Tomando en cuenta los últimos informes de los organismos multinacionales encargados de monitorear el desarrollo del calentamiento global antropogénico (CGA), el Dr. Antonio Sarmiento –investigador del Instituto de Matemáticas de la UNAM y uno de nuestros mejores expertos en el tema– explica en el documento presentado más abajo que es posible mitigar sus peores efectos si logramos, como humanidad, detener la quema de combustibles fósiles. Le presento a continuación, estimado lector, el informe completo que nos envió el Dr. Sarmiento para que usted mismo aprecie sus razones.
La solución se conoce, es posible y debemos dejar claro quiénes son los que se oponen a aplicarla
Tenemos la tecnología necesaria para deshacernos rápidamente de los combustibles fósiles y eliminar la causa del calentamiento global.
La quema de combustibles fósiles ha elevado la temperatura del planeta cada vez más; la Cop26 en Glasgow fue un festival de oscurantismo, eufemismo y lavado verde, que la joven activista climática Greta Thunberg resumió como “bla, bla, bla”.
Hay una realidad básica subyacente: la era de la combustión a gran escala tiene que llegar a un final rápido. Si entendemos eso como el objetivo, podríamos llevar la cuenta y finalmente llegar a alguna parte; además, la única forma de eliminar la capacidad de todos los países productores, como EUA o Rusia, para usar el petróleo como arma económica es reducir nuestra dependencia de él.
El fuego
El fuego, que originalmente nos sirve como defensa y protección, también nos permite cocinar los alimentos y el haber crecido nuestros cerebros cuando nuestras tripas, con menos trabajo de procesamiento por hacer, se encogieron. El fuego nos mantuvo calientes y la empresa humana se expandió a regiones que de otro modo serían demasiado frías. Y, mientras nos reuníamos alrededor de los fuegos, nos unimos de maneras que nos pusieron en el camino para formar sociedades. No es de extrañar que Darwin escribiera que, “excepto el lenguaje, el fuego es el mayor descubrimiento jamás realizado por el hombre”, cuando aprendimos cómo convertir el carbón en energía de vapor, el gas en luz y el petróleo en locomoción, todo por medio de la combustión.
Pero ahora debemos pasar los próximos años erradicándolo completamente, sofocando los incendios debajo de los cofres de mil 400 millones de vehículos y los fuegos en los hogares de miles de millones más de personas; en centrales eléctricas gigantes y en las calderas de las fábricas y los motores de los aviones.
El humo y el smog de todos esos motores matan directamente a nueve millones de personas al año, más muertes que las causadas por la guerra y el terrorismo, sin mencionar la malaria y la tuberculosis juntas (en 2020, la contaminación por combustibles fósiles mató a más del triple de personas que la Covid-19).
Pero los rápidos avances en la tecnología de energía limpia con que ahora contamos significan que toda esa destrucción ya no es necesaria, pues podemos echar mano del hecho de que hay un fuego en el firmamento, una gran bola de gas ardiendo a unos 150 millones de kilómetros de distancia, cuya energía se puede recolectar en paneles fotovoltaicos, y que calienta diferencialmente la Tierra, impulsando vientos, cuya energía ahora puede ser aprovechada con gran eficiencia por turbinas.
La suficiencia de las energías de fuentes renovables
A partir de 2022, esta tarea es posible y asequible. Tenemos la tecnología necesaria para avanzar rápido, y además su implementación nos ahorrará dinero.
A mediados de los años 90 del siglo pasado, cuando ya estaba claro que la contaminación del aire visible era sólo una parte del problema y se había entendido que el gas invisible producido por la combustión, el bióxido de carbono, representaba una amenaza aún más amplia, Mark Jacobson mostró que era posible deshacerse del 60 % del carbón en los EUA con un número modesto de turbinas[1], y en el 2009 él y Mark Delucchi mostraron que las energías hidroeléctrica, eólica y solar posiblemente podrían suministrar suficiente energía para satisfacer todas las necesidades energéticas del mundo. El siguiente trabajo, en 2015, mostró que aunque el sol se oculta cada noche y el viento es muy voluble la energía eólica y solar podrían mantener la red eléctrica en funcionamiento[2].
