En redes circula el video de una mujer mayor que, mientras se escuchan consignas de la marcha feminista del 8M, se encima a su ropa una playera morada con el signo feminista, el puño alzado en medio del símbolo femenino. Las compañeras que van en el contingente se emocionan, aplauden. Más al fondo del mismo video se oye la icónica “Canción sin miedo”, de Vivir Quintanar.
Y la mujer grita: ¡Y no se dejen como yo! No se dejen.
Qué habrá vivido esa mujer, mejor dicho, qué la habrán obligado a vivir, y qué tanto le hicieron creer para que considerara que el silencio era su destino, el aguantarse, el dejarse, y que eso mismo le pasa a todas las mujeres. Cuánto silencio guarda dentro, cuánto dolor, cuánta injusticia.
Ese grito de: ¡No se dejen como yo! Me trae tantas imágenes a la cabeza. Imagino a mis abuelas, a sus madres, y a las madres de sus madres. Aquellas mujeres que no conocimos, pero que son mi linaje.
De golpe recuerdo un cortometraje: El cuaderno de Alejandro Alcántara. Es la historia (inspirada en la vida real) de Consuelo, una niña del México de 1950, que quiere aprender a leer y escribir. En casa, una humilde casa, vive con una sumisa madre y hermana, y un padre violento y misógino. En el pueblo se ha creado una escuela, la niña quiere ir. Imposible. Cansada de los abusos, la hermana decide irse y salir de ese círculo de violencia, y le avisa a su madre enviándole un mensaje en un papel que Consuelo entrega. luego de leerlo, la madre lo quema en las brasas del fogón. Consuelo entiende todo lo que ha pasado, y vislumbra una sensación de tristeza en su madre, se acerca para consolarla y le dice: ¡Yo nunca me voy a ir!
Pero aquella tímida y sumisa madre le dice que no. Que ella no se queda. Alisa la masa de maíz en el metate y comienza a enseñarle a su hija el alfabeto dibujando en la misma masa las letras. Ese fue su primer cuaderno. Así aprendió a leer y escribir, Consuelo es la abuela del cineasta.
¿Cuántas Consuelo en México?
Marzo se está volviendo un mes de valentía, de romper el silencio. Que este ejercicio se vuelva constante para que el silencio y el miedo queden en el pasado.
¡Y no se dejen como yo! No se dejen.