Introducción
La Comunidad Europea (CE) ha cargado más de treinta años con el desprestigio sobre la participación que tuvo en el conflicto bélico de la antigua Yugoslavia, el cual, desencadenó uno de los eventos más catastróficos a finales del siglo XX (1991-2001) en el territorio europeo. Este suceso concluyó en la reconfiguración del orden mundial y en la creación de seis Estados independientes (Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia, pues el reconocimiento de Kosovo ha sido limitado) los cuales formaban parte de la República Federativa Socialista de Yugoslavia (Pichel, 2021).
Este acontecimiento también es conocido como la Guerra de los Balcanes, el cual posee interesantes aspectos a considerar en el estudio de las Relaciones Internacionales, como las innumerables características internas de las repúblicas que llevaron al levantamiento armado, la participación de actores nacionales y la presencia de nuevas organizaciones como las Naciones Unidas (ONU) y otras de seguridad y defensa, como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El presente trabajo buscará centrarse en la participación de la CE durante el conflicto y las estrategias de seguridad regional que se llevaron a cabo de la mano con la OTAN y Estados Unidos de América (EUA). ¿Fue la respuesta de la CE lo suficientemente satisfactoria para garantizar la seguridad regional ante las guerras en la antigua Yugoslavia?¿qué aspectos de la CE podemos rescatar en la búsqueda por garantizar la seguridad regional ante las guerras en la antigua Yugoslavia?
Para fines del artículo, el presente se dividirá en tres partes. La primera estructura plasmará la detonación del conflicto luego de la muerte del Mariscal Tito y las motivaciones internas que llevaron al levantamiento. La segunda parte involucrará la respuesta de la Comunidad Europea ante la guerra a lo largo de los diez años de movilizaciones militares en la que se cuestiona su participación como organización regional. En la tercera parte se hablará del papel de la OTAN y se analizará si la implicación de la Comunidad Europea pudo haber o no frenado el levantamiento evitando así, la muerte de miles de personas, la catástrofe económica, la crisis política y la devastación regional.
Yugoslavia y el conflicto armado
El pueblo balcánico proviene del pueblo eslavo, un grupo étnico de Europa, los cuales con el paso del tiempo conformaron las naciones de lo que fue Yugoslavia. Al término de la Primera Guerra Mundial “PGM” (1914-1918) los países vencedores reconstruyeron al territorio formando el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, enfatizando así, las distintas identidades nacionales dentro de sus fronteras (Cueto, 2021).
Para adentrarnos a los antecedentes históricos del conflicto, es necesario mencionar que desde 1945 la llamada entonces República Federativa de Yugoslavia estaba conformada por seis repúblicas: Serbia, Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Montenegro, incluyendo a demás, las provincias autónomas de Kosovo y Vojvodina dentro de Serbia. Estas repúblicas han estado marcadas por las diferencias nacionalistas, étnicas, religiosas y culturales que abundaban en el país, tal como lo apunta González (2001, p. 16) cuando menciona que:
“El nuevo Estado contaba con seis nacionalidades (eslovenos, croatas, bosnios, serbios, montenegrinos y macedonios), tres religiones (católica, ortodoxa y musulmana), cuatro idiomas (serbocroata -con al menos tres dialectos diferentes-esloveno, macedonio, y albanés), dos alfabetos (latino y cirílico) y numerosas minorías étnicas (albaneses, húngaros, italianos y judíos, principalmente)”.
Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial (SGM) y comenzada la Guerra Fría, podemos situarnos en la época conducida bajo el mandato de Josip Broz Tito, un mariscal que lideró una Yugoslavia comunista a partir de noviembre de 1945 cuando fue primer ministro y posteriormente presidente de la República en 1953. Es debido decir que Tito criticaba abiertamente el régimen comunista de Joseph Stalin y se oponía en varias cuestiones sobre el guiar del mandatario, hasta el punto de romper relaciones con Moscú unos años después. Tito logró mantener a flote todos los aspectos económicos, étnicos, religiosos y socioculturales que abundaban en el país, con una fuerte represión política y un gobierno autoritario. Una vez que el país dejó de recibir la ayuda comunista, Tito busco préstamos de países occidentales y comenzó a haber en el territorio mucha más presencia del sector privado, no obstante, el gobierno controlaba meticulosamente cada aspecto del comercio y los precios. Este desequilibrio sentó las bases de la crisis económica que Yugoslavia enfrentaría una vez que Tito muriera en 1980 (González, 2001).