El tiempo les ha estado dando la razón: algunas naciones, incluidas Islandia, Costa Rica, Namibia y Noruega, ya están produciendo más del 90 % de su electricidad a partir de fuentes limpias; GE (General Electric) rutinariamente erige molinos de viento unas tres veces más altos que la Estatua de la Libertad y, en agosto, una empresa china anunció un nuevo modelo que genera suficiente energía para veinte mil hogares. En otro trabajo, se afirma que en EUA se tiene el 95 % de la tecnología requerida para producir el 100 % de sus necesidades de energía a partir de fuentes renovables para 2035, mientras se mantiene la red eléctrica segura y confiable[3].
La disponibilidad de las energías de fuentes renovables
Hacer que la tecnología limpia sea asequible es la otra mitad del desafío, pero en septiembre del 2021, después de casi quince años de trabajo[4], aparecieron los resultados de otro grupo dirigido por Doyne Farmer mostrando una forma de pronosticar las tasas de progreso tecnológico con base en la observación realizada en 1936 por Theodore Wright en Curtiss Airplane Company: cada vez que se duplicaba la producción de aviones, el costo de construirlos se reducía en un 20 %. Farmer y sus colegas estaban intrigados por esta “curva de aprendizaje” (y su variante de la era de los semiconductores, la Ley de Moore), ya que si pudieran averiguar qué tecnologías encajan en la curva y cuáles no serían capaces de pronosticar su futuro.
Quince años antes, el grupo había empezado a construir una base de datos cuyo análisis mostró que las tendencias de mejora son persistentes a lo largo del tiempo. Como ejemplo, tomemos la primera aplicación práctica de la electricidad solar en el satélite Vanguard I, en 1958, cuyo costo había ido disminuyendo de manera constante debido a la mejora incremental constante: cada vez que se duplica el número de paneles solares fabricados, el costo cae un 30 %, lo que significa que actualmente está cayendo un 10 % cada año.
Pero no todas las tecnologías siguen esta curva: si se observa el precio del carbón durante ciento cuarenta años, los precios no han bajado. Cualquiera que sea la razón, tenemos en comparación que el costo de un kilovatio-hora de energía solar en el 2013 se había reducido en más del 99 % desde su primer uso en el Vanguard I, mientras que el precio del carbón en 140 años se ha mantenido casi igual; fue barato al empezar, pero no se ha vuelto más barato.
También descubrieron que las trayectorias de precios de los combustibles fósiles y las energías renovables ya se están cruzando. La energía renovable ahora es más barata que el combustible fósil; así que una “transición decisiva” a la energía de fuentes renovables, le ahorraría al mundo 26 mil millones de dólares en costos de energía durante las próximas décadas.
Los costos de la transición
Esto es precisamente lo contrario de cómo hemos considerado la transición energética. En el 2021, Bill Gates escribió un libro argumentando que los consumidores tendrían que pagar una “prima verde” por la energía limpia porque sería más cara. Pero Emily Grubert, una ingeniera de Georgia Tech, ha demostrado recientemente que podría costar menos reemplazar todas las plantas de carbón del país con energías renovables que mantener las plantas de carbón existentes; lo que podría llamarse un “descuento verde”.
Las caídas constantes de los precios significan que aún podríamos avanzar lo suficientemente rápido para cumplir el objetivo establecido en el acuerdo climático de París de 2015:
Durante la Cop26, para Kingsmill Bond, quien ha trabajado para Carbon Tracker Initiative, en Londres, y para el Rocky Mountain Institute (ambos grupos trabajan en la transición energética), los números en el informe de Farmer implican que tendríamos que construir una red eléctrica para llevar toda la nueva energía e instalar millones de cargadores de vehículos eléctricos, y así sucesivamente, en una larga lista, lo que representa mil millones de dólares en gastos de capital adicionales al año durante las próximas dos o tres décadas. Pero, a cambio, ahorramos alrededor de 2 mil millones de dólares al año en rentas[5] de combustibles fósiles.
