Criticar a aquellas sociedades que han apostado decididamente por las nuevas tecnologías sólo demuestra una profunda ignorancia de lo que está sucediendo en el mundo o la peor de las intenciones de engañar a aquellos mexicanos que no tienen acceso a la información y por ello son fáciles víctimas hasta de las mentiras más absurdas.
Efectivamente, los Estados Unidos de América han decidido ya abandonar la producción de vehículos ligeros de combustión interna y migrar hacia el uso de vehículos eléctricos (EVs). Pero no sólo se encuentran en esta ruta nuestros vecinos al norte, sino muchos otros países tanto de Europa como de Asia. Gobiernos de toda índole, desde las más consolidadas democracias hasta regímenes de cuestionable legitimidad, como lo puede ser el actual de la República Popular de China, han comprendido desde hace varios años que la prolongada era del petróleo y demás combustibles fósiles se encuentra en sus postrimerías. Por este motivo, aquel hidrocarburo que no alcance a ser extraído y comercializado en los próximos años muy seguramente quedará sepultado para siempre al volverse costoso e inútil.
Esto es así, aunque a raíz de la invasión rusa a Ucrania se haya impulsado temporalmente el precio del oro negro y, por algunos meses –deseablemente–, esta burbuja puede hacer creer a muchos que sigue valiendo la pena invertir en la refinación del crudo para mover al transporte. Pero si se reflexiona un poco, no debería ser difícil imaginar que el hecho de que la Federación Rusa –ahora en conflicto– sea el segundo mayor productor de petróleo del orbe supone un gran riesgo de dependencia que ninguna economía desea. Si bien por ahora todos estamos obligados a pagar un alto precio por la gasolina, a mediano plazo el efecto real de esta crisis será que la misma habrá acelerado el despliegue de los EVs.
Hace tan sólo unas semanas, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) dio a conocer su informe de ventas de EVs más reciente. En el documento se presentan datos contundentes del crecimiento que la producción y venta de estos automóviles han venido experimentando desde hace años. Por referir uno solo de estos datos, el reporte indica que durante el año pasado se vendieron 6 millones 600 mil EVs en todo el mundo, cifra que duplica las ventas alcanzadas en el 2020 y representa el 10 % de las ventas de automóviles de todo tipo en el mismo periodo. Adicionalmente, la AIE informa que durante lo que va de este primer semestre del 2022 ya se han comercializado 2 millones más de unidades eléctricas, lo que representa un aumento del 75 % respecto a los números para el mismo periodo del 2021, por lo que la proporción de EVs que logren venderse en este 2022 podría aumentar nuevamente respecto del año anterior.
Resulta interesante saber que de los EVs vendidos en el 2021, 3 millones 300 mil –la mitad– fueron comercializados en China, cuyo mercado se triplicó en este sentido respecto del año previo. Otros 2 millones 300 mil EVs fueron vendidos en Europa, que con tales cifras alcanzó un crecimiento del 65 % en relación al año anterior. Y aunque en los Estados Unidos de América se vendieron tan sólo unos 630 mil EVs el año pasado, estas ventas también representaron un gran crecimiento, del doble de las alcanzadas en el 2020 y, además, revirtieron la tendencia de decrecimiento de los dos años anteriores.
El pronóstico de la AIE considera que los incentivos de muchos gobiernos para la adquisición de EVs, así como la mejora continua en el tiempo de recarga, distancia de autonomía, duración y reducción del precio de las baterías, es por lo que esta tendencia de crecimiento continuará, con lo cual el parque mundial de EVs podría llegar a 200 millones para el 2030. En tal escenario, para ese año la venta de los EVs representaría casi una cuarta parte de los automóviles de cualquier tipo que se comercialicen en el orbe.
Con tales números, no es difícil entender por qué nuestros vecinos le han apostado a los EVs, lo que resulta absurdo es que en México se nos sugiera que nos aferremos a los automóviles de combustión interna.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.