Autoría de 4:33 pm #Opinión, Niels Rosas Valdez - Procesos del Poder

Para justificar la invasión – Niels Rosas Valdez

En un programa de televisión, el ministro de Relaciones Exteriores de la Federación de Rusia, Sergei Lavrov, señaló que Adolf Hitler tenía sangre judía. Tal declaración detonó una furia inconmensurable en Israel y en los judíos, quienes apuntaron que el comentario fue absolutamente desproporcionado. ¿Qué impacto y conexión tiene esto en la guerra ruso-ucraniana?

La guerra entre Rusia y Ucrania es un tema que lastimosamente figura en las cadenas de noticias a diario. La invasión no provocada que perpetra el Kremlin ha encontrado una sólida pared compuesta por la comunidad internacional, que además de condena ha impuesto como respuesta una serie de sanciones nunca antes vistas a Moscú. La balanza de la historia hoy en día coloca a Putin como el responsable de un conflicto bélico que ha provocado la muerte de muchos de sus connacionales y de ucranianos solados y civiles.

Por ello, el Kremlin se ha visto en la necesidad de incrementar sus declaraciones, justificando la guerra que ha detonado contra un antiguo amigo. Anteriormente, Rusia había señalado la necesidad de atacar a Ucrania para desnazificar al país, por lo que una gran parte de su objetivo era eliminar al gobierno ucraniano.

En tal contexto, en un nuevo pero más agraviante episodio de locura, a Lavrov se le ocurrió declarar que Hitler, quien fue responsable de la muerte de más de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, era mitad judío. Apuntó además que los judíos eran los más grandes antisemitas. Esto es importante para el Kremlin, puesto que ayuda a la narrativa que ha desarrollado contra el gobierno ucraniano y a que cobre más sentido que Rusia siga la guerra contra Ucrania para continuar con la desnazificación del país.

Desde luego que ningún país debe “desnazificar” Ucrania, porque no hay nada en ella que deba ser desnazificado. La intención de Rusia por desnazificar fue un simple pretexto para iniciar una invasión y obtener dividendos de ello, sea remover al gobierno ucraniano y colocar uno a modo, como sucede con Bielorrusia, o despojarle nuevamente de territorio, como sucedió en 2015 con la península de Crimea.

No obstante, una vez más se puede apreciar cómo la narrativa de gobiernos populistas y nacionalistas se inserta en el panorama con el interés de mostrar una realidad social alterna, inexistente, con el objetivo de que sea considerada como real. Es ridícula la declaración de la mano derecha del presidente Vladimir Putin, y es muy probable que todos en el Kremlin lo sepan, pero la intención de engañar a las personas es la mancha indeleble que la retórica populista ofrece a la sociedad.

Lo que sucedió con Lavrov no es un acontecimiento aislado ni remoto que sólo ocurre a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania, sino un ejemplo de cómo la narrativa es la herramienta más importante de regímenes autoritarios, nacionalistas, populistas y hasta totalitarios. No hay que echar en saco roto lo anterior. Todo lo que digan los gobiernos hay que evaluarlo detenidamente, sobre todo en aquellos espacios donde se abraza la estrategia populista.

Niels Rosas Valdez

Escritor, historiador e internacionalista

@NielsRosasV (Twitter)

niels.rosas@gmail.com

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Last modified: 6 mayo, 2022
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