Bond insiste en que las proyecciones más altas para el costo de la transición energética (la firma consultora McKinsey predijo que costaría miles de millones más que el equipo de Farmer) ignoran estas rentas y también asumen que, en poco tiempo, la energía renovable se desviará de la curva de costos que cae abruptamente. Incluso si se es pesimista acerca de cuánto costará hacer el cambio, está claro que sería mucho menos costoso que no hacerlo rápido; eso se mide en cientos de miles de millones de dólares, pero también en millones de vidas, y el valor que se le quiera poner al hecho de mantener una civilización ordenada.
Los nuevos números dan la vuelta a la lógica económica a la que estamos acostumbrados. Hace algunos años, Justin Trudeau dijo algo tan terrible como cierto: “ningún país encontraría 173 mil millones de barriles de petróleo en el suelo y los dejaría allí”. Se refería a las arenas bituminosas de Alberta, donde un tercio del gas natural de Canadá se usa para calentar el petróleo atrapado en el suelo lo suficiente como para que fluya hacia la superficie y se separe de la arena. Sólo extraer el petróleo pondría a Canadá por encima de su parte del presupuesto de carbono establecido en París, y quemarlo calentaría el planeta casi 0.5 °C y consumiría alrededor de un tercio del presupuesto total restante (y los canadienses representan sólo alrededor del 0.5 % de la población mundial).
Incluso en términos puramente económicos, esa lógica tiene menos sentido con cada trimestre que pasa. Eso es especialmente cierto para el 80 % de las personas en el mundo que viven en países que deben importar combustibles fósiles; para ellos todo es un costo y ninguna ganancia. Sin embargo, incluso para los petroestados, el cálculo es cada vez más difícil de racionalizar. Bond proporciona algunas cifras: Canadá tiene reservas de combustibles fósiles por un total de 167 petawatts-hora[6], que es mucho; pero también tiene un potencial de energía renovable de 71 petawatts-hora al año, sólo contando la energía eólica y solar. Una pregunta para Trudeau: ¿Qué tipo de país encuentra una ganancia inesperada como esa y simplemente la deja en el cielo?
Otros obstáculos al cambio
Hacer la transición energética no será fácil. Debido a que hemos estado quemando combustible para impulsar nuestras economías durante más de doscientos años, contamos con cadenas de suministro largas y sólidas y una gran experiencia técnica orientada a una economía de combustión. Sin embargo, si la energía de fuentes renovables ha superado obstáculos en el pasado para seguir bajando de precio, probablemente podrá volver a hacerlo. Hace unos años, por ejemplo, una serie de informes decían que el negocio de los molinos de viento colapsaría por falta de la madera balsa utilizada en las palas de las turbinas; un año después de que surgiera la escasez, los grandes fabricantes de molinos de viento habían sustituido la madera por una espuma sintética.
El problema de los minerales como el cobalto
Brian Menell, el CEO de TechMet, un proveedor de cobalto y otros metales especiales, indica: “Se corre el riesgo de que, en cinco años, las fábricas de vehículos eléctricos estén medio inactivas, porque empresas como Ford, General Motors, Tesla y VW no podrán asegurar la materia prima para mantener la capacidad que están construyendo ahora”. Pero el hecho de que los Ford y los GM estén a la caza significa que es probable que se desarrolle el peso político de lo que Menell llama un “esfuerzo masivo y coordinado por parte del gobierno y los usuarios finales”. Los humanos son buenos para resolver el tipo de dilemas representados por la escasez. Un portavoz de Ford le dijo al Times que la compañía está aprendiendo a reciclar el cobalto y a desarrollar sustitutos, y agregó: “No vemos el cobalto como un problema limitante”.
