Autoría de 2:23 pm #Opinión, Julio Figueroa - Vistas

Las guerras de Braulio… y los amores de Manuel: Estampas y vivencia – Julio Figueroa

La Guerra Civil Española y la decrepitud de la vejez, por un lado. Por el otro, el amor de un hijo y la memoria del implacable paso del tiempo. ¿Qué queda del tiempo vivido en un presente que corre igualmente sin fin, feroz y sin sentido?

     Gastadas las esperanzas e ilusiones de una generación, laten tal vez en otras vidas nuevos deseos y sueños, en otros tiempos siempre veloces y al filo del agua, el amor, el odio y el despeñadero.

     La literatura es la experiencia del otro donde podemos sumergirnos y enriquecer nuestra propia experiencia. La literatura da más vida a la vida, incluso después de la muerte. Es el regalo de las 27 letras de nuestro alfabeto acomodadas con gracia y magia.

     Veo el centro de un pueblito español perdido en una orilla europea de la primera mitad del siglo XX, desde este centro imaginario colectivo de una ciudad de la edad luz en el primer tercio del siglo XXI americano.

     Literatura portátil para llevar y traer en el morral de los afectos, los quebrantos, las vivencias y la conciencia. La historia en el bolsillo.

     Vale la pena el recorrido de ida y vuelta y otra vez empezar por donde cada uno quiera. Corre la película y es la vida de cada quien en el mundo. El viaje puede ser largo o corto pero siempre se acaba. ¿Vale la pena? Vale la dicha y la pena de revivirlo. 

     Se trata de la experiencia vital de un muchacho asturiano campesino, todo un hombre apenas a los 19 años. Joven soldado rojo en el norte frío de la península y luego prisionero de los azules en el soleado sur andaluz.

Foto de soldados republicanos sin identificar

     ¿Qué son la guerra y la prisión? Experiencias extremas de la muerte, el miedo, la inseguridad, el hambre, el frío, el sol, la soledad, la traición, la camaradería, la comunión de los contrarios, la solidaridad, la vida y la muerte, antes del amén.

     Las guerras de Braulio y los amores y los temores, las culpas, las fragilidades, el ajuste de cuentas y la liberación de Manuel. Vida vivida a plenitud y trabajo bien hecho a conciencia. Puede comenzar otra película.

Leo y releo las vivencias de Braulio Naredo Vega en la fina prosa de Manuel Naredo N. Es la historia de un rompecabezas bien armado, bien informado, minucioso y creativo. La espiral se desdobla pacientemente durante años, décadas, entre siglos. La mirada narrativa del periodista y las dudas y los sentimientos del hijo. Sobriedad sin adornos.

     Las guerras de Braulio son muchas. Toca al lector verlas y vivirlas. Pero no son menos las luchas y los temores-amores de Manuel. Es el tiempo cristalizado del reencuentro y los adioses.

     Es la hora de subir al Carbonero, a ver a dónde los lleva. Mira bien las cosas que se van, el verde de la vida, el pueblo blanco rematado de tejas rojas, la escuela lejana, porque irás y no volverás, aunque vuelvas, ya nada será igual, ni tú serás el mismo, diría el poeta mexicano, JEP.

     La guerra tan ganada y sin ingeniería se volvió interminable, la guerra civil y la posguerra, y sin pausa se enlazó con la Segunda Guerra Mundial, y luego duró la larga noche del franquismo, 1936-1975, en que España se partió en dos y, al mismo tiempo, se industrializó a marchas forzadas y al precio de la vida, en nombre de Dios.

     –¿Cómo reconocer y aceptar que pueden existir y existen diversas formas de pensar y de ver las cosas, otras maneras de interpretar la misma realidad, quién tiene la razón y la verdad total?
     –¿Cómo suavizar las cosas sin perder cada uno sus convicciones?
–Sin el desalmado estilo de la guerra: a tiros y sin juicio alguno.
–La barbarie y/o el humanismo en ambos bandos del poder.

“… y luego duró la larga noche del franquismo, 1936-1975, en que España se partió en dos y, al mismo tiempo, se industrializó a marchas forzadas y al precio de la vida, en nombre de Dios”.

