Mi bisabuela le contaba a mi abuela, que cuando ella era niña la gente enfermaba de algo muy extraño. Tan extraño y peligroso que a los enfermos los mandaban al cerro, para que nadie más se contagiara.
— ¿Qué enfermedad era?
— Algo que te saca cosas en la piel.
— ¿Viruela? ¿Sarampión?
—No, otra cosa de la piel.
—¿Lepra?
—Sí, lepra. La gente enferma de lepra y la mandaban a las cuevas de los cerros. Muchos ya no regresaban.
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Mi abuela le contó a mi madre que una enfermedad que provocaba una fuerte tos, llegaba a los pueblos a atemorizar a todos, porque muchos morían.
—¿Tuberculosis?
—No sé, no recuerdo. Pero era algo que te daba tos y te podías morir. Tu abuelita me contaba que fueron al pueblo a vacunarnos para que no nos diera eso, y ella nos llevaba para que nos inyectarán.
—¿Quiénes iban a inyectarlos?
—Las enfermeras que llegaban con sus maletas, mi mamá decía que había niños que se escondían, tal y como se esconden los cobardes, para que no los inyectaran.
—¿Cómo eran las enfermeras y cómo eran sus maletas donde cargaban las vacunas, ahora son unas hieleras, pero antes cómo eran? ¿eran todavía agujas de metal?
—No lo sé, eso me contaba tu abuelita, yo no lo recuerdo.
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Mi madre me platicó que a mí y a mis hermanos nos aplicaron todas las vacunas que marcaba la cartilla de salud. Pero había gente que se negaba a hacerlo. Una vez se encontró una amiga que llevaba jalando del brazo a su hija, la tenía la misma edad de mi hermana mayor, y a la chica le temblaban las manos.
—¿Qué le pasó?
— Le pusieron una vacuna que no le cayó bien y le quedó un temblor en las manos. Por eso ella, al resto de sus hijos, no dejó que les aplicaran ninguna vacuna. Yo a mis hijos sí, le dije. Pero ella no. Tenía miedo.
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Estos fragmentos que reescribo, son parte de una conversación que tuve con mi madre, mientras desinfectamos el mandado de la semana. Y todo comenzó porque le pregunté: ¿en qué momento crees que se va a acabar esta pandemia del Covid?
Entonces comenzó a platicarme que las enfermedades siempre han existido, las historias que le contaba su madre, sobre el tema.
Esa misma tarde recibió la llamada de una amiga de la juventud. Ella le decía que este virus no era natural, sino algo inventado. ¿Si no por qué se propaga tan rápido?
Y mi madre contestó: porque somos más y porque ahora la gente viaja de lado a lado en el mundo en poco tiempo. Antes, una enfermedad que comenzaba en Guadalajara, por ejemplo, podía llegar meses después (muchos meses después) a un pueblo de Querétaro. Si es que llegaba, a veces sólo arribaban los rumores de los enfermos, o los muertos. Pero ahora, le dijo, una persona se puede mover de un país a otro en pocos días. Y con ella viaja la enfermedad.
La amiga dijo: no había pensado en eso.
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Quizá en el futuro me va a tocar contarle a alguien de la familia, que en el año de 2020 comenzó una pandemia, y pensamos que no duraría mucho, pero que comenzando el 2022 volvió a tomar fuerza. Y fue como volver a empezar. Entonces aprovecharé ese momento para platicar lo que contaban las abuelas de la familia sobre las enfermedades y las vacunas.