Recursos reciclables
Más difíciles de resolver pueden ser los desafíos de derechos humanos que vienen con los nuevos esfuerzos mineros, como el uso de la llamada minería de cobalto “artesanal” o el trabajo infantil; pero mientras se abordan estos problemas, es necesario recordar que una transición a energías de fuentes renovables reducirá la carga total de la minería mundial hasta en un 80 %, porque gran parte de lo que excavamos hoy se quema (y luego tenemos que ir a desenterrar un poco más). Usted extrae litio una vez y lo utiliza durante décadas en un panel solar o una batería. Actualmente el 40 % de la carga transportada por los barcos en alta mar es carbón, gas, petróleo y gránulos de madera, un flujo interminable de barcos repletos de cosas para quemar. También necesita un barco para transportar una pala de turbina eólica, si viene del otro lado del mar, pero sólo necesita hacerlo una vez. Un panel solar o un molino de viento, una vez erigido, dura un cuarto de siglo o más. Los militares de EUA son el mayor consumidor individual de combustibles fósiles del mundo, pero el 70 % de su “capacidad logística” se dedica únicamente al transporte de los combustibles fósiles utilizados para mantener la maquinaria militar en funcionamiento.
Las materias primas no son el único punto crítico posible. También nos hace falta instalar cargadores de vehículos eléctricos, bombas de calor de fuente de aire, estufas de inducción y similares. Saul Griffith (autor del libro Electrify en 2021) realizó los cálculos para mostrar que los bancos pueden prosperar otorgando, en esencia, hipotecas para estas mejoras; pero especifica que, para mantenerse dentro del rango de 1.5 °C, EUA necesitará un millón de electricistas más en esta década: pero eso no es imposible: ser electricista es un buen trabajo, y los colegios comunitarios y los programas de aprendizaje podrían capacitar a muchas más personas en ello.
La interferencia de la petropolítica
Las disposiciones para capacitar instaladores de energía de fuentes renovables han sido bloqueadas en la ley no sólo por el Partido Republicano, dominado por el poder del petróleo, sino por Joe Manchin, el demócrata que recibió más donaciones de combustibles fósiles en el ciclo electoral pasado que cualquier otra persona en el Senado. Los 30 años de historia de la lucha contra el calentamiento global son en gran parte una historia de los esfuerzos de la industria de los combustibles fósiles para negar la necesidad de un cambio o, más recientemente, para insistir en que debe hacerse muy lentamente.
El metano disfrazado de gas natural
La industria de los combustibles fósiles quiere poder seguir quemando algo; hace más o menos una década quería quemar metano o “gas natural”. Dado que produce menos bióxido de carbono que el carbón, se le catalogó como el “combustible puente” que nos llevaría a las energías de fuentes renovables. Pero un grupo dirigido por Bob Howarth, descubrió que la producción de grandes cantidades de gas natural liberaba grandes cantidades de metano a la atmósfera: un problema mayor, pues el metano (CH4) es, como el CO2, un potente gas que atrapa el calor.
La inútil quema de biomasa
La Unión Europea y los Estados Unidos clasifican oficialmente la quema de biomasa como neutral en carbono, bajo la lógica de que si cortas un árbol otro crece en su lugar, y eventualmente absorberá el bióxido de carbono emitido por la quema del primer árbol. Pero la quema de madera es muy ineficiente, por lo que libera una gran cantidad de carbono en el presente, cuando el sistema climático del mundo es más vulnerable. Los árboles que vuelvan a crecer, aun en pocas generaciones, llegarán demasiado tarde para salvar los casquetes polares.
La fallida captura del carbono emitido
El proyecto de ley de infraestructura bipartidista aprobado el año pasado en EUA respalda otra tecnología llamada captura de carbono. Esto implica equipar las plantas de energía con suficientes filtros y tuberías para que puedan seguir quemando carbón o metano, pero capturando el CO2 que sale de las chimeneas y canalizándolo de manera segura a una antigua mina de sal o, irónicamente, a un pozo de petróleo agotado, donde puede usarse para empujar más crudo a la superficie. ¿Tiene sentido equipar los sistemas con tuberías y filtros cuando la energía solar ya es más barata que la energía del carbón?