Aun cuando el conflicto estalló en junio de1991, los antecedentes de riesgo y amenaza datan de la Primera Guerra Mundial,sin embargo, podríamos decir que las advertencias más clarashacia la comunidad internacional comenzaron a finales de los ochenta cuando Slobodan Milosevic tomó el poder en Serbia y los países comenzaron a armarse en caso de un posible enfrentamiento. Yugoslavia se vio envuelta en una crisis económica, lo que aumentó los recelos nacionalistas de las repúblicas más desarrolladas del Norte (Croacia, Serbia y Eslovenia) de Yugoslavia hacia los más pobres (Kosovo, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Macedonia).Una vez derribado el muro de Berlín y con la caída de la Unión Soviética (URSS), el latente conflicto tomóforma y dio inicio en junio de 1991 (Vega, 2011).
En 1991 Eslovenia y Croacia declararon su independencia seguidos de Bosnia-Herzegovina, con el objetivo de desmembrar la federación y convertirse en estados soberanos. La independencia de Croacia significó para los serbios el momento indicado de comenzar el levantamiento liderados por Milosevic, presidente de la República Socialista de Serbia, a quien se le acusa de esparcir entre la población serbia el objetivo de consolidar un solo estado y crear una “Gran Serbia” utilizando discursos nacionalistas extremistas, apelando a las diferencias étnicas y religiosas. La crisis de los Balcanes responde de igual manera a una serie de problemas propios de la región como la crisis económica y política, aunado a la débil estructura institucional del país, aspectos que sin duda alimentaron las nociones de nacionalismo político (Caplan, 2010).
A raíz de las intenciones de Serbia, la guerra de Yugoslavia se ha sido considerada muchas veces con el termino de “limpieza ética” debido a la violencia desatada contra las minorías nacionales yugoslavas por parte de los serbios. No obstante, este supuesto se alimenta de la errónea creencia de que el conflicto fue resultado únicamente de las diferencias étnicas que existían dentro de la región, y aunque si bien es cierto que el conflicto tiene raíces en el nacionalismo extremista, la realidad es que la situación interna del país se relaciona más abiertamente con la recesión económica y una crisis política doméstica, las cuales marcaron las diferencias entre los ciudadanos y motivó el deseo de Serbia de extenderse socavando las individualidades de cada república. Recordemos que Tito buscó crear una federación comunista bajo una identidad nacional en lugar de identidades étnicas. Una vez que Tito fallece (1980) y la URSS colapsa (1991), el Estado perdió legitimidad y las élites políticas tomaron ventaja para desacreditar el funcionamiento de la federación, por lo que tenían dos opciones, “o vivir en una Yugoslavia dominada por los serbios, o elegir el camino del irredentismo nacionalista” (Barsa, 1999a, p. 166).
La encrucijada siguiente en la que se vieron las republicas se puede explicar con el “dilema de la seguridad” donde la desconfianza de un estado lleva a otro a aumentar sus capacidades en caso de una posible amenaza, y al mismo tiempo, el resto de los actores intuyen las nuevas fortalezas de sus enemigos como una posible amenaza. Este aspecto ha sido ignorado en el estudio de las guerras yugoslavas y se ha comprendido el conflicto como una disputa trivial y descabellada, originada de las diferencias étnicas. Cuando en realidad, según Barsa (1999, p. 169).
“La primera guerra yugoslava no fue entonces la expresión de resentimientos arraigados en el pasado, sino la consecuencia de un conflicto de intereses materiales y de voluntades de poder en competencia en un contexto de inestabilidad política generalizada”.
Los fallos de la Comunidad Europea
Hay mucho que se puede decir de la participación de la CE ante la guerra en Yugoslavia, pero una cosa es cierta, fue un fracaso. Este argumento se basa en múltiples factores propios de la comunidad que impidieron por una parte prever el conflicto y actuar mucho antes y por otra, frenar la guerra y evitar el caos de la mano con la desacreditación internacional.
Sin lugar a dudas, el conflicto pudo haberse detenido tempranamente con la aplicación de los principios de resolución de controversias si la CE, las organizaciones internacionales, Rusia y EUA, hubieran puesto atención a las latentes advertencias del estallido pues, por un lado, el gobierno norteamericano consideró la guerra como un problema europeo, mientras el resto de la CE atravesaba por un mal momento de poco entendimiento entre sus miembros. Pero al mismo tiempo, significó que la falta de legitimidad institucional de la CE fuera partidaria en el fracaso de los esfuerzos de negociación y alto al fuego, y sumando que el conflicto escaló las fronteras regionales y, la latente resolución involucró la participación de agencias occidentales internacionales, hizo ver a los países europeos como incapaces para garantizar la seguridad y mantener la paz dentro de su propio territorio.
