Autoría de 2:30 pm #Opinión, Rocío Benítez - Zona de la Visión Perpetua

Uno siempre vuelve a lo más querido – Rocío Benítez

Estoy probando las delicias del audiolibro. Por esa obsesión al libro como objeto, a eso impreso que se puede tocar, hojear, subrayar, hacer propio, me resistía al audiolibro. Pero ha resultado algo muy atractivo. Los escucho, principalmente, cuando voy en un viaje, aunque sea corto. No me gusta hacerlo cuando estoy caminando, para eso tengo otro tipo de audios, o escucho la radio, las noticias en específico. Pero cuando viajo en autobús enciendo mi aplicación de audiolibro y comenzó a imaginar lo que va narrando la voz. Hay ocasiones, cuando me distraigo por algo que veo en el trayecto, o sonidos que ocurren en el mismo autobús, que tengo que dar pausa y regresar un minuto atrás. El símil de volver entre páginas. Pero hay ocasiones que, incrédula de mí, tengo que dirigirme al texto escrito para corroborar que en efecto dice, lo que dice la voz al oído.

Mi primer libro en audio, no era propiamente un audiolibro, es un libro digital con la opción (que da la misma aplicación) de escuchar una lectura en voz alta, con una voz femenina robotizada. A la fecha descubrí que hay otras APP que te dan la opción de la voz de un hombre o una mujer.  Hay editoriales que ofrecen el audiolibro con la voz del propio autor, lo que resulta muy interesante, porque es ir de la mano con el creador de la historia, y resulta un viaje inmersivo con su voz, entonaciones e intenciones.

En mi primera experiencia, la novela que elegí, relata la historia de un escritor rememorando los instantes de su infancia que lo llevaron a la literatura. La voz femenina robotizada, contando la historia de ese hombre, no me molestó. Pero ocurrió algo. Algo que no me esperaba. Necesito ese libro impreso. En el libro digital tengo la opción de ir entre una página y otra, marcar párrafos de interés, pero necesito el libro impreso. Ya lo he buscado y como es una publicación “vieja”, de un autor extranjero, no hay ejemplares disponibles en el presente.

Ahora estoy liada en un libro de ensayos. Voy de poco a poco, porque repito, sólo lo escucho en mis viajes por autobús y esta última semana he salido poco. En casa me mantengo a raya con los impresos. Mi vicio de pasar a uno y otro, sin contemplaciones, limita el avance. Este mismo vicio lo comencé a practicar con los audiolibros. Es fácil detener la narración, cerrar el libro y abrir otra. Pero ya logré ordenarme. Y he decido no cambiar de audio, hasta no terminar. Soy mi propio capataz.

La pandemia nos abrió las puertas de las bibliotecas digitales. Yo misma formé un archivo con tantos y tantos libros en PDF,  e-book, y la verdad son muy pocos los que he leído. Y aunque según yo, los etiqueté con nombre y autor, cuando estoy en busca de alguno, resulta que el buscador no arroja ningún resultado. En las bibliotecas personales no hay ningún buscador a quien echarle la culpa de un libro extraviado. 

Total, entre libros digitales y audiolibros, siempre vuelvo al impreso, como cuando uno vuelve a lo más querido.

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE #ZONADELAVISIÓNPERPETUA, DE CHÍO BENÍTEZ, PARA LALUPA.MX

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Last modified: 11 diciembre, 2021
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