La alternativa del hidrógeno
El hidrógeno se quema limpiamente, sin contribuir al calentamiento global, pero a la industria le gusta el hidrógeno porque una forma de producirlo es quemando metano. Y, como demostraron Howarth y Jacobson, incluso si se combina la quema de metano con la costosa captura de carbono, el metano que se escapa de los pozos de fractura es suficiente para hacer que todo el proceso sea ambientalmente ruinoso, y nuevamente, sin el apoyo de enormes subsidios no tiene sentido desde el punto de vista económico. Alternativamente, a través de la electrólisis se puede separar el hidrógeno del oxígeno en el agua, y si la electricidad utilizada en el proceso se produce de forma renovable, este “hidrógeno verde” permitiría que países como Japón, Singapur y Corea, que pueden tener dificultades para encontrar suficiente espacio en sus paisajes para la generación de energía renovable, alimenten sus redes.
Doyne Farmer advierte que los conjuntos de datos son aún bastante escasos, pero al parecer los electrolizadores que usan energía solar para producir hidrógeno estarían en la misma curva de costo descendente que los paneles solares, las turbinas eólicas y las baterías.
El financiamiento criminal
El movimiento climático se enfrenta cada vez más a los bancos que otorgan préstamos para la expansión de la infraestructura de combustibles fósiles. El año pasado, la Agencia Internacional de Energía dijo que dicha expansión debía terminar de inmediato si queremos cumplir con los objetivos de París, pero los bancos más grandes del mundo continúan otorgando préstamos para nuevos oleoductos y pozos de extracción.
La energía nuclear
La lucha contra la energía nuclear, por ejemplo, fue uno de los primeros pilares del movimiento verde, porque era fácil ver que, si algo salía mal, podía salir muy mal; pero ahora se argumenta a favor de usar los reactores nucleares existentes que aún pueden funcionar, con algún margen de seguridad, mientras estamos en la transición: el combustible gastado que producen es una herencia malvada para nuestros descendientes, pero eso no es tan peligroso como una Tierra sobrecalentada.
Sin embargo, la rápida caída del costo de las energías renovables también indica por qué las nuevas plantas nucleares tendrán dificultades para encontrar patrocinadores. Además, el equipo de Farmer muestra que si el costo del carbón se mantiene estable y el costo de la energía solar se está desplomando, la energía nuclear es la rara tecnología cuyo costo está aumentando; el único lugar en la Tierra donde se puede encontrar reducción en el costo de la energía nuclear es Corea. Pero Incluso allí, donde la tasa de disminución es del 1 % anual, en comparación con el 10 % de las energías renovables, eso no es suficiente para importar.
Sin embargo, aceptar la energía nuclear por un tiempo más no es el único lugar donde los ecologistas tendrán que doblegarse: Jacobson muestra que la energía renovable en realidad usa menos tierra que los combustibles fósiles, los cuales requieren perforar cincuenta mil pozos nuevos cada año sólo en América del Norte, pero necesitamos ver nuestro paisaje de manera diferente; como escribió Ezra Klein esta semana en el Times, “para conservar algo parecido al clima que hemos tenido, necesitamos construir como nunca antes”.
Energía solar fotosintética
Los campos de maíz son colectores de energía solar de otro tipo (y requieren aplicaciones anuales de nitrógeno, que finalmente se filtra en lagos y ríos, lo que provoca una gran proliferación de algas). Más de la mitad del maíz que se cultiva en Iowa en realidad termina como etanol en los tanques de automóviles y camiones; en otras palabras, esos campos ya están cultivando combustible, pero de manera ineficiente. Debido a que los paneles solares son mucho más eficientes que la fotosíntesis, y debido a que los vehículos eléctricos son mucho más eficientes que los automóviles con motores de gasolina, los datos de Jacobson muestran que, al cambiar de etanol a energía solar, se podría producir 80 veces la cantidad de kilómetros recorridos por un automóvil usando un área equivalente del país.