Los aspectos que más se le critican a la CE son el hecho de que muy probablemente la catástrofe pudo haberse evitado si desde 1990 se hubiera advertido de la posible escalada del conflicto y silos países europeos hubieran impuesto sanciones económicas a las repúblicas. Por otro lado, gracias al poco entendimiento de los Doce (Alemania, Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca, Irlanda, Reino Unido, Grecia, España y Portugal) se incrementaron las tensiones al no poder generar estrategias de mantenimiento de la paz hasta muy tarde. Esta falta de comunicación se debía en gran parte a la ideología y guiar político de cada país, donde por ejemplo Francia rechazaba la idea de un Estado fracturado, mientras Alemania coincidió con las demandas de los eslovenos y croatas. Aunque podría decirse que este último estaba bastante preocupado por los posibles efectos que la guerra traería para el país, como las olas de migración y desplazamiento, de igual manera que Italia y Grecia quienes por cuestiones geográficas se encontraban frente a frente a la lucha. Estos desacuerdos invocaron el propósito por resolver la disconformidad y buscar así la unión plasmada en el Acuerdo de Maastricht (Marcovici, 1992)
A partir de este tratado surge la oportunidad de consolidar una Política Extranjera y de Seguridad Común (PESC), anteriormente los problemas relacionados con la seguridad estaban dentro del marco de la Alianza Atlántica, la PESC nace de la necesidad de legitimar el peso político de Europa sobre el continente y sobre el resto del mundo. Desgraciadamente la guerra en Yugoslavia se desató mucho antes de que la CE tuviera la capacidad y legitimidad institucional para establecer las obligaciones de los estados miembros manifestadas en el Tratado Maastricht. Un aspecto rescatable de la actuación europea ante el conflicto fue el resultado de las negociaciones en Eslovenia y la celebración de los Acuerdos de Brioni, los cuales competen a las partes a abstenerse al uso de la fuerza y compromete a la CE a buscar una solución duradera y eficaz (Treviño, 1995).
Ahora bien, una vez que los países europeos se ven incapaces de resolver el conflicto acuden con la ONU y el Consejo de Seguridad aprueba el envío de tropas al territorio yugoslavo, pues las relaciones interestatales del momento se desarrollan en un cambiante contexto político donde la participación de organizaciones internacionales cobra mas relevancia al termino de la Guerra Fría. En este sentido encontramos a la OTAN, la ONU y la misma Comunidad Europea, sin embargo, para fines del trabajo se buscará centrarse a continuación en el papel de la OTAN como organización de alianza militar en el conflicto yugoslavo.
La participación de la OTAN
La Organización del Tratado del Atlántico Norte nace en 1949 después de la SGM, comúnmente se cree que esta se inaugura con el principal objetivo de equilibrar el poderío que la Unión Soviética ganaba al termino de la guerra y que significaba una amenaza para los países occidentales. Si bien esta premisa es cierta, Moran (2015, p. 308) también añadelo sieguente:
“La creación de la OTAN, sin embargo, no fue solo para mantener a raya a los soviéticos. También hubo razones políticas para su creación, entre ellas asegurar el puente entre EE. UU. Y Europa y proporcionar un impulso moral a la gente de Europa occidental que estaba siendo alentada por EE. UU… Lo que estaba claro era que la seguridad colectiva era fundamental para el propósito de la OTAN”.
Me parece pertinente mencionar la relevancia que posee la OTAN en el sentido no solo como una alianza de seguridad, sino como involucra el hecho de que la integración de los estados converge positivamente en estos al crear un espacio de seguridad entre los miembros, evitando así otro posible enfrentamiento como las dos primeras guerras mundiales. Esto lo entiende muy bien la ahora Unión Europea, la guerra impide la integración, pero de la misma forma la integración impide la guerra, por lo que la CE tenía muy claro el objetivo de incorporar a los países europeos quienes años atrás estuvieron en disputa, mediante la integración económica y posteriormente política. Sin embargo, considero que la falta de cohesión de las repúblicas yugoslavas hacia el nuevo proyecto europeo pudo haber sido también una detonante del conflicto, debido al pasado histórico y apoyo comunista que Yugoslavia tenía bajo el mandato de Tito. Por lo que este rechazo de los Doce responde por mucho a cuestiones ideológicas y políticas que se tradujeron en falta de apoyo en las primeras etapas de la guerra en los Balcanes.
