Autoría de 9:56 pm #Destacada, Historias de la Metrópoli

Fabiola, uno de los rostros detrás del C4 capitalino

HISTORIA: BRAULIO CABRERA/LALUPA.MX

FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX

Hace dos años, Fabiola Mendoza Jiménez, era ama de casa y trabajaba con su familia en el mercado de Santa Rosa Jauregui. Hoy, es parte del Centro de Comando, Control, Comunicación y Computo (C4) de la policía del municipio de Querétaro.

El C4, inaugurado a finales de 2020, es uno de los centros de inteligencia policial más modernos del país. Con una inversión inicial de casi 365 millones de pesos, cuenta con el panel de monitoreo más grande de Latinoamérica. Ahí, la oficial Mendoza forma parte del área de despacho de reportes.

“A mí siempre me habían llamado la atención los policías. Cuando vi la convocatoria en redes sociales, y le dije a mi familia, me dijeron estás loca”, cuenta la oficial entre risas.

Tanto su paso por la academia, como su grado Técnico Superior Universitario (TSU) en Policía Preventivo la llevaron a cambiar su opinión sobre las fuerzas de seguridad; a la vez que le dieron las herramientas para alcanzar sus metas personales.

“Primero, pasé 9 meses en la academia: entrando a las 6:00 am, teniendo que rentar cerca y dejando a mis hijas encargadas con mis papás debido a las largas jornadas de entrenamiento y capacitación”, recuerda.

Al concluir el adiestramiento inicial, con apoyo de la corporación, también terminó su preparatoria quedándose un par de horas más diariamente, lo que ella considera uno de sus mayores logros.

“La verdad era buena en matemáticas, junto con otro compañero. En ocasiones hasta nos peleábamos para pasar al pizarrón para responder”, confiesa.

Posteriormente, contenta pero no satisfecha, decidió aplicar para el curso TSU, donde fue admitida, cursó dos meses de preparación y aprobó su examen final. A pesar de que al inscribirse pensaba “el no ya lo tengo”, la oficial Mendoza siempre ha tenido el sí.

“He logrado todo lo que me propuse, con disciplina, dedicación y hambre. Lo hago por mis hijas, quiero que vean que pueden salir adelante, que tienen que prepararse y trabajar”, dice.

“Una tiene 14 y la otra tiene 11, soy su orgullo de ellas. Desde que empecé, les dije que tenía que soltarlas y se tenían que hacer independientes y siempre me han apoyado, igual que mis papás. Ahora, incluso, pienso en estudiar la licenciatura en administración, para poner una empresa de seguridad privada”, agrega.

La figura de las fuerzas de seguridad siempre es controversial. Los civiles la percibimos balancearse entre el heroísmo cotidiano y la infamia, como si en el mundo sólo hubiera buenos y malos; pero la realidad es más complicada.

“No hay que juzgar a los policías, no sabemos lo que hay detrás el uniforme y del actuar… yo estuve fuera y los juzgué en su momento, pero cuando ingresé a la corporación me di cuenta de que no sabemos lo que hay detrás”.

La oficial cuenta que desde que comenzó a laborar en el C4 ha atendido reportes desgarradores, que la han dejado pensando, incluso después de haber salido de turno.

“La sociedad es muy complicada, pienso a veces… pero está en la misma sociedad detener esas situaciones de crimen, en conjunto con los cuerpos de seguridad. Yo estoy aquí por eso y siempre he tenido el apoyo de la corporación para hacer mi trabajo”, concluye.

Tras 3 meses en el C4, la oficial Mendoza considera que sigue agarrando ritmo, que aún quiere “saberlo todo”, pero que hay muchas cosas a las que ponerles atención, que no se pueden descuidar, por lo que no es un trabajo sencillo.

En un día normal, Fabiola se levanta a las 5:00 am para prepararse, despertar a sus hijas, revisar que hayan terminado la tarea, desayunar y comenzar su turno. Durante la mañana está en contacto con ellas, checando que todo esté en orden en la base. A las 3:00 pm, se dirige de vuelta para preparar la comida y platicar sobre el día. Muchas veces salen por la tarde al parque o a dar la vuelta.

Pero, cuando tiene días de licencia, les gusta ir a acampar. Fabiola conduce fuera de la ciudad y pasan unos días en el campo. De hecho, ese era el plan para el fin de semana en que tuvo lugar esta entrevista; pero decidió quedarse, ponerse su uniforme impecable un sábado en la mañana, y dirigirse a las oficinas de la SSP.

“Algún día nos va a tocar irnos, qué mejor que sirviendo a la sociedad” dice la oficial Mendoza, con la voz más solemne del mundo.

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Last modified: 14 febrero, 2022
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