Reconfiguración social
Otra concesión golpeará a muchos ambientalistas más profundamente, incluso que aceptar un paisaje degradado, y esa es la noción de que enfrentar la crisis climática forzaría cambios masivos en la forma en que las personas viven sus vidas. Cada vez que se escribe sobre el auge de los vehículos eléctricos, Twitter responde que sería mejor andar en bicicleta y en autobuses eléctricos. En muchos sentidos estaríamos mejor, y afortunadamente algunas ciudades están comenzando a construir extensos carriles para bicicletas y carriles de tránsito rápido para autobuses eléctricos. Pero, a partir de 2017 sólo el 2 % de los kilómetros por pasajero en países como EUA provienen del transporte público. Los desplazamientos en bicicleta se han duplicado en las últimas dos décadas, a aproximadamente el 1 % del total de recorridos. Podríamos (y deberíamos) quintuplicar la cantidad de personas que viajan en bicicleta y autobuses, e incluso entonces necesitaríamos reemplazar decenas de millones de automóviles con vehículos eléctricos para alcanzar los objetivos en el tiempo que los científicos han fijado para alcanzarlos. Ese tiempo es la variable crucial, pues hay que reconfigurar suficientemente las expectativas sociales, las preferencias de los consumidores y los patrones de asentamiento en un periodo muy corto.
Entonces, una forma de ver el trabajo que debe realizarse con las herramientas que tenemos a la mano es haciendo un símil con el triaje. Si lo hacemos rápido, abriremos más posibilidades para las generaciones venideras. Farmer dice que es posible ver el costo de los reactores de fusión nuclear comenzando a bajar abruptamente en la curva de costos e imaginar que, dentro de una generación o dos, las personas podrán estar quitando los paneles solares de los campos agrícolas, porque la fusión (que es esencialmente la física del sol traída a la Tierra) puede estar proporcionando toda la energía que necesitemos.
El aspecto ético
La crisis climática es profundamente injusta –en general, cuanto menos hiciste para causarla más fuerte y rápido te golpea–, pero en el transcurso de los intentos para arreglarla tenemos la oportunidad de remediar también parte de esa injusticia, como dirigir partes significativas de los efectos positivos a construir mejor a las comunidades más afectadas por la pobreza y el daño ambiental; así como garantizar que al menos parte de la nueva tecnología sea propiedad de las comunidades locales, de las iglesias y las agencias de desarrollo locales, no de equivalentes en la era solar de Koch Industries o Exxon. Lograr que algunas de las primeras inversiones en transformaciones ecológicas se realicen en proyectos de vivienda pública, en reservas y en escuelas públicas que atienden a estudiantes de bajos ingresos, como lo indica Naomi Klein: “La dura verdad es que los ambientalistas no podemos ganar la lucha por la reducción de emisiones por nuestra cuenta. Ganar llevará alianzas radicales más allá de la burbuja verde autoidentificada, con sindicatos, defensores del derecho a la vivienda, organizadores de justicia racial, maestros, trabajadores de tránsito, enfermeras, artistas y más. Pero, para construir ese tipo de coalición, la acción climática debe cumplir la promesa de mejorar la vida diaria de las personas más desatendidas de inmediato, no muy lejos en el futuro. Hogares ecológicos y asequibles y agua segura para beber es algo por lo que la gente luchará muchísimo más que por la fijación de precios al carbono”.
La avaricia del sistema capitalista
En Glasgow, Mohamed Nasheed, expresidente de las Maldivas y actual presidente del Majlis del Pueblo (cuerpo legislativo de la nación), cuyo país, un archipiélago que se extiende a lo largo del ecuador en el Océano Índico, está a sólo unos metros sobre el nivel del mar, señalo en la Cop26 que los países pobres se han endeudado profundamente al intentar hacer frente a los efectos del calentamiento global. Si necesitan trasladar un aeropuerto o apuntalar diques, o recuperarse de un huracán devastador o de una lluvia récord, el préstamo puede ser su único recurso, y pedir prestado se vuelve más difícil, en parte, porque los riesgos climáticos significan que los prestamistas exigen más: la prima climática de los préstamos puede acercarse al 10 %, dijo Nasheed. Algunas naciones ya están gastando el 20 % de sus presupuestos sólo pagando intereses. Sugirió que podría ser el momento de una huelga de la deuda por parte de las naciones pobres.