     De la vida casi idílica del campo y la inocencia rural, con pocos días de escuela, el chaval ya está en los tiempos violentos, fiebre y encono, peste emocional, ambiente enrarecido, un odio creciente y un rencor cada vez más alimentado por todos. ¿Qué tiempos eran aquellos y cuáles son los nuestros?

     Braulio Naredo Vega de Vega de Cien está en la lista blanca y ya está trepado en el Carbonero rumbo a su destino inexorable. Adiós al pueblo blanco rematado de manchones rojos. Mira el verde de la vida y el frío de los días… El viaje ha comenzado. Nada se detiene hasta su culminación.

     ¿Y los amores y las luchas de Manuel? Aunque poco visibles en la cotidianidad, no menos feroces son los días en la retaguardia que en el frente de guerra. Allá, una guerra sin cuartel condenada al fracaso; acá, la lucha consigo mismo y con la sombra del padre.

     El viejo y el joven, el derrumbe y el ascenso del quebrado camino de la vida.

     Tres salidas de posguerra: el escondite en el monte; la prisión; el ejército nacional azul. A Braulio le tocó la suerte de vivir las dos últimas, y por un pelito se salvó de ser fusilado. No del hambre, del frío y de los piojos. Y el trabajo benigno en la cocina. La solidaridad inesperada, la mano amiga de un desconocido.

Jóvenes republicanos prisioneros

     Informe asturiano sobre Braulio (y otros prisioneros de guerra):
     –Ingresó en el ejército rojo como voluntario… Toda su familia es marxista y de mala conducta…
Verdad o mentira no importa. Estás en el engranaje. Y de allí nadie sale con bien. Salvo excepciones. La benevolencia del otro:
     –Los informes de la mayor parte de los que están aquí dan suficientes motivos para fusilarlos… Pero eso no lo vamos a hacer… De hoy en adelante vosotros seréis los únicos responsables de vuestros actos… Procurad buena conducta…
Los enemigos también tienen voz humana, dignidad, sentimientos. No son ángeles ni demonios. A veces piensan y dudan, sienten, aciertan y se equivocan. Tienen razón y son irracionales. Nadie tiene la verdad absoluta. ¿Cómo ganarse a los contrarios sin perder a los propios?

     Braulio es un árbol bien plantado y robusto. Sin ideas políticas explícitas. Sus virtudes y convicciones son otras: humanistas y cristianas, aunque él sea poco religioso. La honestidad, la rectitud, no robar ni matar, cumplir con el deber y las órdenes. No es un rebelde. Es un hombre de trabajo. ¿Y Manuel? Bajo la sombra benigna y aplastante del padre.

     La narración en espiral se desdobla entre las vivencias del padre y la admiración y la imaginación del hijo. Testigo y amanuense sin juicios.
     Verano de 1980:
     –Estoy visitando Asturias por primera vez, justo en el verano de 1980. Ha sido un viaje largamente planeado, anhelado, soñado. Un viaje que resume en apenas un par de meses el deseo acumulado a lo largo de veintidós años en pos de mis orígenes… Estoy comparando lo imaginado con lo real… Guardo prudente distancia y prudente silencio…
     Poco más dice el queretano.
     Ninguna idea política, ninguna reflexión sobre la guerra española, la posguerra, el franquismo, la España moderna contemporánea.
     Toda su atención está en el viejo y su pueblo, su gente.

El hijo levanta acta del padre sin juicio personal alguno.
Semejante al padre, sus virtudes son otras.
Exponer y exponerse en cueros.
     El regreso sin gloria del padre y la larga y oscura batalla consigo mismo, la vejez, la enfermedad, las sombras de la memoria, la decadencia del cuerpo, la muerte. Con el fino bisturí de las palabras.
Adiós a las armas.
La guerra ha terminado pero no la costumbre de la adversidad, aunque los tiempos cambien y sean mejores.
     El hombre pierde su poder vital, el árbol se deshoja…
     Quedan las basuritas llamadas palabras.
     El testimonio vivo.

