No more Blah, Blah, Blah!
Greta Thunberg (COP 26, Glasgow, 5.11.2021).
A pesar de un inicio esperanzador —el acuerdo contra la deforestación y la reducción de un 30% en las emisiones de carbono para el 2030 acordado por un centenar de naciones— y un final que no suena tan mal –el acuerdo de cinco puntos entre China y los USA (mantener la temperatura global en 1.5°C; reducir las emisiones de bióxido de carbono y metano; reducir el consumo de carbón; combatir la deforestación ilegal; e impulsar las energías renovables)—, el viernes 5 de noviembre, la activista climática Greta Thunberg, sostuvo que la Conferencia de las partes (COP 26) organizada por las Naciones Unidas en Glasgow, Escocia, ha sido un rotundo fracaso. Pocos días después, Vanessa Nakate reafirmó la idea: “la humanidad no será salvada con promesas”.
En Glasgow, por primera vez en toda la historia humana, se conjuntaron un haz de potentes y unificadas voces –que algunos esperaban funcionasen como un laser que detuviese al calentamiento global— y, sin embargo, como las promesas son difusas y los acuerdos no son vinculantes,la humanidad proseguirá su indefectible camino a la destrucción.
A pesar de que en esta ocasión contamos con:
- La voz de un Secretario General de las Naciones Unidas —Antonio Guterres— que clara y directamente declaró la alerta roja para la humanidad;
- La voz de innumerables científicos expresada en diversos y contundentes informes (el AR6 del IPCC; 5to. Ocean State Report del Copernicus Marine Service; la declaración de la UNESCO sobre el inicio de la Sexta extinción masiva de las especies, entre muchos otros) señalando la urgencia de la toma de medidas eficaces para detener la emisión de Gases de Efecto Invernadero (los responsables del Calentamiento Global Antropogénico);
- La voz de innumerables intelectuales y líderes de opinión, así como valientes jóvenes activistas contra el Calentamiento global —de Greta Thunberg, Vanessa Nakate, XiyeBastida, entre muchos otros—, que a lo largo y ancho de la tierra vienen exigiendo acciones eficaces contra el fenómeno;
- La presencia, en la COP 26 misma, de varios jefes de estado y representantes de los pueblos originarios —de las naciones que ya han sido afectadas por el fenómeno— y deben abandonar sus islas o bosques;
- La existencia de innumerables estudios elaborados por nuestros mejores intelectuales intentando despertar a la humanidad respecto al grave riesgo que representa el CGA…
A pesar de todo esto, los políticos agrupados en la COP26 fueron incapaces de asegurar un futuro deseable para la humanidad: como los acuerdos no son vinculantes y, en consecuencia, carecen de sanciones, no hay ninguna garantía de que se lleven a cabo. No se estableció, tampoco, un programa claro que avance, verdaderamente, en la interrupción del Calentamiento global.En consecuencia, sigue en entredicho la calidad de vida de las generaciones venideras, no sólo humanas sino la de múltiples especies de la tierra.
Este fracaso no hace sino confirmar la tesis que me permití pergeñar en el estudio “El crimen perfecto. De cómo el Alien corporativo nos ha hecho víctimas y cómplices de la devastación del mundo”: la humanidad será incapaz de detener el fenómeno del Calentamiento global o la Sexta extinción masiva de las especies mientras no logre, antes, deshacerse de una instancia creada a principios del Siglo XX: la corporation.
Contrariamente a lo que la mayoría de la humanidad supone, los verdaderos dirigentes de la tierra no son los políticos, sean demócratas o dictadores. Quienes actualmente gobiernan la tierra –y se enriquecen desmesuradamente en el proceso[1]— son las grandes corporaciones trasnacionales. Tales corporaciones –o sociedades anónimas, como se las nombró en México— fueron, al principio, establecidas para realizaremprendimientos que implicaban un elevado riesgo y podrían ocasionar que los empresarios fuesen llevados a prisión por las externalidades que sus empresas produjesen. Con el objeto de evadir tal responsabilidad, se crearon entelequias –“marcas” las denominó Naomi Klein— que podían contratar personal, adquirir bienes e incluso quebrar pero que nunca podrían ir a la cárcel.