Las contribuciones prometidas por los países ricos
Hasta ahora, los países ricos ni siquiera han aportado los fondos climáticos que prometieron al Sur Global hace más de una década, y mucho menos cualquier compensación por el daño continuo que se han esforzado por causar (toda el África subsahariana es responsable de menos del 2 % de las emisiones de carbono que actualmente calientan la tierra; EUA es responsable del 25 %).
EcoEquity de Tom Athanasiou ha realizado los análisis más detallados de quién debe qué en la lucha climática. Encontró que los EUA tendrían que reducir sus emisiones un 175 % para compensar el daño que ya han causado; la única forma en que puede cumplir con esa carga es ayudar al resto del mundo a soportar los costos que el calentamiento global ya ha producido. El trabajo apremiante de descarbonización sólo será adoptado por la gente del Sur Global si forma parte de un paquete que incluya ayuda para la adaptación y ayuda en casos de desastre.
El uso sublime del fuego
No hay duda de que la crisis climática está generando grandes incendios, y también la crisis es impulsada por ellos, ya que lanzan enormes nubes de bióxido de carbono al aire.
En Occidente, los incendios, aunque provocados por nuestro nuevo clima, se alimentan de una acumulación de combustible que dejó allí un siglo de una política estricta que trataba cualquier incendio como una amenaza que debía extinguirse de inmediato. Esa política ignoró milenios de experiencia indígena en el uso del fuego como herramienta, una experiencia que ahora de repente tiene una gran demanda. Los pueblos indígenas de todo el mundo han estado a la vanguardia del movimiento climático y, a menudo, han sido los primeros en adoptar energías renovables. Pero también, en el pasado, han podido utilizar el fuego para combatir el fuego: para quemar cuando el riesgo es bajo, en un esfuerzo por gestionar los paisajes por seguridad y productividad. Pero los pueblos indígenas nos enseñen al resto de nosotros a usar el fuego como la fuerza importante que era cuando lo descubrimos por primera vez. Debido a ello es que ahora el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) menciona en el trabajo del tercer grupo de su sexto reporte que lo más relevante resulta ser la preservación de los bosques que las etnias originarias han protegido y preservado, tierras que deben seguir en sus manos y que deben protegerse contra todo intento de apropiación privada.
*
Hasta aquí el ensayo que nos hizo llegar el Dr. Sarmiento. Lograr detener el CGA implicará, para nuestra nación, hacer una importante y extensa transición energética: electrificar completamente la industria, los hogares y la movilidad. La humanidad ya cuenta con la tecnología para lograrlo.
Deberemos, sin embargo, convencer al presidente de la nación de la importancia de dejar en el subsuelo el petróleo y reconvertir a Pemex en Hidromex (siguiendo el ejemplo chileno); asimismo, promover la producción de biohíbridos para la movilidad urbana y evitar el uso del gas doméstico, con calentadores solares de agua y estufas de inducción magnética, mucho más eficientes y baratas que las estufas de gas.
Podemos aportar nuestro granito de arena para detener el CGA, pero se requiere de mucha visión e inteligencia por parte de nuestros gobernantes, ¿lograremos convencerlos?
Cuernavaca, Morelos, 19 de abril de 2022.
[1] https://www-science-org.pbidi.unam.mx:2443/doi/10.1126/science.1063376
[2] https://www.pnas.org/doi/epdf/10.1073/pnas.1510028112
[3] https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0960148121016499?casa_token=SFQJT5Sm7tgAAAAA:-FSykLvF0Sok5x4oZ0XjDYmDqnZiJYYubsbmi6cqmoK9JjNAZLmVU695FUX6zyAoSxuRTZOKhii9#appsec1
[4] https://www.inet.ox.ac.uk/files/energy_transition_paper-INET-working-paper.pdf
[5] La renta es la diferencia entre el costo de producción y el precio de venta: Arabia Saudí puede sacar petróleo de la tierra por menos de 10 dólares el barril y venderlo a 50 o 75 dólares el barril (o, a más de 100 dólares durante la emergencia provocada por la guerra); la diferencia es la renta que se embolsan.
[6] Un Petawatt son 1015 watts o mil billones de watts.