria, una de las panelistas estrella del programa televisivo Shark Tank México, al que asisten aspirantes a emprendedores llevando sus proyectos de negocios al panel de inversionistas. Programa que, por cierto, la revista Proceso evidenció como una gran “farsa cruel que no pasa de conformar un simple espectáculo televisivo”, ya que está basado en promesas no cumplidas para los concursantes. ¿No les digo?, gandallas hay en todos lados.
Supimos entonces que Armendáriz Guerra cuenta con un destacado currículum académico en el área de las matemáticas y una carrera laboral en el sector público y privado empresarial. La otrora militante priista fue asistente del exsecretario de Hacienda en el gobierno salinista, Pedro Aspe Armella. En el periodo zedillista, ocupó la vicepresidencia de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), en 1994, año en que estalló la crisis económica de México, causada por la falta de reservas internacionales y que llevara a la devaluación del peso mexicano. Uno de los episodios más severos e inciertos, económicamente hablando, en la historia de nuestro país y que dio paso al Fobaproa, en el que ella desempeñó un papel crucial del rescate bancario. No está de más tener presente que el caso Fobaproa fue enarbolado como bandera política del feroz activista que fuera López Obrador en su papel opositor (¿Se acuerda, doña Patricia?).
Este es apenas un bosquejo de la trayectoria empresarial y política de Armendáriz Guerra, quien gusta de presentarse como una mujer de origen humilde y forjada con esfuerzos; incluso, “cuando era niña, iba a la escuela descalza”. Esto último es mentira. La señora no viene de clase humilde, por lo menos no al punto de ir descalza a la escuela o carecer de oportunidades de estudios.
Según consta en la biografía de su padre, escrita por su misma familia, Gustavo Alberto Armendáriz Ruiz (1923-2004) fue un “político, periodista, agricultor e investigador mexicano de la cultura maya y exgobernador del estado de Chiapas. Originario de Comitán, Chiapas, se dedicó al periodismo en la Ciudad de México y en Tampico, donde dirigió el diario Tribuna. Además, como agricultor, Gustavo Armendáriz llevó la Green Revolution a Chiapas, en la zona de Comitán, donde introdujo el uso de fertilizantes y semillas mejoradas para incrementar la producción de grano. Después sembró algodón y constituyó las primeras cooperativas de producción algodonera en la zona… Incursionó en la política hacia finales de los años 70, como coordinador del Gobierno para los Altos de Chiapas. Posteriormente, fue secretario de Desarrollo Económico del gobierno del estado durante la administración del gobernador Juan Sabines Gutiérrez, y al concluir el mandato de este, como se había reformado la Constitución del estado para que el periodo gubernamental iniciara los días 8 de diciembre y no el 1 de diciembre (debido a que ese mismo día tomaba posesión el presidente de la república), fue designado por el Congreso del Estado de Chiapas para ocupar la gubernatura durante esos 8 días…”.
Ni descalza ni sencilla
Patricia Armendáriz Guerra es integrante de una familia de ocho hermanos. Todos ellos con carreras universitarias, mayormente enfocadas a las finanzas, por la UNAM, UAM, ITAM, con doctorados en Cambridge, y una hermana académica de la Universidad de Harvard. Otra de sus hermanas, María Luisa (1963-2015), fue escritora y directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
La empresaria, a partir de agosto, es diputada plurinominal por el Movimiento Regeneración Nacional y una defensora a ultranza del presidente López Obrador. Desde su cuenta de Twitter suele hacer polémicas declaraciones que le han hecho acreedora a justificados reclamos ciudadanos. Ella se autoproclama empática con los más vulnerables, lo que se contrapone con su actuar y con sus propias declaraciones que evidencian que lo suyo es reflejo de una fe absoluta a un proyecto morenista, del que ella es aliada incondicional, al que justifica y con el que dice estar de acuerdo en el adoctrinamiento que el partido lleva a cabo… ¡gulp!
Ante los reclamos de los padres de los niños con cáncer por el desabasto de medicinas, ella, fiel al guion establecido por el presidente, culpó a las organizaciones sociales de lucrar con los medicamentos ya que, dijo: “Les venden medicamentos oncológicos a las mamás”.
Más tarde, cuestionada con respecto a sus declaraciones, respondió: “Pues pedí a papás, mamás, enfermeras que me dieran evidencia de desabasto de medicamentos principalmente de nuestros queridos niños y no me dieron ni una sola evidencia”. Y aunque terminó aceptando el desabasto de medicamentos, al mismo tiempo disculpó la situación ya que –dijo– obedece a una buena causa: “la lucha contra la corrupción”.
Pero, ¿y las numerosas víctimas que mueren mientras tanto por las fallidas e irresponsables decisiones del gobierno en turno?, nos preguntamos quienes hemos seguido de cerca esta delicada y grave situación. Sobre ello, Patricia Armendáriz se ha limitado a decir “son los daños colaterales”.
La empresaria, exdirectora de Banorte, por hoy se encuentra desbordante de entusiasmo, presentando su nuevo libro “escrito pensando en ustedes”, dice con rotunda sonrisa, mostrando el título: Alpinista de sueños. Además de asegurar que en él comparte su vida y descubre los ocho poderes que la han llevado a la cima de sus sueños más ambiciosos, agrega: “Con candidez repaso mis batallas, como el TLC, mi divorcio, Fobaproa, caídas y reflexiones de la historia del país que me tocó vivir”.
¡Caramba con doña Patricia Armendáriz! Entre su mundo de finanzas y el de miles de nosotros no hay coincidencias. Y, por mi parte, no me comprometo a comprar o leer su libro. Sobre todo porque, para leer, carezco de esa candidez que ella tiene, y no tengo sueños ambiciosos relacionados con finanzas.