Una vez que EUA decide involucrarse en el conflicto armado mediante la OTAN, toma un importante papel de liderazgo en contrapeso con la CE, cuya participación fue aumentando rápidamente mediante zonas de exclusión áreas, bombardeos y tropas militares. Esta organización ha demostrado ser resiliente ante los procesos cambiantes del sistema internacional, adaptándose al contexto y expandiendo su apertura hacia otros estados; aun cuando su participación e injerencia militar han sido abiertamente cuestionadas en varias ocasiones por la violación de derechos humanos (Mauer, 2010). Así como la integración política y económica han sido parte de un largo camino para Europa, poco a poco el continente ha podido crear una estabilidad institucional, la cual le ha permitido generar una estrategia común de seguridad regional confiable y firme pero que por desgracia no vio la luz en las guerras yugoslavas a finales del siglo XX.
La relación de la integración puede ser explicada por Hough (2015) quien menciona que las alianzas entre países son el resultado del miedo de los gobiernos de perder su soberanía, a raíz de lo anterior los estados han optado por crear Organizaciones Intergubernamentales (por sus siglas en inglés “IGO”) las cuales se basan en la cooperación regional. La OTAN es un claro ejemplo de una alianza militar que pasó a convertirse en una IGO, donde los países pasan de acciones políticas comunes a generar acuerdos de cooperación en materia de seguridad.
Conclusión
Existen muchos aspectos rescatables del conflicto yugoslavo sobre la participación de los países europeos, es preciso apuntar que ha sido uno de los conflictos más complejos para Europa después de la SGM por sus características principales, lo que explica perfectamente la falta de actuación en las primeras etapas de la guerra. De la misma forma, las guerras en Yugoslavia fueron una lucha que se desató debido a sus procesos internos, la mala voluntad política y una larga historia de división e identidad.
Es innegable que la comunidad europea fracasó en el tratamiento de la crisis yugoslava, pues como pudimos observar carecía de una política de seguridad regional capaz de enfrentar los problemas de su territorio al término de la Guerra Fría. Sin embargo, podría decirse que también hubo varios logros para CE, pues este periodo estuvo marcado por cambios en el sistema internacional gracias a la globalización, generando estabilidad en Europa, así como alianzas y vínculos institucionales con el resto del globo.
Si bien hay algo que aprender de las guerras en la antigua Yugoslavia, es que fue necesario tomar más medidas para fortalecer la cooperación y remediar los fallos institucionales dentro de la Comunidad Europea. Desgraciadamente aún quedan muchos vacíos institucionales que resolver en la actual Unión Europea, con el objetivode solucionar los conflictos regionales y mantener la seguridad. Los efectos de la guerra en Yugoslavia no desaparecerán nunca de la memoria colectiva y la mala respuesta de la CE,vivirá por siempre como un recordatorio de que la gran Europa no pudo frenar el enfrentamiento ni prevenir las consecuencias de la guerra. Por lo tanto, Europa mantiene un vivido compromiso con la región de los Balcanes para fomentar el diálogo, la participación y la buena aplicación de la cooperación a fin de impulsar la ayuda económica, el comercio y las condiciones preferenciales que se tienen dentro de la Unión Europea. Con el objetivo de restaurar no solo las economías de los países ex yugoslavos, sino también para potenciar su liderazgo político y asegurar el desarrollo social de los pueblos, mediante una buena gobernanza regional y un estado de derecho.
Estos objetivos sólo pueden alcanzarse dentro de un marco institucional de igualdad entre los miembros y posibles futuros miembros, el cual solo podrá cumplirse en su totalidad en un espacio de integración donde cada Estado tenga voz y participación dentro de la institución. Lo más importante es que exista una UE atractiva a la que integrarse. Los países buscan en la UE un actor que sea capaz de mantener la seguridad y garantizar la paz dentro del territorio. Ya que, hace treinta años en el conflicto yugoslavo, no logró hacerlo. La seguridad es una de las ambiciones más importantes en la actualidad, así como la unificación política, el crecimiento económico y la eliminación de cualquier posible riesgo que amenace a la Unión Europea, como el terrorismo, el cambio climático, el euroescepticismo, los grupos de extrema derecha, y cualquier aspecto que comprometa la igualdad y el reconocimiento de los derechos humanos de los ciudadanos europeos.
Referencias:
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Caplan, R. (2010). “The Western Balkan: on the path to stability” en Dunn, M y Mauer, V. (eds.) The Routlede Handbook of Security Studies. USA. Routledge, págs. 359-369.
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González, M. (2001) “La Yugoslavia de Tito”, enLas guerras de la ex Yugoslavia: información y propaganda. Memoria para optar al grado de doctor Madrid. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de ciencias de la información. Departamento de Historia de la Comunicación Social, págs. 15-19. Disponible en: https://eprints.ucm.es/id/eprint/5146/1/T25315.pdf
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Pichel, M. (2021). Las grandes grietas que existen en los Balcanes 30 años después de la guerra. BBC News Mundo, 28 de junio. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-57583148 (Consulta: 5 de diciembre de 2021)
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