Una corporación, tal y como muestra el ejemplo de Union Carbide en Bhopal en el año 1984, puede asesinar a decenas de miles de personas –y enfermar a cientos de miles— sin recibir castigo alguno. Después de larguísimos procesos judiciales –donde las víctimas se enfrentan a bien pertrechados abogados corporativos— solamente unos cuantos de los gerenteslocales son llevados a prisión. Esto es así porque las corporaciones no son una empresa “normal”, fueron creadas para evadir responsabilidad. Su objetivo es único y muy preciso: el retorno, incrementado y en el menor tiempo posible, del capital invertido. Para lograrlo contratan a los más brillantes científicos, a los mejores abogados y administradores, los cuales les permitan lograr su objetivo.
La corporación, tal y como demuestra el estudio de Joel Bakan (TheNew Corporation. How “Good” Corporations are BadforDemocracy, NY: Vintage,2020) es una especie de Alien en la tierra. Me permito afirmar esto pues una cualidad de absolutamente todas las especies existentes en el planeta es la responsabilidad, es decir, que los actos que realizan generan consecuencias de las cuales deben responder.
Cualquier acción, cualquier empresa, debe dar cuenta de sus actos y pagar por las consecuencias negativas que pueda producir. Sólo las corporaciones están exentas de ello. Ni Coke, ni Shell, ni UnionCarbide, Tepco o Ford pueden ir nunca a la cárcel. Fueron creadas para evadir responsabilidad. Es por tal razón que el naturalista E. O. Wilson se equivocó flagrantemente en su Hipótesis de la biofilia, es decir, cuando sostuvo queno era incorrecta la privatización de todos los bienes naturales pues los propietarios de bosques, selvas y demás, terminarían luchando por su conservación, por su preservación. Esto hubiese sido cierto si los dueños de los bienes naturales fuesen humanos.
Desgraciadamente los dueños actuales son aliens corporativos. Por tal razón no protegen, establecen relaciones simbióticas ni generan equilibrio en los ecosistemas. Su único objetivo, nunca lo olvidemos, es el retorno incrementado y acelerado del capital invertido, la preservación de los bienes de la tierra, de la humanidad o los ecosistemas, no forma parte de su agenda.
La humanidad, entretanto, comodina e inconsciente, se aprovecha de los productos que las corporaciones ofrecen, convirtiéndose, de tal manera, en cómplice de la devastación que las corporaciones realizan. La humanidad actualmente existente es víctima y cómplice de la devastación del mundo.
Si la humanidad no despierta ante este hecho y se deshace del alien corporativo, está condenada a su destrucción y con ella a la de innumerables especies y ecosistemas.
Afortunadamente no es demasiado complicado resolver el asunto: basta con devolver a las corporaciones aquello que nunca debieron perder: la responsabilidad. Es urgente que la humanidad disuelva la figura legal de la corporación y le devuelva el simple estatuto de empresa. En consecuencia, que en vez de “accionistas” haya “dueños” y que sean ellos los que respondan, incluso penalmente, ante las externalidades que sus empresas generan.
Convertir a las corporaciones en simples empresas obligaría a sus dueños a cuidar verdaderamente las acciones que realizan, pues un error podría conducirlos a la pérdida de su libertad.
Gracias a tal cuidado, los emprendimientos tendrían, necesariamente, que reducir su tamaño pues la vigilancia responsable así lo exige. Gigantes como Shell o Pemex podrían desintegrarse y múltiples empresas productoras de hidrógeno verde podrían surtir de combustible (hidrógeno) a las máquinas fijas. Los automóviles podrían ser sustituidos por biohíbridos que trasladasen a los humanos a velocidades también humanas, gracias al controlado y pequeño aporte que un motor eléctrico asociado a unas baterías de litio generaría. Tendríamos, asimismo, que arreglárnoslas con la energía limitada que las fuentes renovables ofrecen;tendríamos también que captar agua de lluvia, manejar correctamente nuestros deshechos sólidos y líquidos y a reaprender a producir nuestros propios alimentos.
Desde mi punto de vista, este cambio civilizatorio sería un movimiento que, en cascada, se generaría cuando se disolviese la figura legal de la corporación.
De seguir por el camino que andamos en nuestros días –el escenario Business as Usual —o SSP5-8.5 como lo nombra el último informe del IPCC— la humanidad no podrá sino enfrentar un futuro aterrador en las décadas venideras. La COP de Glasgow, desgraciadamente, no logró evitarlo.
Cuernavaca, Morelos, 13 de septiembre de 2021.
[1] El ambientalista argentino Sergio Federoviskyindica que sólo 100 corporaciones son responsables del 71% de las emisiones de CO2 de la humanidad (TED Córdoba, 3.01.2019): https://www.youtube.com/watch?v=CLq6tykbIrk