Autoría de 6:39 pm #Opinión, Enrique Calderón - Vidas deportivas • 2 Comments

Los sucesos de Querétaro lo dejan claro: aficionado, ¡no te pongas la camiseta! – Enrique Calderón

¿Sabes por qué te lo digo, querido aficionado al futbol? Porque mientras corres, gritas, echas bronca, pateas, te patean, das un puñetazo, te dan otro, escupes, te escupen, te dan un cabezazo, das otro, vuelves a correr, vuelves a patear y te patean, los jugadores ni se inmutan. Ellos son simples “asalariados”, mexicanos y extranjeros que se venden al mejor postor, disfrutan de un asado con el rival, y esperan pacientemente un nuevo y jugoso contrato millonario y en dólares.

Para todos es sabido que el futbol mexicano es uno de los mejores pagados en el continente americano. Jugadores y entrenadores llegan a percibir salarios de hasta millón y medio de dólares por temporada; no está por demás mencionar que para los futbolistas sudamericanos llegar a jugar en México es el paraíso, y no sólo por los altos sueldos, sino también por la serie de beneficios que se les otorga; casa, auto del año, camioneta, servidumbre, chofer, y lo más importante la paciencia que se les tiene para que demuestren su “talento”, nada comparado con la poca tolerancia que hay para los jugadores nacionales.

Ser jugador profesional en México es un verdadero privilegio. El futbol te hace “guapo”. Y si no vean a las novias y a las esposas de los futbolistas. Parecen salidas de un catálogo de belleza, algunas de ellas veinte centímetros más altas que los jugadores, y pues cómo decirle que no a un futbolista, con esos salarios estratosféricos que una persona común y corriente no verá en su cartera en toda su vida laboral.

Y hay que agregar el mediocre espectáculo deportivo. El futbol mexicano es un futbol cortado, lleno de faltas, de simulaciones, con un VAR que no sirve para nada, con dobles contratos,  con futbolistas que sólo se la pasan arreglándose el cabello y que, muchos de ellos, únicamente esperan que el árbitro pite el final del juego para irse de farra sin medir las consecuencias de su rendimiento.

Los futbolistas, los dueños del balón, los directivos, los dueños de las televisoras jamás se pondrían tu playera: la del aficionado que va al estadio, que apoya a su equipo y que como en días pasados en el estadio Corregidora corre el riesgo de ser golpeado, agredido y casi medio matado por unas mal llamadas “barras” que sólo van a buscar el encontronazo con el equipo rival.

Con las medidas de risa que tomaron los dueños, los Gallos Blancos jugarán a puerta cerrada en el Corregidora un año. Pero las nocivas barras no desaparecerán, pues en el caso de Querétaro el “grupo de animación” no podrá participar tres años ni de local ni de visitante. Esto quiere decir que las barras de todos los clubes estarán activas con todo lo que ello conlleva. Total: como si administraran una “aspirina”, los dueños del balón determinaron que estos grupos de muchachitos a partir de ahora no podrán viajar a los partidos de sus equipos como visitantes. En fin, puros remedios tibios que no curan el mal.

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Last modified: 9 marzo, 2022
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