“El hombre pierde su poder vital, el árbol se deshoja…”.

     Un libro largamente cocinado, con la paciencia e impaciencia del paso del tiempo, con los trabajos del amor, así en la guerra como en la paz consigo mismo, con naturalidad y sin maquillaje.
Acertó en el ensamble de las piezas con fina arquitectura dramática.
En la estructura patriarcal de la historia: el padre del padre, Manuel y su mujer, el hermano mayor, José, las hermanas Honorina y América, Braulio, Manuel hijo, los hijos de Manuel, José Manuel y Rodrigo…
     Apenas visibles la abuela de Manuel, Segunda, su propia madre María, Moisés (¿quién fue su madre?), su hermana América (otra América), su mujer y su hija… Criselda en la trinchera del mostrador, Catalina Bermúdez, quizá no muy bonita pero con la gracia de la juventud, la bondad y los calzones de la monja Carmela, el cuerpo erótico de Zelma…
     Son más los personajes masculinos centrales.
     La muerte de la madre me recuerda la muerte de la madre de El extranjero, la novela de Camus.

     ¿Braulio era de izquierdas o derechas? Un hombre de trabajo, del esfuerzo y del deber cumplido. Ninguna reflexión política. Los políticos eran el padre y el hermano José, el mayor, y el hermano acabó fusilado.

Foto de republicano fusilado

     Braulio, ¿exiliado o migrante en México? ¿Hacer la América o hacer la España? El hijo es el mexicano de la familia, queretano, suave. Hombre de teatro y de buen trato. Orgulloso de sus orígenes familiares y parte de la queretanidad. Casi apolítico pero cerca de los políticos.

     Y así sigue la ruleta de la vida, entre lo oscuro y lo claro de los seres humanos, atrapados en sus circunstancias y hacedores de las mismas. Pobres y ricos seres humanos en su breve o larga existencia.
     –Ha sonado el teléfono de casa muy temprano, rompiendo la tranquilidad de la mañana. Mi hermana América, del otro lado de la bocina, me lo ha dicho sin dilación: Braulio, mi padre, ha muerto.
     92 años, y el indomable paso del tiempo que va minando, sin piedad y sin gloria, al poder. Un domingo cualquiera, que no es un domingo cualquiera. Tras el llanto incontrolado, el tierno adiós al padre:
     –Esa vida tuya que acabó por irse hace algunos minutos no era ya digna de un hombre de tus arrestos, ni justa para quien tuvo a la acción y a la valentía como compañeras eternas.
     –No sé si fue una muerte digna de tu vida, pero sé que esa, tu vida de los últimos meses, no fue digna de tu muerte.
     Alivio y desolación.

     Adiós a las manos seguras y las piernas fuertes y protectoras.
–No murió cantando a la muerte, como el poeta español, simplemente el mundo se derrumbó, antemuro de la nada…
     –Mas la vida es otra… siempre horizonte… vida que nos desvive y enajena, que nos inventa un rostro y lo desgasta, hambre de ser, oh muerte, pan de todos…
Luego Manuel hizo algo mejor por Braulio.
Ajustó bien las cuentas, y prestó su voz y sus ojos para que el padre expresara sus últimos adioses a sus seres queridos y a su tierra asturiana, y amorosamente lo pintó de cuerpo y espíritu entero en la caja abierta del libro de 280 páginas: Braulio, con su último adiós y el permanente aliento de vida, pese a todo y contra todo… Eeeeeeeeeeeeeeeeh…

     –En una tierra empecinada, pese a tanta sangre, en conservarse verde.

     Corre la película… ¿Quién la hará?

     –¿Y tú, cuáles son tus peleas, palabrero?
     –Con la bestia en casa, los fantasmas personales, la culpa cristiana, el sentido y el sin sentido de las cosas, el peso del cuerpo, la vida pública… El poder, que hoy tiene que ver con Obrador, la 4T, Morena…
     –¡Tantas peleas cargas!
     –Las palabras… Las dudas…

Qro., Qro., Presidentes, México, febrero 2022
juliofime@hotmail.com

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Last modified: 8 febrero, 2022
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